Nicolás Sepúlveda era uno de esos tipos que todo el mundo ve
pero nadie nota realmente. Era uno más de esos tipos que ves en la calle cuando
pasa pero no se imprime en tu memoria para nada. Era eso que llamamos un
"cara común". Era tan común que incluso a sus amigos y familiares no
les importaba si iba o no a sus fiestas, a los cumpleaños, al abrazo de feliz
año. Un tipo "común". Sin sal. De esos que si están chévere y si no
están pues "ok".
Nicolás, al igual que muchos en su país, trabajaba desde joven.
Ya había ayudado a su mamá a vender empanaditas en el colegio cuando era chamo.
En el liceo se hizo un pequeño negocio revendiendo barajitas de álbumes a sus
compañeros. Al llegar a la universidad, mucho mayor ya, vio una buena
oportunidad de negocio y la tomó. Se hizo con un puestico en la entrada norte
de la misma y allí vendía jugo de caña a los estudiantes. Ese fue su paso por
la universidad, puesto que nunca pasó de 42 puntos en las 3 veces que presentó
la prueba de aptitud académica y su promedio de 11.06 no lo ayudaba mucho
tampoco. Nicolás no soportaba ver a sus antiguos compañeros de bachillerato
pasar cada día y saludarlo. Los veía como si se burlaran de él. Poco a poco fue
desarrollando un rencor creciente que no le dejaba ver con claridad las cosas.
Comenzó a tratar con desgano a sus clientes y a tratarlos como enemigos o
espías de sus "maquiavélicos detractores". Con el tiempo el negocito
quebró porque a la gente no le gustaba que la trataran mal y dejó de ir a
comprar jugo ahí.
Nicolás culpó a los
"sifrinitos" de hacerle mala campaña para hacerle quebrar. No tenía
ninguna prueba de eso, y no habían siquiera de esos que él llamaba
"sifrinitos" que visitara su puesto de jugo de caña, por que los sifrinitos
bebían bebidas energizantes en lata que traían de sus casas.
Realmente a nadie
le importaba Nicolás más allá de lo que puede importarnos un desconocido.
Además, Nicolás era un "tipo ahí". Uno de esos que no es nada, no
quiere ser nada, pero quiere que lo traten como a un tipo "que es una
vaina". Su paso por la vida en verdad era algo así como que "X".
Pero el rencor que Nicolás había desarrollado era "auto
infundado" , "auto alimentado", y contra eso nadie podía.
Nicolás, incapaz de asumir responsabilidad alguna por sus actos, siempre
encontraba culpables de sus desdichas.
El día que Nicolás salió por fin del kiosco de juguito de
caña, lo hizo lleno de rencor y proclamando difamaciones contra sus enemigos
imaginarios que según él confabulaban en su contra en todo momento.
Al salir de
allí se desató una lluvia fuerte. Para guarnecerse del torrencial aguacero
Nicolás se puso debajo de un toldo de alquiler de teléfonos que estaba cerca. La
dueña del toldo estaba ahí, como es lógico, y cuando vio acercarse a Nicolás se
hizo a un lado para darle espacio y con una sonrisa le invitó a entrar cuando
sus ojos se encontraron. Pero con el agua vino mucha más gente a protegerse en
medida de lo posible con el toldito en el que Nicolás también estaba. Así, al
poco tiempo el toldito de 2x2 metros abrigaba a medias a una media docena de
personas. Fue allí cuando aquella vocecita psicótica que se escondía en las
profundidades cavernales de la psique de Nicolás habló de nuevo. Bajito. Casi
imperceptible: "Esta gente quiere que te mojes... son tus enemigos"
le dijo. Nicolás cambió la mirada. Comenzó a resoplar fuerte, y más fuerte, y
más, hasta que estalló y mientras daba patadas y manotazos a todas partes gritó:
"NO DEJARÉ QUE ME MOJEN!". Todo el mundo se extrañó ante aquella
locura de aquel señor y se espantó ante su histeria. La dueña del toldito, que
estaba en medio de todos haciendo espacio para que se mojaran menos, se molestó
y le increpó que aquel era su toldo, y si no sabía compartir en paz que se
fuera y dejase a los demás tranquilos.
Nicolás de inmediato la vio como su enemiga. La insultó a
ella y a sus raíces. Le llamó por los peores improperios que en ese momento le
pasaron por la mente al tiempo que señalaba a los demás del toldito con el
mismo desdén. Se creció en sí mismo y se sintió dueño amo y señor de la verdad,
de la vida, de la moral, de la justicia... se vio a sí mismo como una suerte de
"verdad encarnada"... pero solo él se veía así. La gente lo sacó a
empujones del toldo.
