TEXTO PARA WWW.ARENGADIGITAL.COM
Cuentan los entendidos en la materia, que el hombre viene de
África, y que tras oleadas y oleadas de comunidades enteras que migraron de un
sitio a otro, el mundo se fue poblando.
El fenómeno migratorio en el ser humano no es nuevo. De
hecho, lo llevamos tatuado en nuestra secuencia genética desde que somos raza.
La migración está en nuestro espíritu. No es entonces extraño que a la primera
oportunidad de hacerlo, sencillamente migremos.
Y es que no es de extrañar tampoco este comportamiento en
otras especies. Los pájaros migran cada estación, millones de especies marinas,
insectos, e incluso bacterias, buscando las condiciones climatológicas,
espaciales o temperaturas más aptas para continuar eso que llamamos
“supervivencia de la especie”.
Podríamos incluso decir, sin temor a estar lejos de la
realidad, que sin el fenómeno migratorio, la existencia de las especies estaría
condenada a la perdición.
En nuestra sociedad moderna, esto se ha calmado un poco.
Hace centurias, pueblos enteros debían migrar en búsqueda de nuevos espacios
cuando se acababa la tierra fértil, o cuando llegaba el invierno, o se acababa
el agua. Esto, con la llegada de la tecnología, los modernos métodos de transporte,
las ropas, las vivendas, combustibles y nuevas fuentes de energía, han
permitido que los asentamientos sociales, los pueblos, evolucionen en un solo sitio y prosperen
hasta convertirse en ciudades. Esto a su
vez, propició el florecimiento de mercados entre pueblos y desarrollo de
tecnologías para comerciar con mercancías.
La globalización ha logrado que una persona en Tierra del
Fuego pueda tranquilamente comprar un abrigo en Londres y tenerlo en sus manos
en 8 días sin siquiera salir de su casa. Esto, ha logrado que el fenómeno
migratorio haya disminuido bastante. Ya no hace falta moverse de un sitio a
otro para buscar lo que necesitamos. Y he ahí el dilema.
Haber parado un proceso natural que tomó millones de años
desarrollar en pro de la supervivencia de la humanidad nos deja secuelas en el
alma. Nuestra naturaleza, sin saberlo, anhela migrar. Quizá de ahí ese gusto de
todos por viajar, por salir de casa, por conocer nuevas cosas. Está en nuestras
almas, por lo tanto, quedarnos estacionados en un sitio pareciera ser “anti
natura”, nos estresa, nos deprime, nos pone ansiosos, y nos crea un dilema
emocional fuerte, pues estamos luchando (por medio de la conciencia) contra lo
que la naturaleza nos impone.
Comprendiendo entonces que es nuestro instinto quien toma
una brújula para llevarnos a otros horizontes mientras nuestra conciencia nos
dice que no le sigamos, podemos también entender como hemos desarrollado
impresionantes apegos a cosas que nos “atan a un sitio”. Esa es el arma secreta
de nuestra conciencia: “las ataduras”. ¿Dejaré mi trabajo, mi casa, mi novia,
mi carro, mi negocio? ¿Eso que tanto esfuerzo me costó lograr?, ¿el respeto y
la dignidad la cambiaré por anonimato y servilismo?... Y cuando debemos
“migrar”, entonces pensamos en qué hacer con los lazos que nos atan al sitio.
Esto, indudablemente nos conmueve y muchas veces nos hace desistir del
emprendimiento. El miedo a lo desconocido es muy normal.
Pero no debemos ver las cosas desde el punto de vista de la
conciencia oscura que nos dice que debemos proteger lo que tenemos, cuando en
realidad nada de eso nos nutre. Suponga que usted ha trabajado por 50 años y
ahora tiene una casa y un vehiculo soñados. Una noche, así, de la nada, un
terremoto le arrebata todo. ¿Qué hará?. Entendemos entonces, que quizá, aquello
fue sobrevalorado al punto de hacernos esclavos de eso.
Entendamos entonces que migrar no es “abandonar o perder
cosas”, sino que migrar es abrirse a nuevos comienzos. El secreto está en ver
con una perspectiva positiva lo que se hace: “El vaso medio vacío o medio
lleno” depende de usted mismo, es decir, no ver las cosas como que se quedan
detrás, sino pensar en las cosas buenas que vendrán, y proyectarse mentalmente
en el éxito, porque si algo es naturalmente exitoso en la naturaleza es
justamente la migración. Sin migración no existirían osos, pingüinos, pájaros,
y ciertamente no existiríamos nosotros como raza humana: la migración es buena
y natural.
Hoy, parece estar de moda esto de las migraciones, sobre
todo en Venezuela, donde millones de venezolanos han decidido migrar a otras
latitudes en búsqueda de paz, justicia, bienestar, y en pocas palabras eso que
llamamos “vida”. Por una u otra razón, la política venezolana y la crisis
económica nos dispararon el gen del migrante, y con él, nuevas maneras de
entender la vida, nuevas formas de subsistencia, nuevos valores, y nuevas
esperanzas.
La situación del país ha sido sólo la excusa formal para migrar,
pero la verdad es que el gen migratorio SIEMPRE estuvo ahí, esperando la excusa
para manifestarse.
Migrar no es sencillo, y mucho menos desde Venezuela. Pero
si bien eso es cierto, también lo es que migrar es la más grande aventura que
podemos tener en la vida, y quizá, con el tiempo, migrando de un sitio a otro,
comprendamos un poco mejor quienes somos, que queremos, a donde vamos, y sobre
todo, de dónde venimos.
Nadie deja su lugar sin dejar una huella y una lágrima tras
los pasos dados, pero como ciudadanos del mundo, merecemos darnos un paseo por
la vecindad terrestre para ver otras cosas y comprender que nuestros problemas
no son únicos ni particulares, que millones de personas en otras latitudes
también aman, sufren, lloran, gritan, ríen, nacen, mueren… sólo viviendo lo que
hay en otras partes podemos entender que lo mejor de nosotros está por salir a
flote en pro de un mejor mañana para todos, que el mundo es uno y que todos
somos habitantes de la misma vecindad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario! Aprecio mucho que hayas tomado tiempo en leer mi blog. Si te gustó lo que leiste (ono! que también es válido) agradeceria muchisimo tu ayuda compartiendo este blog con tus amistades! Discutir todas las opiniones es justamente lo que hace que tengamos una vision mas clara de las cosas! Tan pronto pueda, te respondere! De nuevo, GRACIAS POR TOMARTE EL TIEMPO EN LEER!