lunes, 24 de febrero de 2025

LA QUINTA COLUMNA EN EEUU

 



Hace muchos años escuché por primera vez el término “Quinta Columna”. En un país hundido en una narcodictadura disfrazada de neocomunismo como Venezuela, los términos ideológicos y las frases confusas agregadas a cualquier conversacion es el pan de cada día.


Recuerdo que eso de “los quinta columna” se refería a personas que, de alguna manera, formaban parte del gobierno, pero que en realidad jugaban para el enemigo. Eran infiltrados. Según los voceros del régimen, estos eran peligrosos enemigos que había que destruir.


Los regímenes totalitarios, en su mayoría, suelen operar con el mismo modus operandi: crean frases de moda, señalan enemigos temporales, popularizan eslóganes que todos repiten, y así construyen su discurso. Lo que hoy está de moda durará un tiempo, hasta que lo sustituyan por otra cosa. 


En Venezuela, al principio se hablaba de los “oligarcas” como el gran enemigo. Una suerte de sociedad de gente rica y poderosa que se alimentaba de los pobres y los hacía cada vez más pobres. Una suerte de vampiros a los que el heroico gobierno libertario iba a eliminar. Sin embargo, después de 26 años, los únicos oligarcas que conocemos son los narcotraficantes del régimen y sus familias, por lo que han debido inventar nuevos enemigos. Así nacieron términos como “escuálidos” para referirse ahora no a un grupito de ricos, sino a los millones de ciudadanos clase media opositores. Luego salieron los “majunches”, que eran los dirigentes de oposición. Los mismos creativos de las iguanas que atacaban el sistema electrico nacional crearon nuevas excusas como la guerra económica, el bloqueo económico, los bachaqueros, las sanciones, y ultimamente la guerra tecnológica. Siempre hay algo nuevo.


En el caso de Venezuela, ya no sorprende la cantidad de excusas que el narcorégimen utiliza. Sabemos que siempre encontrarán un nuevo eslogan para justificar su ineptitud y desfalco. En este sistema no hay sorpresas. Pero, ¿cuánto tiempo debía pasar para que muchos se dieran cuenta de que este tipo de mentiras y manipulaciones no ocurren solo en Venezuela?


Hoy, para muchos es una sorpresa (para otros, como yo, no) descubrir que la nueva administración de EE.UU. opera con la misma lógica de los regímenes totalitarios de siempre. Pero es una sorpresa solo porque quienes "admiran" al señor anaranjado  han elegido no ver la realidad y han preferido mantenerse ciegos. Eso de admirar a la gente porque tiene dinero nunca ha sido buen indicativo de nada.


El enviado de Trump a Venezuela para negociar con Maduro, Richard Grenell, afirmó recientemente que Trump no tiene interés en cambios de regímenes en el mundo. A primera vista, parece una declaración sensata. Sin embargo, es curioso que Grenell diga esto cuando ha sido negociador de Trump únicamente frente a Maduro y que, apenas horas después de su visita a Caracas, Trump renovara las licencias petroleras de Chevron, oxigenando así a la dictadura.


Es necesario hacer memoria: Trump no está en la presidencia desde enero, sino que ya tuvo un período de cuatro años en el que no hizo absolutamente nada para presionar a la dictadura venezolana. Sus declaraciones sobre que “todas las opciones estaban sobre la mesa” nunca se tradujeron en acciones concretas. La pregunta es: si no hizo nada en sus pasados cuatro años de mandato, ¿por qué haría algo ahora? ¿Qué cambió?


La respuesta parece clara, aunque incómoda para muchos: Trump necesita el petróleo venezolano para mantener su imagen y mantener los precios de la gasolina en EE.UU. sin que esto le afecte la imagen. No está dispuesto a sacrificar un suministro barato por el bienestar de los ciudadanos de un país al que claramente considera inferior. Al mismo tiempo, tampoco duda en apoyar a Rusia para mantener un equilibrio energético que no afecte su imagen frente a una inminente inflación en el sector energético de EEUU después de declarar una guerra arancelaria contra todos los aliados democráticos. Y fíjense bien en ese detalle: guerra contra los aliados "democráticos". No ha sido su guerra arancelaria o de ataque contra países como Rusia, Corea del Norte, Nicaragua, Venezuela, Cuba... contra estos, de hecho, el tono es mucho más suave.


Es comprensible que sectores venezolanos se sientan traicionados. Esperaban que Trump fuera el líder que enviaría tropas o un comando especial a capturar a Maduro y entregar el país a un “nuevo gobierno democrático”. Pero la verdad es que esa idea nunca pasó por su mente. No lo hizo durante su administración y ahora lo ha dicho explícitamente: no lo hará. Pero no nos pongamos intransigentes. La verdad es que esa tampoco es su obligación ni su responsabilidad. Pensar que iba a hacer algo así fue solo atribuciones que gente ingenua le puso encima.


El desencanto de algunos venezolanos es entendible, pero también es un reflejo de una ceguera voluntaria. Trump nunca mostró interés en otra cosa que no fueran sus propios negocios. Su campaña siempre se basó en deportaciones masivas, en culpar a los latinos de los problemas del país, en exaltar la misoginia y en idolatrar a los millonarios como dioses. Quienes no vieron esto simplemente decidieron no verlo. No debería sorprendernos su afinidad con dictaduras. ¿Acaso nadie recuerda sus elogios a Putin? ¿Su admiración por Kim Jong-un? ¿Sus referencias a Maduro como un “hombre fuerte”?. Las señales siempre estuvieron ahí a la vista. La verdad es que Trump nunca se esforzó en siquiera ocultarlas.