Al estar ahora bajo
la lluvia Nicolás no tuvo más opción que caminar en otra dirección solo, mojándose,
sin nada que lo tapara de la lluvia. En ese momento de impotencia, peleando
contra sí mismo y en un arranque de impotencia pateó con fuerza un poste de
luz. Mala suerte para aquel ser que no vio el hueco lleno de agua que estaba al
pie del poste y en el que habían algunos cables sueltos desde hacía poco más de
3 meses y que Corpoelec no había arreglado por falta de vehículos, de
herramientas, de cable y de ganas. Lo único que supo fue que al patear un
corrientazo eléctrico le atravesó casi de inmediato. Escuchó un ruido zumbante
raro y se desmayó.
Al abrir los ojos de nuevo se vio a sí mismo de nuevo
sentado en una banca de plaza. Se miró las manos y las tenía bien. Igual. Sin
quemadas. No se sentía mal, solo un poco adormilado. Había un sol tremendo.
Se sorprendió al ver en la calle a los carros circulando sin
las grandes colas. Y vio un autobús de esos vieeeeeejos que hacía mucho no veía
full de gente. Algo estaba mal. Pero no entendía que era. La gente se veía más
o menos igual, pero distinta.
Al comenzar a caminar por aquella calle descubrió que habían
teléfonos "tarjeteros" en las calles, de esos que usaban una tarjeta
telefónica de chip y que costaban desde 1 bolívar hasta 20. Que pasaba?.
Nicolás estaba acostumbrado a hacer su cola para un pollo en
MERCAL, o celebrar con los amigos cuando conseguía aceite... algo extraño
pasaba en este lugar en el que se despertó.
Recordó el corrientazo,
la lluvia, el toldo... se acercó a un señor y como quien no quiere la cosa le
preguntó la hora. Para su sorpresa el señor no se asustó pensando que Nicolás
era un malandro atracador o algo así. Por el contrario, de la manera más amable
le dijo: "son las 2 y cuarto hijo, a su orden". Nicolás dudó por un
segundo. Le volvió a preguntar, pero ahora por el día. El señor le miró a los
ojos: "hoy es martes hijo" al tiempo que reía y le decía a manera de
chiste "martes 5 de marzo de 1996, por qué?.
Nicolás se tuvo que sentar en la banquita de nuevo.
Asustado.
Ahora comprendía
todo. Con razón no habían celulares en las manos de todo el mundo. Por eso los
cajeros electrónicos no hablaban y la gente todavía daba la hora a cualquiera
en la calle sin asustarse.
Nicolás se levantó aterrorizado. Uno de sus peores
pesadillas estaba ocurriendo. Recordó que en 1996 estaba "la cuarta"
en pleno mandato! aquello tenía que ser ATROZ! y decidió recorrer aquel mundo
lleno de tiranía salvaje para encontrar de alguna manera a un
"camarada" que le ayudara a regresar a su linea temporal antes de que
el consumismo capitalista salvaje y parasitario lo consumiera vivo!
Se montó en el bus. Cuando este arrancó recordó que
probablemente no tenía dinero y se preguntó cómo iba a hacer para pagar! en eso, al meter sus
manos en los bolsillos y no encontrar nada en ellos su cara se hizo un funeral.
Para su suerte, dos jóvenes estudiantes de liceo le vieron y entendieron. Sin
problema alguno le dieron un billete de diez bolívares (de aquellos débiles...
lo que ya no existían en su tiempo) y otro de 5. Un total de quince bolívares "antiguos".
Nicolás miró los 2 billetes en su mano y miró a los jóvenes estudiantes sin
saber que decir. Ni siquiera entendía que podía hacer con esos 15 bolívares.
Los estudiantes le dijeron "tranquilo señor. Ahí tiene el pasaje. Nosotros
pagamos pasaje de estudiante" al tiempo que le señalaron el cartelito en
el bus que decía "PASAJE ESTUDIANTIL: 5 BS - PASAJE COMPLETO: 15 BS".
Esto le sorprendió sobremanera, puesto que en su tiempo ya un pasaje costaba
entre 2500 y 3000 bs... un 5000% más caro mas o menos...
Nicolás llegó aterrorizado aún por estar en la cuarta, a una
plaza. Ahí terminaba el recorrido del bus. Sin saber qué hacer, sin dinero, sin
techo, se sentó a esperar y a pensar.
