Nico, como lo llamaban todos en apócope de Nicolás, fue un
muchacho como cualquiera. Un muchacho de esos de los que venían de una familia
promedio Venezolana. Su mamá era ama de casa y se encargó de criarlo a él y a
sus 6 hermanos lo mejor que pudo. Les enseñó a ser "gente de bien" a
punta de correazos, regaños, castigos, pero sobre todo un amor incondicional y
desinteresado como no puede haber otro. Solo eso podía hacer que soportara
aquel tropel de carajitos brincando y gritándole en la oreja todo el día.
Papá trabajaba todos los días en la ruta que subía gente al
cerro. Era conocido por todos como Don Fernando, y todo el mundo en el cerro lo
quería mucho. Aunque no era un letrado, como él mismo decía, la vida le había
ido enseñando cosas que eran importantes para vivir en este país. Sabía por
ejemplo que no debía subir al cerro con el carro después de las 8 pm porque lo
podían robar. O que el muchacho aquel de la esquina de siempre cuando estaba
como alterado era porque estaba cazando a quien atracar para meterse "perico".
El tiempo y algunos sustos le habían enseñado cosas...
Nico aprendió con los años que el oficio de su padre era
duro. Lo supo a los 16 años, cuando una noche su papá enfermó de un fuerte
dolor de espalda y tuvieron que llevarlo al hospital de emergencia. Se había
"herniado" la columna por tanto manejar y el médico le dijo que ya no
podría trabajar más si no quería pasar sus últimos días en una silla de ruedas.
Nico era el mayor de los 6 hermanos, y ese día, cuando salió
del hospital cargando a su papá casi en brazos para montarlo en la camionetica
que desde hacía más de 30 años le daba el sustento diario a la familia, supo
que alguien debía responder ahora por todos... su mirada se tornó asustada por
un micro segundo... su padre lo vio... vio el peso de la familia sobre los
hombros de su hijo y su futuro tras el volante de aquella camionetica que le
había robado la vida... el aire se hizo espeso... denso... el tiempo se detuvo
casi por completo, y don Fernando sintió como una fuerza desconocida para él
subía por cada fibra de su ser... se detuvo. Miró los ojos brillantes de su
hijo y apretando con fuerza sus manos se hizo en pie... todos lo miraron
estupefactos... El señor Fernando mirando a su hijo tomó aire y sostuvo por un
segundo la respiración para no llorar... los ojos se le pusieron brillantes a
punto de estallar en lágrimas
diamantinas... en ese momento el ruido del mundo en movimiento cesó... ni un
sonido se escuchó, y todo se movió en cámara lenta, pero Fernando vio en un
segundo como toda una vida se desarrollaba... la vida de su hijo Nico, el
chofer de camionetica... -no-... esa fue la única palabra que salió de su
boca... y tomando nuevamente aire la dijo más fuerte: -NO!-
La familia le miraba sin entender lo que sucedía. -Yo aún
puedo trabajar y sostener a mi familia... tú seguirás estudiando, y cuando te
gradúes me ayudarás a mí y a tu madre a graduar a tus hermanos... ustedes serán
unos profesionales!- y así, manteniéndose en pie, soportando un dolor punzante
en la columna, don Fernando calló para no dejar notar a su gente que el dolor
le vencía... el futuro para sus hijos debía ser mejor que lo que él podía
ofrecer. Y así, con dolor, cansado, callado, caminó poco a poco hasta su
camionetica para sentarse a manejar un poco más... por sus hijos... por su
familia... Nicolás nunca olvidaría ese día... el día que su padre decidió morir
en una silla de ruedas por sacar adelante a sus hijos con las últimas fuerzas
que la vida le daba...
Desde el cerro hasta la universidad Nico debía sortear casi 38 km diarios y cerca de 3 horas
entre un transporte y otro, sin contar los 20 minutos a pie desde la última
parada del por puesto hasta su casa. Para llegar a clases temprano debía
pararse a las 3 de la mañana y caminar casi 8 kilómetros hasta la parada, porque
a esa hora no había transporte, y así cuando llegaba a la otra parada a las 4 y
media podía agarrar la primera camionetica que lo llevaría a otra parada donde
agarraría la segunda camionetica... el regreso era más o menos parecido, pero
aunque podía llegar en carrito a casa en la tarde, optó por caminar desde la
misma parada de la mañana, pues así podía ahorrar un poco de dinero y no
pesarle tanto a sus padres, pues el pasaje diario era un peso fuerte para su familia
de pocos recursos y él quería colaborar aunque fuera ahorrando un poco. Así
pasaban los días...
Al poco tiempo de comenzar los estudios su madre había
muerto de cáncer... No lo detectaron a tiempo y la fulminó... igualmente no
hubiesen tenido dinero para tratarla como debía ser... -Mamá descansó- era el
consuelo de Nicolás... ahora él y Don Fernando se encargaban de todo. Cocinar,
trabajar, limpiar y ayudar a los otros 5 hermanitos a estudiar...
Como no tenían dinero para comprar laptops ni nada de eso,
su papá siempre le preguntaba que libros necesitaban y los compraba usados baratísimos
en un sitio que decía era "como una quincalla de libros viejos", y
así Nico podía estudiar sus materias mejor y ayudar a sus hermanitos.
Pasaron 4 años y medio, y un día cuando Nicolás llegó a casa
se sentó a esperar en el porche que su papá llegara del trabajo. Sus hermanitos
estaban visitando a la tía Gloria y la casa estaba sola.