¿Por qué nos sorprende que EE.UU. apoye dictaduras, traicione a sus aliados y genere caos mundial? La respuesta es desalentadora y fría: la imagen de EE.UU. como país ejemplar es poco más que una ficción.


Muchos siguen viendo a EE.UU. como el país de la justicia, la igualdad y el bienestar, donde los policías son como Horatio en CSI, resolviendo crímenes con una fibra de nylon y un Mustang GT. Un país donde los jueces son incorruptibles y los abogados son genios de la ley como en Boston Public. Donde los soldados son héroes como G.I. Joe o Rambo. Piensan muchos que los malandros de EEUU son como los de Rapidos y Furiosos y que cuando salen de las pandillas se convierten en agentes como Vin Diesel en XXX... pero la realidad es muy diferente.


La realidad es que EE.UU. es el país con más tiroteos escolares en el mundo. Se estima que anualmente, al menos 4,000 niños y adolescentes mueren por incidentes relacionados con armas de fuego en Estados Unidos, y otros 15,000 resultan heridos, sin embargo el gobierno se niega a tomar acciones sobre el control de armas porque la industria armamentista financia lobbies políticos con cifras astronómicas que nadie está dispuesto a arriesgar. De ese lobby dependen fortunas de muchos senadores y congresistas. 


La realidad es que no existe NI UNA SOLA PERSONA EN EL MUNDO tratando de venir a EEUU por "su sistema de salud envidiable", o por su "gran calidad a nivel educativo".


La realidad es que según datos de la ONU, solo en 2021 más de 80.000 personas murieron en EE.UU. por sobredosis de opioides, de las cuales 70.000 fueron causadas por fentanilo y otros opioides farmacéuticos recetados por medicos. 


La verdad es que aproximadamente 37.3 millones de estadounidenses de 12 años en adelante consumieron drogas ilegales en el último mes, y que de los 296 millones de personas que consumen algún tipo de drogaa nivel  mundial EEUU representa el 13.5%, ganandose un sólido primer lugar en consumo a nivel planetario.


Pero a pesar de ser el mayor consumidor de anfetaminas del mundo, no existe NI UNA SOLA campaña antidrogas efectiva dentro del país, ni programas serios para desmantelar las redes de distribución de las mismas. Se culpa sin empacho alguno a otros países de este flagelo mientras se normaliza el uso de drogas en películas y series de TV que asocian eso, el crimen y la misoginia con el éxito. Basta ver el éxito de series como NARCOS, Los Soprano, Breaking Bad o Euphoria para ver lo hipócrita del doble discurso "antidrogas" que hoy abandera el presidente Trump y su gabinete, sobre todo porque ya este es un segundo mandato, y durante el primero, no hubo ninguna acción para mejorar esta situación.


No hay una sola guerra en la historia en la que haya intervenido EE.UU y salido victorioso. Ni una. Y, sin embargo, la narrativa de que es “el gran vencedor de mil batallas” sigue viva gracias a Hollywood. No hay ahorros a la hora de pintar la historia de EE.UU como el "vencedor de la Segunda Guerra Mundial". Basta con investigar muy básicamente como fue el desarrollo y finalización de la misma para darse cuenta que EE.UU llegó a la guerra cuando los aliados ya estaban recogiendo las sillas de esa fiesta.


Hoy, vemos a Trump, un hombre declarado culpable por más de 34 crímenes fiscales y sexuales, que se ha declarado en bancarrota seis veces, jugar al emperador mientras millones lo aclaman como un “gran hombre de negocios”. Pero, ¿qué negocios exitosos ha tenido Trump si se ha declarado en bancarrota seis veces?. La verdad es que Trump ha logrado mantener una fortuna tras esas bancarrotas porque estafó a cientos de empresas a las que hizo quebrar por su impago. No es de extrañar entonces que, siendo un pésimo empresario, se sienta fascinado por Elon Musk y siga al pie de la letra cualquier cosa que este le ordene. después de todo, Elon parece saber más de negocios que Trump. 


Trump ha inflado el valor de sus propiedades para obtener préstamos bancarios y ha evadido impuestos. Aun así, se estima que su fortuna real está entre 2.000 y 5.000 millones de dólares (en inversiones mayormente). Nada despreciable, aunque una suma insignificante comparada con la de Musk, valorada en al menos 440.000 millones.


Cabe preguntarse: ¿Podría Trump estar buscando aumentar su fortuna otorgando contratos y negocios a las empresas de Musk a cambio de favores financieros? Porque, siendo sinceros, Musk no necesita un cargo en el gobierno para vivir. Entonces, ¿qué lo motiva? ¿Patriotismo? No lo creo. Ni siquiera es estadounidense de nacimiento. ¿Negocios? suena mucho más creíble. ¿Y qué podría ganar Trump de esta relación?, si me lo preguntan, ninguno oculta sus intenciones: DINERO. Hoy, Trump parece ser un "quinta columna" para su propio país.


Si aún crees que en EE.UU. esas cosas no pasan, es momento de que revises la historia con más atención.