Las colas de los carros estaba, pero se movía. Mucha gente
iba con sus vidrios abajo sin problema y hasta se bromeaban algunos conductores
con otros. Pero para Nicolás aquello debía ser de seguro una trampa. Así lo
decía la vocecita: La gente en la cuarta era infeliz!
Al llegar la noche, Nicolás seguía sentado en la plaza.
Ahora vio como cientos de personas pasaban junto a él trotando, caminando,
paseando, otros con sus hijos, otros con sus mascotas, y algunos solo
deambulando. Muchos estudiantes con franelas de universidades y colegios
pasaban por aquella plaza rumbo a sus casas. Los buses iban llenos de gente.
Nadie parecía asustado. Como podrían andar a esas horas por ahí sin miedo a que
los mataran?...
Un perro calentero vio a Nicolás con hambre, y le llamó. Le
ofreció comida a cambio de que le ayudara dando refrescos a los clientes.
Nicolás de inmediato se enardeció. El no se "rebajaría" por un perro
caliente! En Socialismo una persona en su condición debería recibir dinero,
casa, comida, atención y todo lo que necesitara SIN TENER QUE MOVER UN SOLO
DEDO! SIN REBAJARSE A TRABAJAR! porque para eso estaba el gobierno! para
mantener al pueblo! aunque este no hiciera ABSOLUTAMENTE NADA! Pero cuando iba
a llenar de insultos al hombre que le ofreció comida a cambio de trabajo, la tripa
sonó más fuerte y le recordó que la barriga no come orgullo, así que calló y
accedió al trato.
Solo tuvo que repartir unos pocos refrescos y ya, pues la
noche era muy joven aún para los perreros. Igual el hombre de los perros le dio
lo ofrecido de inmediato y la barriga dejó de protestar... Nicolás se sintió
raro al comerse aquel pan ganado con trabajo de verdad.
Ahora, con la panza calma, Nicolás preguntó al perrero
varias cosas, como haciendo conversación. El perrero le contó que con su puesto vendía más o menos 100
perros diarios y con eso vivía el y su familia.
Se sorprendió con esto Nicolás,
pues en su tiempo no se conseguía casi pan, pues la harina de trigo era muy
escasa, cosa que se le atribuía a los "boliburgueses de las empresas que
sabotean al país".
En este tiempo, 1996, no entendía el perrero de que
hablaba Nicolás cuando hablaba de "escasez". El perrero reía de vez
en cuando si escuchaba a Nicolás hablar de que un paquete de salchichas costaba
"casi cien mil bolos", o que se debía hacer cola para comprar harina
Pan, o de trigo, o mantequilla, o aceite, o pasta dental, o papel Toillete, o
toallas sanitarias... se reía cuando Nicolás le decía que la leche en polvo era
algo que no se conocía casi ya, o que un kilo de pasta costaba treinta mil
bolívares. El perrero veía a Nicolás como uno de esos pobres vagabundos que de
tanto pasar cosas en la calle ya perdieron la cordura. Pero le hacían gracias
sus historias, y a algunos transeúntes también, pues al poco rato Nicolás tenía
un pequeño público escuchando entretenido sus historias de
"socialismo", "Soberanía", y cosas así que les hacían mucha
gracia.
"Nicolás, como puede costar un paquete de pasta 30 mil
bolos si el alquiler de una habitación para un estudiante en Caracas, en La
Urbina, cuesta doce mil bolívares mensuales?" decía el perrero... aquello
no podía ser, pensaba Nicolás.
"Nicolás, es imposible que no haya leche! no ves el
abasto de allá? ahí hay como 6 marcas de leche, 5 marcas de aceite, papel de
baño para tirar al techo... aquí hay de todo papáaaa!!!" reía el perrero,
mientras Nicolás veía con espanto como el abasto tenía de todo y no había cola
de gente para comprar. Se acercó y dijo: "Puedo comprar 9 kilos de
leche?" - Claro! se las pongo en 1 o 2 bolsas? -. Nicolás retrocedió
atemorizado.
El perrero le contó que su cuñada tenía a la hija estudiando
en el exterior. ¿y como hace? - preguntó el del futuro - Como hace de qué?,
pues le manda sus dólares y ya. - ¿Y donde los compra pues? - preguntó
incrédulo Nicolás - Pues en el banco! tu vas al banco y compras los dólares y
ya! si quieres se los depositas en una cuenta y ella saca allá por el cajero, o
se los mandas en efectivo. Como tú quieras! - reía extrañado el perrero.
