lunes, 23 de abril de 2018

BOLCHEVIQUES COMUNISTAS EN LATINOAMERICA Y MENTIRAS REVOLUCIONARIAS

Tomás Serrano

La historia nos muestra que muchos acontecimientos del pasado fueron errores fatales para la civilización y que no deberían cometerse de nuevo. Eso nos muestra la historia. Que volvamos a tropezar con los mismos errores una y otra vez no habla muy bien de nuestras capacidades racionales y evolutivas como especie. En el caso de la política, al parecer, falta mucho por aprender.

Decía Baltasar Gracián, escritor español nacido en 1601, en su libro “El Criticón”, que “más vale ser líder de ignorantes, que de sabios, pues en cada pueblo hay solo un sabio, o quizá dos, mientras que los ignorantes, son el resto”. Al parecer, la ignorancia sigue carcomiendo lo mas profundo de nuestras sociedades, al punto de seguir guiando el ideal de los que quieren ser privilegiados, pero no por esfuerzo o mérito, sino por participación partidista, dentro de la estructura de las naciones. Aprovechadores de situación, en pocas palabras, abanderados de “revoluciones” que terminan siendo cualquier atrocidad, excepto una revolución de provecho.


Suelen este tipo de comportamientos, apoyarse en movimientos mitológicos mesiánicos en los que siempre se alude a un “protagonista superior” de capacidades casi divinas y a los que se atribuyen cualquier cantidad de bondades. Esto se ha repetido a lo largo de la historia de las civilizaciones en demasiadas ocasiones. Sin embargo, y para ir concretando la idea, tal vez uno de los casos más emblemáticos de la puesta en practica de “legados mesiánicos” al calco y copia más descarados quizá sea el del modelo comunista ruso bolchevique que se trata de implementar en Latinoamérica y que erige siempre a personajes como Lenin y Marx como héroes, y a personajes mas actuales a los que se trata de divinizar para hacerles infalibles en la memoria y conciencia del colectivo mas ignorante, como lo es el caso de Hugo Chávez en Venezuela y los hermanos Castro en Cuba, ambos, líderes de la destrucción de pueblos enteros y sumisión en la miseria más grande del continente americano en sus últimos 200 años republicanos.

En esta comparativa, me he topado con algunos comentarios realizados por el escritor Guillermo Cortázar y que fueron publicados en la sección La Tribuna de la pagina ElEspectador.com el 25 de octubre de 2017 y que me han parecido sumamente a tono con lo que he expuesto anteriormente, por lo que traigo a colación parte de esos comentarios y comparo con algunos ejemplos latinoamericanos.

Comencemos, por quien fue Lenin, el abanderado de los izquierdistas:

Entre febrero y octubre de 1917, la ciudad de San Petersburgo se vio sometida a una gran tensión y ansiedad debido a los errores del gobierno provisional liberal-democrático de Aleksander Kérenski y las tácticas golpistas de los bolcheviques. Los bolcheviques eran una facción minoritaria del partido socialdemócrata ruso. Su jefe, Lenin, un revolucionario profesional, no dudaba en mentir, disimular y tergiversar hasta el paroxismo aprovechando los errores y debilidades del gobierno provisional.

El engaño más hábil y duradero de los comunistas (que ha acompañado durante cien años a la mitología de izquierdas) es que la toma del Palacio de Invierno, el 25 de octubre de 1917, sede del gobierno, fue una revolución llevada a cabo por un movimiento popular de obreros y campesinos. Una revolución por la “paz, tierra y pan” frente a un gobierno que pretendía el retorno del zarismo. Notemos en especial el simbolismo y el paralelismo que se trata de hacer entre estos hechos y en el caso del comunismo latinoamericano con casos como el de Chávez en Venezuela, que, en 2002, tras haber sido derrocado, se convirtió en una suerte de mito que aseguraba que el derrocado fue regresado al gobierno gracias al pueblo, haciendo un claro paralelismo a la mitología impuesta el siglo pasado por Lenin. Caso similar el fallido intento de restauración de Manuel Zelaya tras su derrocamiento en Honduras en 2009.) La verdad es que Chavez fue derrocado por MILITARES de su propio gobierno, y devuelto por MILITARES de su propio gobierno. Nada tuvo que ver ningún pueblo.

Por supuesto, después de 1917, la dictadura comunista no suministró ni paz, ni tierra, ni pan, sino todo lo contrario.