No debería entonces extrañar a nadie que esta nueva administración halla pactado con Maduro y con Rusia lo que sea que fuera necesario con tal de mantener su frágil estabilidad política. Tendrá esto un precio? Si, y muy alto, tanto para EEUU como para Venezuela y el resto del mundo, pero de eso hablaré luego. A corto plazo, lo que va a suceder es que NADIE en el mundo, puede ver a EEUU como un aliado. A Venezuela, lamentablemente y como he venido diciendo desde hace un rato, solo le queda entender que la única manera de obtener la libertad es tomando el camino que han tenido que tomar otras naciones bajo dictadura: salir a la calle y ganarla a como de lugar. No hay otra opción, porque la libertad no nos la va dar nadie mas que nosotros mismos. No es culpa de Capriles, ni de Edmundo, ni de Maria Corina. La libertad está en manos de los MILLONES de venezolanos que están en Venezuela. Mientras esos millones se dejen pisar por unas docenas, no hay nada que hacer para liberarlos.

viernes, 21 de febrero de 2025

ESTO YA LO HEMOS VIVIDO



La política estadounidense no es mi especialidad. De hecho, está muy lejos de serlo. Creo que la política, en general, puede entenderse más o menos racionalmente cuando forma parte de nuestro entorno diario. Es decir, comprendemos la política del país o de la sociedad en la que nos desenvolvemos porque es la política con la que estamos familiarizados. Está entretejida con nuestra cultura, nuestra sociedad, nuestra historia. Vemos el mundo a través de la perspectiva de la política que experimentamos. Sin embargo, esta percepción, cuando se aplica a sociedades ajenas, puede distorsionar las realidades. Es muy difícil entender por qué en una sociedad distinta a la nuestra las cosas se hacen de manera diferente.

No podemos pensar en soluciones para un problema en Alemania desde la perspectiva de un estadounidense, ni asumir que una solución brasileña es aplicable, por ejemplo, a Indonesia o viceversa. ¿Se entiende el punto?

Sin embargo, sí existen paralelismos que nos permiten identificar, más o menos, la direccionalidad y la intención de una política. Por ejemplo, un país cuyas políticas de salud buscan ofrecer a su población un servicio de calidad a precios asequibles o gratuitos refleja un gobierno con un enfoque en el bienestar social. Eso no requiere grandes análisis. Un gobierno que protege las inversiones públicas muestra una inclinación hacia la responsabilidad económica. Un gobierno que invierte cada vez más en su parque de armas, obviamente, se está preparando para una guerra o algún tipo de enfrentamiento. ¿Vamos entendiendo la dinámica?

Lo que llama poderosamente mi atención en estos momentos, y lejos de pretender ser un experto en la situación de EE.UU.—país cuyo entorno político no conozco de primera mano, ya que veo el mundo desde mi perspectiva como venezolano y no como estadounidense—es la incapacidad de quienes sí han vivido toda su vida bajo una visión político-social estadounidense. Sorprende que sean incapaces de ver la infinidad de red flags que se levantan no a diario, sino cada hora, con cada declaración de cualquier miembro de la administración actual respecto a políticas que afectan directamente la vida de todos en EE.UU.

No me corresponde a mí, como venezolano que no vota (eso es un privilegio exclusivo de los ciudadanos), dar lecciones a nadie. Pero puedo reconocer patrones históricos que, sin excepción, han terminado en desastre. Y no lo digo yo; son hechos. Aunque, al parecer, ahora “los hechos” dependen de lo que diga el grupo en el poder.

No voy a hacer paralelismos con los nazis ni nada por el estilo. Cada quien que piense lo que quiera al respecto. Pero sí voy a comentar sobre cosas que, al menos a mí, me llaman la atención respecto al hoy.

Días atrás, en una de las frecuentes ruedas de prensa del presidente, lo escuché referirse a una llamada con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, quien le sugirió iniciar una campaña en las escuelas para ayudar a prevenir el masivo consumo de drogas que aqueja a los ciudadanos estadounidenses. El presidente Trump respondió que la idea era “muy buena”. Al parecer, en la historia de los gobiernos de EE.UU., a nadie jamás se le había ocurrido algo así. Pero lo más llamativo no fue eso, sino que, tras concederle el crédito a la presidenta Sheinbaum, aseguró, sin el más mínimo atisbo de humildad, que él “nunca había aprendido nada de nadie y que lo sabe todo”. Él lo sabe todo.

Y aunque un comentario tan de mal gusto, cargado de ignorancia más que de soberbia, podría pasar desapercibido, poco después escuché otra declaración en la misma conferencia de prensa. En ella, el mismo presidente hablaba de sí mismo en tercera persona y aseguraba que “solo Trump, en la administración Trump, podría acabar con la guerra que Ucrania comenzó contra Rusia”. No solo es una afirmación risible—casi burlesca si no fuera por lo trágico e inhumano de tal declaración—sino que, además, es falsa. Ucrania no comenzó la guerra contra Rusia, y eso lo sabe el mundo entero. Pero cuando el líder de la primera potencia mundial miente con tal descaro, al igual que cualquier dictador de repúblicas bananeras, la pregunta que surge es: ¿Es este un gobierno en el que realmente se puede confiar? ¿Cuántas otras mentiras nos están diciendo? ¿Cómo se puede confiar en alguien que miente constantemente?

Es preocupante lo que está ocurriendo. Para mí, como extranjero que creció viendo a EE.UU. como el país de las películas—donde la justicia es inquebrantable, las leyes se cumplen, nadie escapa del largo brazo de la ley y los funcionarios públicos son incorruptibles—resulta decepcionante descubrir que la realidad es mucho más parecida a la de cualquier nación tercermundista. A veces, incluso peor.

Me asombra cómo este presidente puede gobernar simplemente firmando órdenes ejecutivas como si fueran autógrafos, evitando cualquier legislación del Congreso o el Senado. ¡Y a nadie parece extrañarle! En Venezuela, Chávez hacía lo mismo con su programa de televisión dominical Aló, Presidente. Ahí decidía, en vivo y en directo, todo lo que ocurriría en el país. No había debates en la Asamblea Nacional ni reuniones ministeriales; todo lo resolvía él, como si fuera un reality show. Supongo que Trump ha encontrado su propia versión de ese programa con sus conferencias de prensa y su incesante firma de órdenes ejecutivas.

