Me parece que opinar es una suerte de exposición de los puntos de vista y consideraciones acerca de un tema que cada uno propone en un momento dado. De ahí, que las opiniones puedan cambiar. Es en el debate donde justamente los contextos se intercambian y nutren de experiencias de otros para darnos cada vez mas una idea mas general y heterogénea sobre las cosas, puesto que la verdad tiene miles de interpretaciones. No es entonces con animo de ofender ni criticar a nadie mi escrito.
Sin mas preámbulo, comienzo a exponer mi posición sobre el dilema actual que representa para el venezolano el hecho de participar o no en las venideras elecciones, en prácticamente horas desde que escribo esto.
Nuestro país, de larguísima tradición democrática, ha establecido, en los últimos 20 años, una suerte de idolatría por el sufragio. Nos jactamos de ser el país con mayor democracia en el mundo, aunque esta afirmación, en la realidad, está bastante lejos de ser verdad.
Partamos desde la idea de “democracia”. Este sistema basa su filosofía en que el poder reside en la mayoría, en el pueblo, que expresa por medio de votaciones su preferencia al momento de tomar decisiones para su propio futuro, ya sean elecciones de gobernantes, como consultas sobre cambios o implementación de leyes y normas, etc. La mayoría decide.
Pero este concepto, es solo una utopía, puesto que, en la práctica, solo unos pocos manejan a las masas. Aunque el pueblo supuestamente “elije”, las opciones a elegir son previamente “filtradas” por una élite, que propone quienes son los que pueden ser candidatos para la elección, y dependiendo del poder económico que tenga este u otro candidato, su imagen colectiva se nutre para obtener la simpatía de muchos o no. La verdad, es que sigue siendo una cúpula la que elije a quien elegiremos.
En el año 1998, el presidente Chávez fue electo con 3.673.685 votos, lo cual representaba para el momento el 56,2% del padrón electoral, aunque la población del país era de 23.57 millones de habitantes. Entonces, el presidente fue electo por poco mas del 15% de la población, lo cual nos dice que al menos 60% de la población, si consideramos que no todos estaban en edad de votar, NO ELIGIÓ. Entonces, el concepto de elección de la mayoría, falló.
Buscando resolver este dilema, algunos países han optado por realizar elecciones de varias vueltas, en las que se aseguran que al menos el 51% de los HABITANTES voten. Hasta que esa mayoría no hable, se siguen repitiendo las vueltas electorales. Aunque eso no resuelve el caso de las elites o de los abstencionistas, al menos parece estar más acorde a la idea de que la mayoría se manifieste.
Pero para que la democracia, que es imperfecta, funcione, se necesitan tener ciertos elementos concretos muy bien definidos y establecidos. Entre esos elementos contamos por ejemplo que el órgano regente que realiza las elecciones debe ser IMPARCIAL (CNE), para evitar la duda sobre favorecimiento a una u otra parte. El proceso debe ser AUDITABLE, para garantizar que los resultados son reflejo de lo que los electores han decidido. Debe existir un organismo tercero que pueda canalizar, gestionar y aplicar los correctivos necesarios en caso de tener que tomar acciones si se demostrase que el regente ha fallado en sus funciones (como la sala electoral del TSJ), y debe haber un órgano responsable de que la ley y el orden se mantengan apegados a la constitución (FANB).
En el caso de Venezuela, y sus venideras elecciones, ninguno de esos requisitos se cumple. De ahí que los sectores de oposición pidan abstención en el venidero proceso, lo cual es perfectamente entendible, y me atrevo a decir, acertado. Explico la situación basándome en varias hipótesis, a las que pido al lector, preste mucha atención y análisis.
En primer lugar, las elecciones presidenciales, por constitución, deben realizarse en diciembre, lo cual perfectamente puede ser adelantado si se llega a un acuerdo político. Sin embargo, el gobierno y la oposición NUNCA llegaron a tal acuerdo.
Si miramos unos meses atrás, los famosos “diálogos de República Dominicana”, no fueron refrendados por la oposición debido a que el gobierno, como es costumbre, no cedió en ninguna de las solicitudes de la disidencia. Pero, ¿de que hablamos cuando nos referimos a “garantías electorales”?.
Bueno. Una garantía electoral se refiere a que las condiciones optimas para realizar una elección se cumplan. Eso implica, por ejemplo, que el candidato de gobierno, no use fondos públicos para financiar su campaña, puesto que es ilegal. Implica que el órgano regente, sea imparcial, es decir, que el CNE no tenga tendencia política. Implica que ningún candidato tenga doble nacionalidad o antecedentes penales. Que el ejército a cargo de resguardar el proceso sea imparcial y se limite a funciones de resguardo electoral y no a proselitismo o favorecimiento a un sector. Que no se encarcele a dirigentes solo por ser de oposición, ni que se criminalice la protesta, que no hayan presos políticos ni inhabilitados, etc.
