Hace muchos años escuché por primera vez el término “Quinta Columna”. En un país hundido en una narcodictadura disfrazada de neocomunismo como Venezuela, los términos ideológicos y las frases confusas agregadas a cualquier conversacion es el pan de cada día.
Recuerdo que eso de “los quinta columna” se refería a personas que, de alguna manera, formaban parte del gobierno, pero que en realidad jugaban para el enemigo. Eran infiltrados. Según los voceros del régimen, estos eran peligrosos enemigos que había que destruir.
Los regímenes totalitarios, en su mayoría, suelen operar con el mismo modus operandi: crean frases de moda, señalan enemigos temporales, popularizan eslóganes que todos repiten, y así construyen su discurso. Lo que hoy está de moda durará un tiempo, hasta que lo sustituyan por otra cosa.
En Venezuela, al principio se hablaba de los “oligarcas” como el gran enemigo. Una suerte de sociedad de gente rica y poderosa que se alimentaba de los pobres y los hacía cada vez más pobres. Una suerte de vampiros a los que el heroico gobierno libertario iba a eliminar. Sin embargo, después de 26 años, los únicos oligarcas que conocemos son los narcotraficantes del régimen y sus familias, por lo que han debido inventar nuevos enemigos. Así nacieron términos como “escuálidos” para referirse ahora no a un grupito de ricos, sino a los millones de ciudadanos clase media opositores. Luego salieron los “majunches”, que eran los dirigentes de oposición. Los mismos creativos de las iguanas que atacaban el sistema electrico nacional crearon nuevas excusas como la guerra económica, el bloqueo económico, los bachaqueros, las sanciones, y ultimamente la guerra tecnológica. Siempre hay algo nuevo.
En el caso de Venezuela, ya no sorprende la cantidad de excusas que el narcorégimen utiliza. Sabemos que siempre encontrarán un nuevo eslogan para justificar su ineptitud y desfalco. En este sistema no hay sorpresas. Pero, ¿cuánto tiempo debía pasar para que muchos se dieran cuenta de que este tipo de mentiras y manipulaciones no ocurren solo en Venezuela?
Hoy, para muchos es una sorpresa (para otros, como yo, no) descubrir que la nueva administración de EE.UU. opera con la misma lógica de los regímenes totalitarios de siempre. Pero es una sorpresa solo porque quienes "admiran" al señor anaranjado han elegido no ver la realidad y han preferido mantenerse ciegos. Eso de admirar a la gente porque tiene dinero nunca ha sido buen indicativo de nada.
El enviado de Trump a Venezuela para negociar con Maduro, Richard Grenell, afirmó recientemente que Trump no tiene interés en cambios de regímenes en el mundo. A primera vista, parece una declaración sensata. Sin embargo, es curioso que Grenell diga esto cuando ha sido negociador de Trump únicamente frente a Maduro y que, apenas horas después de su visita a Caracas, Trump renovara las licencias petroleras de Chevron, oxigenando así a la dictadura.
Es necesario hacer memoria: Trump no está en la presidencia desde enero, sino que ya tuvo un período de cuatro años en el que no hizo absolutamente nada para presionar a la dictadura venezolana. Sus declaraciones sobre que “todas las opciones estaban sobre la mesa” nunca se tradujeron en acciones concretas. La pregunta es: si no hizo nada en sus pasados cuatro años de mandato, ¿por qué haría algo ahora? ¿Qué cambió?
La respuesta parece clara, aunque incómoda para muchos: Trump necesita el petróleo venezolano para mantener su imagen y mantener los precios de la gasolina en EE.UU. sin que esto le afecte la imagen. No está dispuesto a sacrificar un suministro barato por el bienestar de los ciudadanos de un país al que claramente considera inferior. Al mismo tiempo, tampoco duda en apoyar a Rusia para mantener un equilibrio energético que no afecte su imagen frente a una inminente inflación en el sector energético de EEUU después de declarar una guerra arancelaria contra todos los aliados democráticos. Y fíjense bien en ese detalle: guerra contra los aliados "democráticos". No ha sido su guerra arancelaria o de ataque contra países como Rusia, Corea del Norte, Nicaragua, Venezuela, Cuba... contra estos, de hecho, el tono es mucho más suave.
Es comprensible que sectores venezolanos se sientan traicionados. Esperaban que Trump fuera el líder que enviaría tropas o un comando especial a capturar a Maduro y entregar el país a un “nuevo gobierno democrático”. Pero la verdad es que esa idea nunca pasó por su mente. No lo hizo durante su administración y ahora lo ha dicho explícitamente: no lo hará. Pero no nos pongamos intransigentes. La verdad es que esa tampoco es su obligación ni su responsabilidad. Pensar que iba a hacer algo así fue solo atribuciones que gente ingenua le puso encima.
El desencanto de algunos venezolanos es entendible, pero también es un reflejo de una ceguera voluntaria. Trump nunca mostró interés en otra cosa que no fueran sus propios negocios. Su campaña siempre se basó en deportaciones masivas, en culpar a los latinos de los problemas del país, en exaltar la misoginia y en idolatrar a los millonarios como dioses. Quienes no vieron esto simplemente decidieron no verlo. No debería sorprendernos su afinidad con dictaduras. ¿Acaso nadie recuerda sus elogios a Putin? ¿Su admiración por Kim Jong-un? ¿Sus referencias a Maduro como un “hombre fuerte”?. Las señales siempre estuvieron ahí a la vista. La verdad es que Trump nunca se esforzó en siquiera ocultarlas.
¿Por qué nos sorprende que EE.UU. apoye dictaduras, traicione a sus aliados y genere caos mundial? La respuesta es desalentadora y fría: la imagen de EE.UU. como país ejemplar es poco más que una ficción.