La pregunta, entonces, es: ¿Existen hoy en día poderes independientes en el gobierno de EE.UU.?

Los grandes dictadores de la historia han gobernado ignorando a los poderes independientes y pasando por encima de la ley sin el más mínimo decoro. Así lo hizo Chávez, y así lo hace Maduro con sus “leyes habilitantes” que le otorgan superpoderes. Así gobiernan Ortega, Díaz-Canel y, por supuesto, el gran modelo a seguir de Trump: Putin. ¿No le llama la atención a nadie?

Pero esto no se trata solo de señalar algunas irregularidades, sino de entender hacia dónde apuntan las acciones de este gobierno y cómo maneja la información para manipular a la gente, al mejor estilo venezolano.

Una de las estrategias más exitosas del chavismo ha sido comprar conciencias mediante políticas que aparentan generar bienestar. Así nació MERCAL, un sistema de venta de alimentos subsidiados por el gobierno a precios populares. La gente, empobrecida, estaba feliz con su comida barata. Pero la realidad era que Chávez y su círculo desfalcaban al país con compras de alimentos a precios inflados. Así, el “humilde” soldado golpista murió con una fortuna de más de dos mil millones de dólares. Hoy, sus herederos políticos poseen fortunas que envidiaría cualquier jeque árabe.

¿Podría pasar algo así en EE.UU.? ¿Es posible?

Al hacerme esta pregunta, me topo con otra noticia inquietante: se habla de otorgar el 20% de los supuestos “ahorros” que Trump y Elon Musk han generado con su “optimización de cuentas” a los ciudadanos, enviando un cheque a cada hogar del país. Hermoso, ¿no? Pero en Venezuela también dan “bonos” mensuales, y este paralelismo me genera ruido.

Resulta que esos “ahorros” provienen del desmantelamiento del gobierno: en un solo mes, esta administración ha despedido a más de 200.000 empleados federales—maestros, guardias forestales, operadores aéreos, soldados, deportistas, artistas—dejándolos sin salario ni beneficios porque Musk los considera “innecesarios”. Esos cheques representan el sueldo de esas familias. Pero, como en Venezuela, de seguro la gente los recibirá con alegría y más de uno gritará: “¡Así es que se gobierna!” Y ya sabemos a dónde lleva ese camino.

Solo falta que, en cualquier momento, Trump diga que las devoluciones de impuestos son un “regalo de Trump a su pueblo”, como si las arcas del país fueran su patrimonio personal.

Así comienza la decadencia. Trump ha vetado el acceso de Associated Press a las ruedas de prensa en la Casa Blanca (en minúsculas, porque el prestigio que representaba ese edificio hoy deja mucho que desear) solo porque AP, una de las agencias de noticias más prestigiosas del mundo, no se refiere al Golfo de México con el nuevo apodo que Trump, en su infinita capacidad de creerse emperador, ha decidido imponer: “Golfo de América”.

Pero no faltan quienes defienden tal absurdo con un apasionado y vacío discurso de patriotismo extremo: “¡Esto es América! ¡Ese es nuestro golfo!”, ignorando que América es un continente con 35 países. Pero no solo eso. Nadie parece preguntarse con qué autoridad Trump (o cualquier otro mandatario) puede cambiar el nombre de territorios histórica y geográficamente reconocidos por convenciones internacionales. ¿Adivinen quién solía cambiar nombres de territorios y monumentos? ¡Piénsenlo unos segundos! ¿A ver...? Si pensaste en Chávez, respondiste correctamente. Chávez cambió el nombre del cerro El Ávila a Waraira Repano, agregó una estrella a la bandera, modificó el escudo de Venezuela e incluso estuvo tentado a cambiar el himno.

Aca no es si es importante el nombre del golfo, que seguirá siendo el golfo de Mexico en todos los mapas del mundo entero, sino que Trump se siente con el derecho de vetar la libertad de prensa que no se alinea con sus políticas. Y eso, mis amados, tiene un nombre, aunque no quieran aceptarlo: TOTALITARISMO. Y es la puerta de entrada a la DICTADURA. Pero no me lo crean a mí. Hagan un pequeño esfuerzo y traten, solo por un momento, de apartar su adoración ciega al aspirante a emperador y revisen la historia: investiguen cómo han ascendido al poder los dictadores. Infórmense, para que cuando hablen, lo hagan con propiedad.

Trump ha firmado recientemente una orden ejecutiva que corta cualquier ayuda federal a los hijos de indocumentados. Esta noticia me eriza la piel, no solo por el recorte de fondos, sino por lo que implica. Déjenme explicarles: si una persona sufre un accidente y requiere atención médica de urgencia, pero es indocumentada, esta orden pretende que no pueda recibir esa atención. En otras palabras, ¿se supone que debe dejarse morir? ¿O acaso habrá consecuencias legales para quien se atreva a ayudarlo? Trump ha amenazado a estados enteros con retirarles fondos federales si no colaboran con las deportaciones, como si el acceso a esos fondos dependiera de la gracia y la buena voluntad del rey. ¿Esto no le llama la atención a nadie?