Cuando Nico vio a su papá desde lejos acercarse lentamente a
casa, paso a paso, cansado, se paró de la silla... lo vio venir, y le pareció
un gigante... lo vio venir y lo vio brillante, hermoso, valiente, como un Paladín...
y una lágrima salió de sus ojos... silente... respiró hondo y trató de no
llorar... comprendió lo que sintió su padre aquel día que decidió sacarlo
adelante aunque eso significara su vida misma... Don Fernando lo miró y se
detuvo... su hijo era un hombre ya... -Que te pasa?- Preguntó Don Fernando...
-Nada... te veo...- aahhhh...- dijo Fernando mientras sonreía aliviado...
-Tengo algo para ti, papá...-
Fernando sintió un corrientazo por la espalda y la
respiración se le detuvo por un segundo. Su hijo se le acercó llorando y
sonriente... extendió sus brazos y lo abrazó muy fuerte... muy fuerte... en
silencio... y luego, mirándolo a los ojos le dijo -Esto es tuyo papá- mientras ponía en sus
manos el pergamino que lo acreditaba como Licenciado Magna Cum Laude de la
República... y los dos se abrazaron llorando en silencio por un rato, dedicándole
aquel pergamino a mamá... aquel papel que tanto sacrificio había costado...
aquel papel era el símbolo de que el esfuerzo que papá había hecho valía la
pena, y que desde aquel cerro, desde aquella humilde casa de barro se
construiría futuro... papá estaba muy orgulloso...
Aquella noche nadie en el cerro la olvidaría. Algunos
vecinos que sabían la historia de Nico y su familia se acercaron para felicitar
al Licenciado que había recibido su titulo por secretaría para no hacer a su
padre gastar dinero en togas y birretes. La alegría llenó de gozo a sus
hermanos, a su novia, a sus amigos... La música sonaba, y algunos tragos
aparecían de vez en cuando para brindar por el "licenciado". Y cuando
estaban más contentos la música dejó de sonar. Se fue la luz... como siempre...
No faltó quien recordara la familia de los funcionarios de
gobierno en ese momento, pero Don Fernando paró los comentarios en seco al
decir que en su casa esa noche se celebraba el grado de su hijo, y que un
apagón no dañaría su alegría. Todos aplaudieron felices. Alguien sacó unas
velas, otro unos fósforos y así, a la luz tenue siguieron cantando y riendo.
Nunca se imaginaron que aquella pequeña vela que encendió la cortina desataría
un infierno en aquella casita que celebraba un triunfo del bien... cuando
alguien gritó ya era tarde... el fuego se esparció por todas partes. La gente
corría tratando de salir y chocaba contra los que trataban de buscar algo para
atacar al fuego insaciable.
Don Fernando no podía correr por su columna, y quedó tirado
en el suelo cuando lo empujaron sin poder levantarse... nadie lo vio ahí...
todos corrían por sus vidas... Nico
buscó a sus hermanitos para sacarlos y lo logró, pero al buscar a su padre se dio
cuenta que no estaba. Ahora las llamas eran tan fuertes que no dejaban casi
acercarse a la casa sin quemarse... y escuchó el grito... el grito que solo en
nuestras peores pesadillas hemos escuchado... el grito que anuló todos los
demás sonidos del mundo... el grito de dolor de su padre en el suelo quemándose...
y así, solo vestido con la decisión de salvar a su padre, Nico se lanzó sobre
las llamas a buscar a Don Fernando...
El cerro entero llamó bomberos, policías, protección Civil...
pero nadie llegó... no había agua, no tenían vehículos, no había personal...
todos tuvieron una excusa... y así el cerro en pleno se acercó a la casa de Don
Fernando a ver como el "licenciado" que se lanzó heroicamente a las
llamas el día de su graduación para salvar a su padre no salía más de aquel
infierno... Nico y Fernando se hicieron cenizas juntos...
Al siguiente día, los periódicos reseñaban en primera plana:
"Maduro Juramentado Presidente encargado" y recogían parte del
discurso dado junto a la foto del político sonriente con su grandiosa banda
presidencial... nadie habló de Nico y su padre, o de sus 5 hermanos huérfanos y
ahora sin casa, ni familia, ni trabajo, ni comida... la policía reseñó en el
libro de novedades que en el cerro "se había quemado una casa donde
estaban haciendo una fiesta unos malandros borrachos". Los bomberos
dijeron que ellos no subieron por que los camiones no llegaban hasta allá y que
además el único camión estaba en el taller. Protección Civil no pudo subir por
que sus vehículos y personal estaban en Caracas llevando gente a la
juramentación de Maduro...
Mientras una vecina recogía algunas pocas cosas que el fuego
no pudo consumir encontró un papel enrollado un poco ahumado. Lo abrió. Junto
al impecablemente caligrafiado nombre de Nico vio el sello de la universidad.
Era el pergamino de grado. En su parte posterior, escrito a mano decía: "A
mi amada familia. Sin ustedes esto no hubiese sucedido... Ahora me toca a mi
pagarles este sacrificio. Los amo... " y una lágrima solitaria bajó por su
mejilla. A lo lejos se escuchaba un televisor puesto en VTV, en el que un
político decía que los apagones se habían acabado gracias a la excelente
gestión del gobierno, y que ahora "había Maduro pa´todo el mundo"...
rata como siempre te la comiste
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