Muchos siguen viendo a EE.UU. como el país de la justicia, la igualdad y el bienestar, donde los policías son como Horatio en CSI, resolviendo crímenes con una fibra de nylon y un Mustang GT. Un país donde los jueces son incorruptibles y los abogados son genios de la ley como en Boston Public. Donde los soldados son héroes como G.I. Joe o Rambo. Piensan muchos que los malandros de EEUU son como los de Rapidos y Furiosos y que cuando salen de las pandillas se convierten en agentes como Vin Diesel en XXX... pero la realidad es muy diferente.
La realidad es que EE.UU. es el país con más tiroteos escolares en el mundo. Se estima que anualmente, al menos 4,000 niños y adolescentes mueren por incidentes relacionados con armas de fuego en Estados Unidos, y otros 15,000 resultan heridos, sin embargo el gobierno se niega a tomar acciones sobre el control de armas porque la industria armamentista financia lobbies políticos con cifras astronómicas que nadie está dispuesto a arriesgar. De ese lobby dependen fortunas de muchos senadores y congresistas.
La realidad es que no existe NI UNA SOLA PERSONA EN EL MUNDO tratando de venir a EEUU por "su sistema de salud envidiable", o por su "gran calidad a nivel educativo".
La realidad es que según datos de la ONU, solo en 2021 más de 80.000 personas murieron en EE.UU. por sobredosis de opioides, de las cuales 70.000 fueron causadas por fentanilo y otros opioides farmacéuticos recetados por medicos.
La verdad es que aproximadamente 37.3 millones de estadounidenses de 12 años en adelante consumieron drogas ilegales en el último mes, y que de los 296 millones de personas que consumen algún tipo de drogaa nivel mundial EEUU representa el 13.5%, ganandose un sólido primer lugar en consumo a nivel planetario.
Pero a pesar de ser el mayor consumidor de anfetaminas del mundo, no existe NI UNA SOLA campaña antidrogas efectiva dentro del país, ni programas serios para desmantelar las redes de distribución de las mismas. Se culpa sin empacho alguno a otros países de este flagelo mientras se normaliza el uso de drogas en películas y series de TV que asocian eso, el crimen y la misoginia con el éxito. Basta ver el éxito de series como NARCOS, Los Soprano, Breaking Bad o Euphoria para ver lo hipócrita del doble discurso "antidrogas" que hoy abandera el presidente Trump y su gabinete, sobre todo porque ya este es un segundo mandato, y durante el primero, no hubo ninguna acción para mejorar esta situación.
No hay una sola guerra en la historia en la que haya intervenido EE.UU y salido victorioso. Ni una. Y, sin embargo, la narrativa de que es “el gran vencedor de mil batallas” sigue viva gracias a Hollywood. No hay ahorros a la hora de pintar la historia de EE.UU como el "vencedor de la Segunda Guerra Mundial". Basta con investigar muy básicamente como fue el desarrollo y finalización de la misma para darse cuenta que EE.UU llegó a la guerra cuando los aliados ya estaban recogiendo las sillas de esa fiesta.
Hoy, vemos a Trump, un hombre declarado culpable por más de 34 crímenes fiscales y sexuales, que se ha declarado en bancarrota seis veces, jugar al emperador mientras millones lo aclaman como un “gran hombre de negocios”. Pero, ¿qué negocios exitosos ha tenido Trump si se ha declarado en bancarrota seis veces?. La verdad es que Trump ha logrado mantener una fortuna tras esas bancarrotas porque estafó a cientos de empresas a las que hizo quebrar por su impago. No es de extrañar entonces que, siendo un pésimo empresario, se sienta fascinado por Elon Musk y siga al pie de la letra cualquier cosa que este le ordene. después de todo, Elon parece saber más de negocios que Trump.
Trump ha inflado el valor de sus propiedades para obtener préstamos bancarios y ha evadido impuestos. Aun así, se estima que su fortuna real está entre 2.000 y 5.000 millones de dólares (en inversiones mayormente). Nada despreciable, aunque una suma insignificante comparada con la de Musk, valorada en al menos 440.000 millones.
Cabe preguntarse: ¿Podría Trump estar buscando aumentar su fortuna otorgando contratos y negocios a las empresas de Musk a cambio de favores financieros? Porque, siendo sinceros, Musk no necesita un cargo en el gobierno para vivir. Entonces, ¿qué lo motiva? ¿Patriotismo? No lo creo. Ni siquiera es estadounidense de nacimiento. ¿Negocios? suena mucho más creíble. ¿Y qué podría ganar Trump de esta relación?, si me lo preguntan, ninguno oculta sus intenciones: DINERO. Hoy, Trump parece ser un "quinta columna" para su propio país.
Si aún crees que en EE.UU. esas cosas no pasan, es momento de que revises la historia con más atención.
No debería entonces extrañar a nadie que esta nueva administración halla pactado con Maduro y con Rusia lo que sea que fuera necesario con tal de mantener su frágil estabilidad política. Tendrá esto un precio? Si, y muy alto, tanto para EEUU como para Venezuela y el resto del mundo, pero de eso hablaré luego. A corto plazo, lo que va a suceder es que NADIE en el mundo, puede ver a EEUU como un aliado. A Venezuela, lamentablemente y como he venido diciendo desde hace un rato, solo le queda entender que la única manera de obtener la libertad es tomando el camino que han tenido que tomar otras naciones bajo dictadura: salir a la calle y ganarla a como de lugar. No hay otra opción, porque la libertad no nos la va dar nadie mas que nosotros mismos. No es culpa de Capriles, ni de Edmundo, ni de Maria Corina. La libertad está en manos de los MILLONES de venezolanos que están en Venezuela. Mientras esos millones se dejen pisar por unas docenas, no hay nada que hacer para liberarlos.