Ahora bien. Veamos. En diciembre de 2015, la oposición ganó 113 escaños de la Asamblea nacional, logrando la mayoría calificada y absoluta en el órgano legislativo. Horas después de la proclamación del triunfo, el CNE admitió una orden del TSJ, nombrado ILEGITIMAMENTE por la AN saliente, violando todo proceso para dichos nombramientos, en la que se solicitaba el retiro del cargo a los diputados del estado Amazonas por presuntos hechos ilícitos durante la elección. De esta manera, el gobierno logró quitar la mayoría calificada a la AN de manera ILEGAL, por medio de un TSJ ILEGITIMO y un CNE parcializado. No siendo esto suficiente, el TSJ declaró a la AN en DESACATO, término inédito e inexistente en toda legislación venezolana, e instó a los demás poderes a desconocer cualquier decisión que esta AN tomara. En otras palabras, la inhabilitó.
Llegado el 2016, la oposición inició el proceso de recolección de firmas para solicitar un referéndum revocatorio contra el presidente Maduro. Tras cada paso cumplido, el CNE interponía nuevas trabas para iniciar dicho proceso, hasta que al final, tras casi un año, el proceso fue sencillamente desechado debido a que “los tiempos electorales no daban”. Sin embargo, llegado 2017, y libre ya Maduro de un posible revocatorio, las protestas se incrementaron en el país, dejando un saldo lamentable de fallecidos y una demostración de brutalidad oficial sin precedentes. La sorpresa fue cuando Maduro, el dictador, puso en marcha un nuevo proceso fraudulento para saltar la legalidad de la AN electa y que ya cumplía 2 años “en desacato” según el TSJ. Hoy, a mas de 3 años de la elección de diputados de la AN el TSJ, tan raudo para opinar e interpretar cosas, no ha dado respuesta al caso de los 3 diputados de Amazonas desincorporados por presuntos ilícitos. No hay ni una palabra mas allá de la solicitud de desincorporación y la declaratoria de desacato a la AN, incluso después de que dichos diputados fueron desincorporados del hemiciclo formalmente.
En 2017, el régimen inició el proceso para establecer una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), con la que el régimen ahora buscaba gobernar con SUPRAPODERES, por encima de cualquier órgano como la Asamblea Nacional o el Ministerio Publico. El CNE, ahora si muy agil, en tiempo record, realizó una convocatoria a elecciones de una asamblea nacional constituyente solicitada por el presidente Maduro, pero no solicitada en referéndum como lo pide la constitución:
Artículo 348: "La iniciativa de convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente podrán tomarla el Presidente o Presidenta de la República en Consejo de Ministros; la Asamblea Nacional, mediante acuerdo de las dos terceras partes de sus integrantes; los Concejos Municipales en cabildo, mediante el voto de las dos terceras partes de los mismos; o el quince por ciento de los electores inscritos y electoras inscritas en el Registro Civil y Electoral".
Esto se refiere a que el presidente puede INICIAR LA CONVOCATORIA al referéndum, no que puede hacer una asamblea constituyente. Las elecciones a gobernadores, que debían realizarse en 2016, tenían mas de 7 meses vencidas y el CNE no arrojaba atisbo de cronograma electoral, y las elecciones de alcalde debían realizarse pronto.
Llegado el momento, ante meses de protestas nacionales, el gobierno y la oposición intentaron llegar a un acuerdo político en los diálogos de Republica Dominicana. En esos diálogos se pidió que las elecciones a ANC se disolvieran, la libertad de presos políticos, canal humanitario de alimentos y medicinas, elecciones transparentes con nuevos rectores CNE y sin inhabilitaciones políticas. Nada de esto fue aprobado por el gobierno, lo cual resultó en el abandono de las negociaciones por parte de la oposición.
Las elecciones para elegir constituyentistas se hicieron SIN REFERENDUM CONSULTIVO al pueblo, que es lo que el presidente podía legítimamente convocar, para establecer si se quería o no llamar a constituyente.
El CNE, que descaradamente arrebató el derecho a referéndum revocatorio al país entero aludiendo que “los tiempos electorales no daban” si no se convocaba al menos UN AÑO antes del plazo que ellos establecieron, si pudo realizar una elección para proceso constituyente en menos de 30 días, y habiendo sido elegida y constituída la ilegal e ilegitima ANC en medio de ese golpe de ilegalidad, lanzó un cronograma de elecciones para gobernadores y alcaldes simultáneamente. Realizadas dichas elecciones, a petición de la ilegitima e ilegal constituyente, el CNE dio 21 de las 24 gobernaciones del país al oficialismo y el 98% de las alcaldías.
Ahora, el presidente Maduro solicitó a la ahora “plenipotenciaria constituyente” que se adelantaran las elecciones presidenciales, la cual ORDENÓ al CNE dicho proceso, y el cual acató dicha orden de manera inmediata.