Aunque muchos intentan identificar a Lenin y a la “revolución de octubre” con el fin del zarismo, la verdad es que Lenin se enteró por la prensa, en Suiza, de la abdicación del zar y regresó a Rusia para derrocar un gobierno democrático gracias a un acuerdo con el káiser alemán. En pocas palabras, Lenin negoció con extranjeros par que le apoyaran en un derrocamiento del gobierno legítimo de su propio país.

La revolución de febrero de 1917 había sido el resultado del descontento de la población de las ciudades, con una línea de mando del ejército quebrada, que se negó a reprimir las manifestaciones populares por el desabastecimiento de San Petersburgo. Como siempre, las “revoluciones” basan su ideario en la máscara de la defensa popular y los derechos “del pueblo”, ofreciendo un futuro mas esperanzador que nunca llega. El libreto siempre es el mismo. Hitler repetiría ese libreto y ese discurso varias décadas después en Alemania.

En febrero, no había un plan preconcebido, un liderazgo ni organización que hubiera preparado la caída del Zar. En este sentido la revolución rusa de febrero de 1917 se pareció a la revolución francesa de 1789, desorganizada y espontánea y en una dirección liberal. Ambas revoluciones derivaron hacia el terror, ejercido desde el poder, con ríos de sangre; la francesa en 1793-1794; la rusa, a partir de octubre de 1917.

El gobierno provisional ruso en febrero llenó un vacío de poder y estaba legitimado por un parlamento democrático, la Duma. Los huelguistas se organizaron en consejos de soldados, obreros y campesinos (soviets) y constituyeron un poder paralelo que se propuso apoyar el nuevo orden revolucionario anti-zarista (se entendía por tal, el nuevo régimen democrático, que en el caso del comunismo latinoamericano es llamado “Anti-imperialista”, pero que a efectos prácticos no es mas que la copia al calco del fracasado comunismo ruso) y vigilar que las reformas políticas no fueran traicionadas. El gobierno provisional convocó elecciones para una asamblea constituyente el 12 de noviembre de 1917, con el fin de redactar una nueva constitución, decidir la forma de estado y nombrar un nuevo gobierno plenamente legitimado y democrático. El paralelismo con la Alemania Nazi y la Venezuela de hoy no deja de ser impresionante.

Ante esa amenaza democrática, Lenin, convencido de que no iba a ganar las elecciones, decidió dar el golpe de Estado definitivo antes de los comicios de noviembre.

Entre el 3 y el 5 de julio, los bolcheviques dieron un primer golpe de Estado que fracasó. El gobierno encarceló a dieciocho dirigentes bolcheviques (entre ellos, a Trotski) pero Lenin logró huir a Finlandia. Antes del golpe se había ocultado por el temor a ser detenido. El gobierno provisional tenía pruebas y testimonios de la financiación de Alemania a los bolcheviques y más directamente a Lenin, a través de su agente en Estocolmo, Ganetski. Desde entonces y hasta la víspera del golpe del 25 de octubre, Lenin vivió en Finlandia o en la clandestinidad. Notese de nuevo el paralelismo entre los intentos fracasados de golpes de estado realizados por Hitler en Alemania, y Chavez en Venezuela.

Kérenski, líder del gobierno ruso, creía que Kornilov, el militar de mayor prestigio en el imperio, estaba llamado a desplazarle del poder. Esta idea en la cabeza del gobierno, sirvió a Lenin y a los bocheviques para reforzarse y acusar a Kérenski de connivencia con los zaristas y dirigir en adelante, por medio de Trostki, el Comité de Defensa Militar del Soviet. Siempre se habla en este tipo de modelos de “traiciones y componendas”.

Kérenski apresó a Kornilov, y en un acto paradójico y suicida, entregó cuarenta mil fusiles al soviet de San Petersburgo, en un deseo de congraciarse con la izquierda revolucionaria. Se liberaron decenas de bolcheviques golpistas como acto de buena fe, entre ellos, a Troski, golpista que lideraría a los bolcheviques junto a Lenin, escondido en Finlandia huyendo de la cárcel. En Venezuela el gobierno a apresado a cientos de militares bajo sospecha de conspiración al tiempo que ha armado grupos paramilitares llamados colectivos, seguramente con la idea de crear una suerte de ejercito mercenario paralelo que se enfrente al ejercito regular en caso de un levantamiento institucional, como intentó en su momento Kérenski.