Pongamos otro ejemplo: los niños indocumentados no podrán asistir a la escuela. Se les debe negar el derecho a la educación por su condición migratoria. Los maestros son pagados con fondos federales, por lo que se les podría negar “el beneficio de recibir clases”. Esto, supuestamente, está muy bien justificado porque “los impuestos de los ciudadanos no deben gastarse en ilegales”. Pues hagamos un pequeño paréntesis: primero, NADIE ES ILEGAL EN EL MUNDO. Indocumentado es el término correcto. Y segundo, los “ilegales” aportan más de 100 BILLONES DE DÓLARES ANUALES en impuestos, de los cuales no reciben absolutamente ningún beneficio. Lo que significa, mi amado Trump lover, que, de hecho, los “ilegales” son los que están pagando las pensiones de retiro de MILLONES de estadounidenses.
Además, mis amados seguidores de MAGA, los derechos a la educación, la salud, la alimentación, el agua, la vivienda y la justicia son DERECHOS HUMANOS UNIVERSALES IRREVOCABLES. Es decir, no pueden ser revocados bajo ninguna circunstancia en ningún país del mundo.

Esto significa que la orden de Trump no solo es absurda e ilegal, sino irrelevante. PERO, y aquí está el punto clave, esta noticia no busca realmente aplicar una política efectiva. Su propósito es crear una matriz de opinión que justifique las acciones racistas y segregacionistas de una administración que pretende convencer a la ciudadanía de que los indocumentados son el gran problema del país. Por eso Musk dice que los beneficios sociales que el gobierno ESTÁ OBLIGADO POR LEY a otorgar a sus ciudadanos son robados por algo que él llama “la clase parasitaria” y vampiros de más de 150 años de edad. Al parecer, no solo pretenden vender la idea de que los beneficios sociales son un acto de benevolencia de su santidad anaranjada, sino que si los ciudadanos no agachan la cabeza en señal de gratitud, entonces son considerados parásitos por una camarilla de billonarios que juegan a la corte del elegido.

Aún más llamativo es que los “billones ahorrados” con estas políticas beneficien, “casualmente”, a quienes están en el poder. Los contratos de SpaceX, por ejemplo, no representan “conflictos de interés” a pesar de que Musk tiene una relación directa con el gabinete, según el propio presidente. Pero se recortaron fondos a la NASA. Curioso. Me pregunto si parte de esas ganancias millonarias que ahora ingresan a las arcas de Musk acabarán en las cuentas de algún personaje anaranjado… La pregunta que debemos hacernos hoy no es si están desvalijando a la nación, sino “¿por qué no podrían estar haciéndolo?”. ¿Hay alguien supervisando que esto no ocurra? Están distrayendo a todos con absurdos para que no veamos lo que realmente están haciendo, como los magos?

Y para no alargar demasiado esto (porque podríamos seguir por horas), vale la pena reflexionar: una guerra económica con el mundo entero, querer anexionar Canadá, comprar Groenlandia, adueñarse de la franja de Gaza para hacer un complejo turístico (al que, por cierto, me gustaría ver quién está dispuesto a ir), acusar a Ucrania de iniciar la guerra y llamar a su presidente dictador por negarse a entregar territorio, amenazar a la Unión Europea y a China, censurar medios de comunicación, eliminar instituciones de protección al consumidor, controlar los medios y las noticias, y pasar por encima de los poderes judiciales… ¿no les llama la atención a los mismos ciudadanos que defienden a Trump? ¿Es esto “hacer América grande otra vez”?

¿No parece más bien un plan para destruir EE.UU. desde adentro, como en El candidato de Manchuria? Quizá los estadounidenses no lo ven porque no conocen lo que es una dictadura o el totalitarismo más allá de lo que imaginan que sucede solo en Latinoamérica o lo que han visto en películas. Pero para mí, que soy americano al igual que los 1,036,900,579 habitantes que conformamos el continente, que soy del sur, que soy de Venezuela, esto, señores… esto ya lo hemos vivido.

sábado, 15 de febrero de 2025

Criminales & Deportaciones (O la historia de los latinos que no quieren ser latinos)


Hace apenas 3 semanas que el presidente de EEUU Donald Trump ha regresado al poder en un segundo mandato.

Aunque sus primeras semanas han sido sumamente polémicas, no podemos decir que Trump ha engañado a nadie. Cada una de las decisiones y acciones que ha tomado ya habían sido anunciadas y publicitadas por él mismo desde el mismo momento en que Joe Biden había tomado el poder tras vencerlo en las elecciones de 2021 y a las que el actual presidente no se cansa de señalar como “fraudulentas” sin mostrar prueba alguna de tal fraude.

Algunas cosas llaman la atención, más allá de las políticas claramente segregacionistas del señor Trump, y hablo de la percepción que tienen muchos latinos acerca de este nuevo período presidencial. Y es que esta percepción distorsionada de la realidad, que también alcanza a muchísimos ciudadanos estadounidenses, pareciera responder a un fenómeno psicológico de “auto complacencia”, que se refiere a la capacidad que tiene nuestra psique de acomodar la realidad y los hechos a una interpretación, o justificación, que se amolde a lo que queremos creer.

-Están deportando venezolanos-
JUSTIFICACIÓNES: Está bien, porque son criminales/ Esta bien porque se han aprovechado del sistema/ esta bien porque son malos migrantes/ Esta bien porque son ilegales/etc

Los que justifican, por algún motivo de estudio, se "separan" psicológicamente del grupo de afectados. Establecen un "ellos" y un "Yo". De alguna manera quieren pensar que pertenecen al grupo de “beneficiarios” del poder. Quieren pensar que ellos y Trump, están del mismo lado.

Si bien Latinoamérica (y el resto del mundo) se ve afectada por la economía de EEUU, no es menos cierto que EEUU se beneficia inmensamente de los tratados y comercialización con los demás países. Es de estos otros países que EEUU adquiere sus materias primas, gran parte de su mano de obra, e incluso tecnologías y cerebros.

