viernes, 26 de diciembre de 2025

TIC, TAC, MADURO

 


El narco dictador Nicolás Maduro acaba de entrar hoy en una fase que ya no puede ocultarse detrás de discursos ni de gestos patrioteros: la fase del miedo operativo. La confirmación pública de que habló con Donald Trump hace unos días intentando presentarlo como una conversación “cordial y respetuosa”, no es una señal de diplomacia, sino el síntoma inequívoco de un jefe de cártel que comienza a tantear salidas mientras pretende que nadie note el temblor en sus manos.

La llamada, según las filtraciones, no fue un intercambio inocente. Trump le habría puesto un ultimátum: salida inmediata a cambio de un salvoconducto. Y la reacción del narco dictador lo dice todo. Pidió amnistía total, levantamiento de sanciones y garantías sobre el aparato militar. En otras palabras: pidió que le aseguraran un futuro sin consecuencias mientras conserva el músculo que lo sostiene. No aceptó. No porque se sienta fuerte, sino porque sabe que cualquier concesión mínima lo deja desnudo ante los mismos capos que lo rodean y que no dudarán en sacrificarlo por su propia seguridad.

Mientras tanto, sus acciones internas revelan más de lo que su discurso intenta ocultar. En una maniobra propia de los tribunales clandestinos del narco régimen, Maduro impuso una condena de treinta años al yerno de Edmundo González Urrutia, legítimo presidente de Venezuela, fabricándole cargos de terrorismo y otros delitos que no resisten el menor análisis. Esta sentencia es un acto de castigo ejemplarizante dirigido a la línea sucesorial democrática, un intento desesperado por desmoralizar al gobierno legítimo e infundir miedo en su entorno. Lo que pudo ser una carta de negociación, la han convertido en una linea más en el expediente de crímenes de lesa humanidad que los perseguirá siempre.

El narco dictador ha comenzado a vetar aerolíneas comerciales, prohibiéndoles operar en Venezuela justo cuando el gobierno de Trump ordenó la suspensión del tránsito aéreo sobre el espacio venezolano por las escaladas militares en curso.

Desde Washington la narrativa es cada vez más firme. El secretario Marco Rubio advirtió públicamente que Maduro no podrá engañar a Trump ni prolongar indefinidamente su control del poder, recordando la ingenuidad con la que el Cártel de los Soles manipuló al gobierno de Biden. El mensaje es directo: no habrá espacio para simulaciones ni para negociaciones cosméticas.

Las piezas del tablero internacional también se movilizan. Hoy la OFAC sancionó a múltiples operadores vinculados al Tren de Aragua, un golpe quirúrgico que no es aislado ni simbólico. Estas sanciones buscan asfixiar de manera acelerada al ecosistema delictivo que sostiene la narcodictadura desde las periferias criminales, desmontando redes de lavado, rutas de tráfico y nodos financieros que durante años operaron con la confianza de sentirse intocables. La sensación general es que los hilos se están moviendo en simultáneo: presiones militares, sanciones económicas, cierres aéreos, medidas políticas internas, operaciones financieras y maniobras judiciales. Todo converge en un punto: el Cártel de los Soles está siendo acorralado desde todos los flancos, y en medio de esa convergencia, Trump anunció que las operaciones irán “mucho más allá de la presión”. Aseguró que pronto comenzarán ataques sobre blancos en tierra, y que la misión no será únicamente disuasiva, sino ejecutiva. 

Trump habla en esos términos y al mismo tiempo ordena el cierre de rutas aéreas, despliega fuerza en el Caribe, aprueba planes de contingencia para capturas y endurece sanciones contra el brazo criminal del régimen. El mensaje ya dejó de ser una amenaza. Ahora es   un protocolo de operaciones, y el narco chavismo lo siente. 

La respuesta de Caracas es defensiva, improvisada, desesperada. Maduro comienza a moverse en círculos, a blindarse, a cambiar teléfonos, a no dormir dos noches seguidas en el mismo lugar, a reorganizar su entorno inmediato. Seguramente sus lugartenientes hacen lo mismo. Pero lejos de lo que quieren mostrar, estos no son gestos de un líder seguro, sino de un jefe de organización criminal que empieza a entender que ya no controla el ritmo, ni los tiempos, ni los escenarios.

El narco dictador parece comprender que él mismo, su cuerpo, su nombre, su permanencia física, es el eslabón más débil de un sistema que ahora maniobra para salvarse incluso de su propia cabeza.

La pregunta dejó de ser si caerá. La pregunta es ¿quién lo alcanzará primero: la justicia internacional, el cerco de EEUU, Cuba, o su propio entorno?


Jose Calabres

#CartelDeLosSoles #Maduro #Trump #venezuela

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