La oposición ha asegurado que las condiciones no son limpias para realizar esta elección. La compañía SMARTMATIC, responsable de las maquinas electrónicas de votación usadas en los comicios desde hace mas de una década, aseguró que el proceso electoral estaba amañado, por lo que el gobierno se deslindó de dicha compañía y cedió la concesión del manejo a la compañía GIS XXI, dirigida, casualmente, por Jesse Chacón, ex ministro de Chávez.
Se presentan entonces varios candidatos que se hacen llamar de oposición, pero cuya credibilidad deja mucho que desear ante el pueblo. Al mismo tiempo, y debido a la clara manipulación descarada por parte del gobierno, al menos una treintena de países no solo rechazan el proceso, sino que desconocerán los resultados del mismo en caso de realizarse, independientemente del ganador, puesto que la oposición, como organización política aglomerada en la MUD, ha decidido no participar. Esta decisión deja al proceso como un simulacro de elección al mejor estilo de Cuba o Corea del Norte, en los que hay elecciones, con un solo partido y candidatos del mismo partido, que suelen ser realmente el mismo.
Se ven ahora los caminos. Mientras una gran mayoría de opositores proclama que no asistirá a las votaciones, el gobierno insiste en realizarlas. Algunos, piensan que es una oportunidad de vencer al gobierno. La cuestión radica en que las condiciones de juego no son ni limpias, ni claras ni balanceadas.
Pensar ahora en participar en unas elecciones convocadas por una ANC ilegitima e infame, y organizada por el mismo CNE que aseguró que mas de 8 millones de venezolanos habrían votado en las elecciones de la ANC y que robó el derecho a revocatorio del pueblo, y que se puede obtener un resultado desfavorable al gobierno en dichas condiciones, es poco más que una inocencia.
Claro está, que queda entonces la pregunta: ¿Entonces no se vota, y que ganen? La respuesta es sencilla. Si no se vota, el gobierno ganará, pero será una carrera de ellos solos, lo cual no es reconocido, desde ya, por ningún gobierno. Pero si votamos, el gobierno igual ganará, puesto que al igual que en elecciones anteriores, el CNE proclamará que Maduro ganó con 11 millones de votos, ante 7 millones de votos que obtuvo la supuesta oposición, representada por un candidato a la medida del gobierno.
Si esto sucede, el gobierno simplemente se llenará la boca, ante el mundo, diciendo que han “vuelto a revolcar a la oposición”, que participó, y perdió. Así que Maduro, se proclamará como presidente CONSTITUCIONAL del país por quien sabe cuánto tiempo más.
Seguramente hay quien dirá que se puede apelar el fraude. La pregunta es: ¿Ante quién? CNE?, ¿TSJ?, ¿FANB?, ¿Ministerio Publico? ¿Ante quién?
Pero no dejemos cabos sueltos, puesto que no todo es una sola vía.
Supongamos que en un mundo ideal, Falcón gana las elecciones. El CNE lo proclama nuevo presidente para el 2019 y Maduro, mansamente acepta su derrota y empieza a hacer la transición con las comisiones de enlace entre el saliente presidente y el entrante. Diosdado Cabello, baja el tono en su programa de TV y se prepara mansamente a entregar el Mazo a Henrique Capriles o a Javier Bertucci. Aún queda la PLENIPOTENCIARIA. Esa ANC podría simplemente, decidir en una hora, que el nuevo período presidencial es de 10 años, que hay que comenzar una nueva república y que las elecciones pasadas son nulas y se debe comenzar de cero todo otra vez.
Podría incluso esa ANC decidir que el proceso de elecciones ya no será de primer grado (donde usted vota por el candidato de su preferencia directamente), sino que ahora es de tercer grado basado en la cantidad de militantes de cada partido y por distribución sectorial, asegurando entonces que sea el partido de gobierno quien vote por el candidato y lo elija. Esto, aunque suena descabellado, ya lo han planteado desde hace algunos meses a soto voce. Ahora, preguntémonos: ¿algo evitaría que eso pasara?, ¿pueden los venezolanos confiar en que una elección bajo estas condiciones es limpia y le da “la mejor oportunidad” de resolver la situación al pueblo?.
No es mi intención desestimular a nadie, ni alentar a nada. Sencillamente analizo la situación y me parece tan absurda que difícilmente puedo creer que esté sucediendo.
Hay quienes al leer esto me dicen “entonces, ¿Cuál es la solución? Pues yo no la tengo. No la se. Si la supiera, la habría hecho publica hace 10 años atrás. Que pasará, no lo sé. Pero si se que esto que viene el domingo, NO ES una elección, sino una puesta en escena por parte de unos secuestradores narco traficantes, que mas pronto que tarde, estarán tras las rejas. Si usted quiere votar, vote, pero vote sabiendo perfectamente lo que esta haciendo, para que después no se sienta defraudado y empiece a culpar a otros por lo que sucede.
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