Para nadie es un secreto que una parte importante de las “grandes mentes” que han hecho vida en EEUU son de hecho, extranjeros. Es un hecho.

Existe una idea, al mejor estilo de las películas de Hollywood, de que en EEUU la "ley y la justicia" se cumplen siempre. Sin duda. EEUU es el faro y ejemplo a seguir en todo. Esta idea ha sido siempre muy bien publicitada, y esta campaña ha sido altamente efectiva. Pero en la realidad, EEUU esta lleno de corrupción e injusticia igual que cualquier país. Incluso más. Históricamente EEUU ha quebrantado los límites de la moral y la ética INNUMERABLES VECES para alcanzar los objetivos que quieran.

EEUU ha propiciado la proliferación de carteles de narcotráfico para financiar acciones contra gobiernos extranjeros. La dictadura de Panamá por Noriega es un ejemplo de ello. Noriega era un miembro de la CIA. 

Los grupos paramilitares CONTRA de Nicaragua, que pusieron al frente Sandinista en el gobierno del cual hoy Daniel Ortega es heredero, fueron financiados por Reagan por medio de una triangulación con grupos terroristas iraníes.

Después de la Segunda Guerra Mundial, EEUU otorgó la ciudadanía de contrabando a un importante número de científicos Nazi para desarrollar su propio programa misilístico, obviando los crímenes de guerra que estos habían cometido. Operación “Paper Clip” fue el nombre de la operación, y cualquiera puede corroborar esto con una simple búsqueda de información en internet. Fue gracias a Wernher von Braun, el Nazi responsable del misil balístico V2 de los Nazi que EEUU logró llegar a la luna. Su información (para los escépticos) está incluso en la pagina oficial de la NASA, donde se le nombra como “el científico de misiles mas importante de la historia”.


En 2020 Jared Kutchner fue "perdonado" por el presidente Trump para evadir cientos de demandas por "hostigamiento" a comunidades enteras para desalojar a los residentes y convertir a las mismas en edificios de lujo y enriquecerse con estas medidas. El señor Kutchner no sufrió ningún revés legal por tales acciones. Claro, este señor es el yerno de Trump.


Pero la hipocresía no para con el tema migratorio, sino con los temas de justicia. Basta con corroborar como los indocumentados (término correcto. No hay nadie ILEGAL en el mundo) aportan más de 100 billones de dólares anuales en impuestos que alimentan los retiros de ciudadanos estadounidenses pero o reciben NINGUN BENEFICIO de este aporte. No reciben ni siquiera el reconocimiento de este aporte. Entonces para el gobierno, los indocumentados son buenos para trabajar por sueldos bajísimos y pagar impuestos, pero son señalados de criminales. Por otra parte, hay poderosos ricos con hasta 34 sentencias de culpabilidad por evasion de impuestos, asalto sexual y fraude que no son amonestados en manera alguna. 
Elon Musk, nuevo socio del presidente Trump en su nueva administración, es Sudafricano y fue un inmigrante ilegal por un buen tiempo. Esto no ha sido obstáculo en absoluta para que ahora sea el hombre más poderoso del gobierno de Trump. 

Marco Rubio, es hijo y nieto de cubanos que llegaron a EEUU de manera ilegal. El mismo presidente es hijo de inmigrantes, y sus esposas, son inmigrantes. El tema de ir "contra los inmigrantes" es una política que pasa de hecho los límites de una clara hipocresía.

Vemos a una administración que culpa a sus países vecinos del consumo de fentanilo y otras drogas que matan a ciudadanos estadounidenses, pero no escuchamos NUNCA de un solo operativo policial que haya detenido a alguien DENTRO de los EEUU por distribucion de drogas. No vemos ni una sola campaña anti drogas en EEUU. No existe NI UNA SOLA PERSONA estadounidense señalada por pertenecer a ninguna organización vinculada a las drogas en carteles de "buscados" por la DEA. No sabemos ni de UNA SOLA operación dentro de EEUU de la DEA con la intención de desmantelar un cartel de drogas... la culpa es de México y Canadá.

En lugar de atender intereses como detener la inflación, la nueva administración ha declarado una guerra sin cuartel a los inmigrantes de origen latino. No hemos visto a nadie comentar sobre la preocupación y deportación de criminales de otras partes del mundo. Incluso, se ha llegado a plantear la disposición de aceptar en calidad de “refugiados” a ciudadanos BLANCOS sudafricanos, que según la perspectiva del nuevo gobierno, son una minoría oprimida por el gobierno sudafricano. Los blancos beneficiados por el Apartheid son los "oprimidos" según Trump.

Se han hecho igualmente comentarios desafortunados como “el racismo afecta principalmente a los blancos” haciendo referencia a los ciudadanos estadounidenses, que representan aproximadamente el 60% de la población. Trump ha decidido, sin tener en si mismo potestad alguna para hacerlo, cambiar el nombre al Golfo de México, nombrado así hace más de 400 años. Un acto risible para las instituciones serias a nivel mundial que han obviado tal acto de soberbia e ignorancia.