Puestas así las cosas, con un gobierno muy debilitado y liberados todos los dirigentes bolcheviques, Lenin fijó la noche del 24 de octubre para ocupar los lugares estratégicos de la ciudad (estaciones, correos, telégrafo, central telefónica, imprentas) y salvo una pequeña resistencia en el Palacio de Invierno, vencida en pocas horas, el poder pasó al partido bolchevique sin que la ciudad percibiera una gran conmoción. Kérenski apeló a los regimientos de la guarnición fuera de la ciudad, pero estos, seguidores de Kornilov, injustamente apresado y humillado, no atendieron su orden de movilización: fin de Kérenski. Fin de la libertad en Rusia.

Dos días después de tomar el poder, Lenin decretó el cierre de todos los periódicos salvo la prensa del partido bolchevique y del soviet, Pravda e Istzvestia. Venezuela ha suprimido gran cantidad de medios de comunicación, mientras que chantajea a otros, negándoles el papel o los insumos para imprimir, otorgamiento de concesiones, e incluso multando medios por conceptos legales difusos. Caso similar se trató de implementar en Ecuador bajo el gobierno de Rafael Correa, y por supuesto, en Cuba, donde solo existen periódicos y medios de apoyo al régimen.

Mientras en las calles había una apariencia de continuidad y normalidad, el poder comunista montó rápidamente una nueva policía política, la “Checa”, con poderes extraordinarios. En Venezuela, esta lo que llaman el SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia) o el G2 en Cuba, las SS de la Alemania Nazi o la Seguridad Nacional de Pérez Jiménez en Venezuela.

La temible Ojrama (policía política del zar) pasó a ser casi el recuerdo de una institución benéfica comparada con la Checa. La Ojrama era la policía política más numerosa de toda Europa con 15.000 miembros en 1917; la Checa, en apenas tres años, llegó a 250.000 miembros.

La “revolución” de Lenin y los comunistas, nació bajo la premisa de “liberar al pueblo” de la opresión. Lo mismo abanderaba Hitler. Curiosamente, mientras que en la Rusia zarista se ejecutaban un promedio de diecisiete personas al año por toda clase de delitos y a ese tipo de prácticas se oponía en teoría el comunismo bolchevique, luego de instaurado el gobierno de Lenin, entre 1918 y 1919, los “revolucionarios liberadores” ejecutaron un promedio de mil personas AL MES, sólo por delitos políticos.

En tanto la Checa hacía su trabajo, Lenin se dedicaba fervientemente a liquidar cualquier atisbo democrático de la República. El 12 de noviembre de 1917 se celebraron elecciones constituyentes convocadas previamente por la Duma (Asamblea nacional Constituyente en el caso de Venezuela). Sin embargo los bolcheviques (Lenin) perdieron las elecciones frente a los socialistas revolucionarios, el partido de Kérenski, el líder derrocado por Lenin.


El 5 de enero de 1918, la nueva Duma, reunida en sesión inaugural, hizo una primera votación en la que los bolcheviques perdieron por 138 votos contra 237. Era más de lo que Lenin podía soportar. Inmediatamente Lenin dio orden de disolución del Parlamento que no volvió a reunirse. En Venezuela, el parlamento fue desconocido por el gobierno y prácticamente anulado en funciones y declarado en “desacato”, figura legal que NO EXISTE en ningún reglamento o ley de la república. Lo mismo hizo Hitler en su momento, y lo mismo hizo recientemente el dictador Ortega en Nicaragua, e intentó hacer en Bolivia Evo Morales, infructuosamente.

La llamada Revolución de Octubre fue en realidad un golpe de Estado organizado y ordenado por Lenin, tal y como lo definió Curzio Malaparte en 1948. Cien años después es muy improbable el retorno del totalitarismo en su forma clasica. En el siglo XXI asistimos a otras tácticas golpistas neototalitarias, separatistas y populistas en países latinoamericanos esencialmente. Sin embargo, el calado del comunismo fracasado ha sido aún repelido en la mayoría de las naciones donde aún, y por suerte, el imperio de la ley sigue manteniendo cierto atisbo de peso, a excepción de Venezuela, donde la copia al calco del proyecto absolutista de Lenin ha sido implementado de manera idéntica en maneras y proceder paso a paso desde hace dos décadas. La pregunta valida es entonces: Si el comunismo de Lenin termino cayendo por su propio peso, ¿sobrevivirá el comunismo de Chávez y Maduro en Venezuela, o le espera el mismo destino?

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