Trump ha decidido reavivar una campaña de descrédito hacia los latinos, a los que señala, nuevamente, de criminales, traficantes y terroristas. En ese clamor, ha prometido batir cualquier record de deportación, y para hacerlo, incluso ha habilitado la cárcel de Guantánamo en Cuba como destino para esos “criminales”, y mientras habla de “criminales que invaden las fronteras”, al mismo tiempo pretende anexar a Canadá como el estado 51 de la unión, comprar Groenlandia, adueñarse de la Franja de Gaza para hacer un “desarrollo turístico”, desalojar a mas de 2 millones de gazatíes de sus hogares y enviarlos a Jordania y Egipto (sin la aprobación de esos países por cierto!) y cobrarle a Ucrania la ayuda en la guerra haciendo que esta le ceda a EEUU parte de su territorio. Pero hay que hacer un pequeño paréntesis en este punto: Los deportados "criminales" han sido declarados criminales por ser indocumentados, no por ser de hecho, criminales. No nos equivoquemos. La excusa de estar deteniendo criminales afecta a unos 11 millones de latinos en EEUU, y aunque es posible que hayan efectivamente detenido a algunos criminales, estos no representan ni el 1% de los afectados. Bajo la ley estadounidense, vivir en el país sin autorización o estatus legal no es una falta criminal sino civil. Por lo tanto, es falso que las personas indocumentadas tengan de por sí un "récord criminal" como lo asegura el gobierno de Trump. Si esto es lo que dice la ley, cabe preguntarse entonces si las deportaciones masivas son de hecho, legales.

Un ejemplo claro es la detención de miembros del infame Tren de Aragua, banda criminal internacional de origen venezolano. En primer lugar, cabe preguntarse como los atrapan. ¿Han sabido siempre donde están?. ¿Cómo los identifican?. ¿Cómo puede operar una banda de este tipo en un espectro tan grande como asegura el gobierno de Trump sin la ayuda de miembros locales?. ¿Cuantos miembros locales de esta banda, entiéndase estadounidenses, que facilitan sus  operaciones han sido detenidos?. ¿Cuántos miembros del Tren de Aragua hay en EEUU y cuantos de los venezolanos afectados por las políticas anti inmigrantes son de hecho miembros de bandas criminales?. ¿Cómo se justifica que supuestas medidas contra una banda criminal con unos cientos de miembros afecte a toda una comunidad de millones?.

Pensemos un poco esto: Los criminales del Tren de Aragua, mas allá de hacer vida en la banda, necesitan alquilar viviendas, por ejemplo. ¿Cómo lo hacen si no tienen papeles, sin hablar inglés, sin documentos, sin vehículos?. Tiene que haber un sistema organizado para que estos miembros puedan organizarse. No es descabellado en absoluto pensar que hay bandas y criminales "estadounidenses" ayudándolos. ¿A cuantos de esos que organizan esta logística han detenido?. Sin embargo de esto no hay ni una sola noticia. Al parecer, todos los males de EEUU se deben a los venezolanos y a los latinos indocumentados.

Todo esto, entre muchas otras cosas, y solo para empezar, ha sucedido en solo 3 semanas.

En lo doméstico, el gobierno ha desmantelado docenas de programas de ayuda y protección a los ciudadanos que hacen vida en EEUU, como el organismo regulador de bancos, los programas de Igualdad, Diversidad e Inclusion, y cualquier programa de ayuda federal a programas como Medicare (seguro medico accesible), programas de alimentación escolar y cupones de comida para familias necesitadas entre otros cientos de programas. Igualmente se han despedido miles de empleados públicos y se han cerrado instituciones enteras en todos los ámbitos, sobre todo, culturales y de ayuda social.

La idea de esto es “ahorrar” gastos al gobierno, como lo han hecho ver voceros del gobierno y el mismo presidente.

Pero es que Trump nunca escondió sus intenciones. Nunca dijo o prometió algo distinto a lo que está haciendo. Pasó los últimos 4 años haciendo campaña. Es por eso que hoy, sabiendo cual es la directiva dada por el presidente a su gobierno, nadie debería estar sorprendido.

Pero en el caso de los latinos, hoy criminalizados por su ascendencia, es curioso ver cuantos latinos “justifican” las acciones que se toman contra las comunidades de las que llos mismos forman parte. Ni hablar de los latinos FUERA de EEUU que no solo apoyan las acciones del gobierno de Trump incluso con más fanatismo que los mismos trumpistas segregacionistas más recalcitrantes.

Un dato curioso: Jeff Bezos, fundador de Amazon, es hijastro de un cubano (aca un link para los escépticos), y el señor Bezos, a diferencia de muchos latinos, se siente orgulloso de ese legado, al punto de ser el mismo quien habla con orgullo de ese detalle en un video. Mientras tanto, latinos admiradores de Mr. Jeff, se avergüenzan de ser latinos... que cosa tan curiosa.


Acá el video 


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No deja de ser lamentable que muchos latinoamericanos hoy parezcan avergonzarse de su gentilicio y pretendan de una manera u otra ser reconocidos como parte de otra cosa. No puedo más que pensar en ellos como en un grupo de ignorantes de la historia latina, que se remonta a más de 5 mil años, y no solo a los últimos 500 años de la "conquista". Si supieran de donde vienen, estarían orgullosos. Pero es  esa actitud y esa ignorancia justamente la que mantiene a nuestros países en el tercer mundo. No hay nada más deprimente en el mundo que el sentimiento de inferioridad de los ignorantes. Fue esa ignorancia la que mantuvo siglos de esclavitud, cuando un “amo” controlaba con un solo látigo a MILES de esclavos incapaces de sublevarse. Ignorantes de su propia fuerza.

Religión y política son temas difíciles de abordar porque tocan temas de opinión y creencias. El pensamiento de manada prela sobre el razonamiento individual. Nos unimos a una suerte de “pensamiento colectivo” en el que todos asumimos que la idea propuesta y aceptada por los demás es la correcta, y si queremos “pertenecer” a ese colectivo, debemos pensar igual que ellos. Aceptamos cada propuesta, cada tesis, sin cuestionarla en lo más mínimo. Es así como perdemos la capacidad individual de pensar y analizar. Son vestigios de un pasado primitivo que aún hoy persisten en algunos más que en otros. Esa es la base de la política y la religión. Un “líder” nos dice que es lo bueno, lo malo y quien es el enemigo. La manada apoya a este líder. Esto no es nada nuevo. Lo que si llama definitivamente la atención es ver a miembros ajenos de un grupo pretendiendo formar parte de ese colectivo, incluso cuando eso va en detrimento de sus propios derechos, sus virtudes, su valor y sus muy bien ganados reconocimientos.

miércoles, 12 de febrero de 2025

El miedo que no deberia existir

Si algo nos ha demostrado la historia, es que el tiempo no es sino un espejo cruel: las civilizaciones cambian, pero el alma humana permanece oscura, impredecible. Nos gusta pensar que evolucionamos, que avanzamos hacia algo mejor. Pero, ¿es cierto? No me atrevo a afirmarlo. 

Soy hijo de artistas y, a veces, creo que pienso como uno, aunque no necesariamente lo sea. Si algo he aprendido, es que los artistas no ven el mundo con ojos románticos, como muchos creen. No. Lo ven desnudo, brutal, sin piedad. Y lo reflejan en su arte, que es, en esencia, una protesta. Una denuncia. Los artistas son críticos por naturaleza, y yo, aunque no sea artista, sé que llevo en mí esa vena inquisitiva, esa necesidad de escarbar en la mugre de la historia. 

 Mucho ha cambiado desde que nos refugiamos en cuevas, dejando nuestras huellas en Altamira, testimonio de un pasado remoto donde la supervivencia era lo único que importaba. Cazábamos para comer, protegíamos a los nuestros, nos resguardábamos del frío y del hambre. Luego, construimos ciudades, templos, imperios. Aprendimos a forjar el metal, a encender fuego a voluntad, a escribir y plasmar nuestra existencia en lienzos y papiros. Pero la naturaleza humana es extraña, retorcida. 

Con cada avance, con cada obra maestra, también perfeccionamos el arte de la guerra. Inventamos la conquista. Descubrimos la tortura. Refinamos la muerte. Y mientras Miguel Ángel elevaba la belleza a su máximo esplendor con la Capilla Sixtina, la Iglesia masacraba millones de indígenas en América. Inventamos la imprenta para iluminar al mundo, pero también la usamos para adoctrinar, para justificar la esclavitud, para cimentar el poder de unos pocos. Nos gusta pensar que con cada era nos volvemos más civilizados. Que dejamos atrás la barbarie de los circos romanos, la quema de brujas, las guillotinas. Pero, ¿realmente cambiamos? 

Las hogueras del pasado son hoy bombardeos. Las guillotinas han sido reemplazadas por drones y misiles. Ya no arrancamos cabezas en plazas públicas, pero asesinamos en silencio, con la frialdad de la tecnología. Los imperios de antaño siguen aquí, disfrazados de democracias. 

Rusia invade Ucrania con el descaro de un césar moderno, y el mundo observa, indiferente, redactando tibias condenas en cumbres diplomáticas. Israel y Palestina se consumen en llamas por decisiones tomadas hace un siglo en despachos lejanos, y hoy, un aspirante a emperador global decide que Gaza debe convertirse en un paraíso de hoteles y casinos. La humanidad calla. Se limita a redactar cartas de rechazo, a seguir el protocolo, a mirar para otro lado. 

 Este mismo emperador, revestido de un delirio narcisista, pone sus ojos en Canadá, en Groenlandia. No con bombas, no con tanques, sino con el arma más efectiva de nuestra era: la asfixia económica. Lo mismo hace con el resto del mundo, sometiéndolo a un nuevo orden donde el poder absoluto es encarnado por un hombre de piel anaranjada y ambiciones desmedidas. Pero el horror no se detiene en las altas esferas. Sus propios seguidores, los ciudadanos que lo elevaron al trono, son también víctimas de su poder. Inflación descontrolada, derechos pisoteados, justicia amañada, privacidad violada. Un imperio del miedo, sostenido por un séquito de fieles dispuestos a blindarlo con leyes, a proteger su impunidad. Y el resto de nosotros, meros espectadores, observamos impotentes cómo nos arrollan. 

 ¿No se suponía que habíamos aprendido? ¿Que la historia nos había mostrado el precio del odio, de la codicia, de la ambición desmedida? ¿Cómo justificamos el despojo de millones de palestinos para construir campos de golf y lujosos resorts? ¿Cómo permitimos que un puñado de millonarios decida quién merece vivir y quién debe ser borrado del mapa? 

 Nos gusta creer que superamos el racismo, que dejamos atrás las sombras de la segregación. Pero la historia es cíclica, y las mismas injusticias se repiten con distintos nombres. Hace apenas unas décadas, en la nación más poderosa del mundo, los negros no podían entrar a los mismos baños que los blancos. Hace un suspiro, Rosa Parks fue humillada por negarse a ceder su asiento. Hace un instante, George Floyd fue asesinado en plena calle, ante las cámaras, ante nuestros ojos. Y hoy, ese mismo país lleva a cabo una nueva limpieza racial, mientras millones aplauden, cegados por el fanatismo. ¿De verdad seguimos avanzando? ¿O solo nos engañamos a nosotros mismos? Hoy, por primera vez en mucho tiempo, me pregunto si no hemos retrocedido. Si el mundo no es más cruel, más despiadado, más inhumano que nunca. Ojalá me equivoque. Ojalá haya algo de esperanza. Pero hoy, por primera vez, no estoy seguro.

La canción de Maia

La Canción de Maia En un rincón escondido del mundo, donde el viento susurra secretos entre los árboles y el río canta historias antiguas, v...