- Bueno, la cosa ha variado un poco, pero en promedio se ha
mantenido entre los 15 y los 20$ - fue la respuesta del perrero a Nicolás
cuando este último le preguntó el precio del barril de petróleo... aquello no
podía ser! LA CUARTA ERA IMPUNE Y APÁTRIDA!.
Nicolás decidió irse de aquel
sitio. De seguro ese coño perrero era un burguesito pro yankee... la rabia lo
carcomía por dentro... esto era obra de los "sifrinitos burgueses"
para joderle la vida segurito! ... un mareo... borroso... abrió los ojos de
nuevo y se encontró en una camilla de hospital. Se había desmayado y el perrero
lo llevó al hospital... bueno, no el perrero. Una ambulancia de los bomberos lo
llevó cuando el perrero llamó por el 171.
El olor a yodo y antibiótico era fuerte. Nicolás se paró y
se encontró con un catéter en el brazo y un suero. Caminó un poco por el
pasillo con su suero al lado. Vio un poco de gente en camillas y un tropel de
médicos corriendo de aquí para allá atendiendo gente. Se sentó junto a una
señora en silla de ruedas. -Que le pasó doñita?- preguntó - La tensión mi
amor... pero ya me atendieron - Quien la atendió? - Un doctor pues! quien más?
- respondió la viejita extrañada.
Nicolás se sorprendió de ver enfermeras y médicos sin acento
cubano en aquel hospital. Se sorprendió al ver que las enfermeras iban de aquí
para allá con sus bandejas de atención llenas de jeringas, medicinas, gasas,"
teipes", y todo lo que necesitaran en lugar de pedírselo a los mismos
pacientes... se sorprendió de no ver pacientes en el suelo esperando ser
atendidos en sus propios charcos de sangre... aquello era muy raro!
Al salir de aquel hospital, nuevamente caminó hasta la
universidad, a ver el mismo centro donde él vendía jugos de caña antes de
viajar por error en el tiempo. A lo largo del camino nadie lo asaltó.
No vio gente armada en la calle, ni gente vestida con
franelas de un partido... no se encontró ni siquiera huecos en la calle!.
Bueno, no tanto así. Vio DOS huecos en la calle.
Incluso vio como mucha gente pagaba en el supermercado montos
de entre 9 mil y doce mil bolívares "antiguos" por el total de un
mercado completo para toda la familia... como podía ser aquello??? en plena
cuarta???...
Pero así era... el sueldo mínimo era de veinte mil bs, y un
refresco de 2 litros costaba doce bolívares. El pasaje era doce bolívares y 5
el estudiantil. Los hospitales tenían una dotación de al menos 90% de lo que
necesitaban los pacientes, y la tasa de muertes
violentas era de 14,5 por cada 100 mil. No habían tantos huecos en las
calles, y un paquete de pañales costaba 120 bolívares. Se conseguía TODO y en
varias marcas en cualquier supermercado o abasto. No se hacían colas para
comprar nada, y aunque habían cerros y ranchos, la vida era mucho más digna. Habían problemas, por supuesto, y pobres, y malandros... pero si hubiese tenido que decirlo de alguna manera, hubiese tenido que decir "que eran mucho menos y como que con todo y todo se vivía mejor". Los bachilleres al graduarse quería estudiar en la EFOFAC, por que aquello era de prestigio.
Al parecer, tampoco habían listas "filtro" como la
Tascón que le aplicaran a nadie para darle trabajo. En las ferreterías había
cemento, cabillas, pego, arena... y no había gente con franelas de partidos enfrentándose
contra otros... todo el mundo trabajaba y vivía. En los organismos públicos no
habían afiches ni consignas ni nada de eso con fotos del presidente o del
alcalde o del que fuera. Muy pocos andaban por ahí hablando de política...
aquello era RARÍSIMO para Nicolás!
Como podía explicarle Nicolás al perrero que gracias a la
libertad y a la soberanía pronto no habría pollo, ni aceite, ni leche, ni
cemento, ni cabillas, ni medicinas?... como explicarle al perrero que gracias a
la revolución bonita pronto el pueblo despertaría de ese horror de la cuarta y
despertaría en un nuevo amanecer socialista donde seríamos atendidos por
cubanos, iraníes, chinos...? como explicarle al perrero que la tasa de muertes
violentas subiría de 14,5 a 60 por cada 100 mil habitantes en medio de lo que
según el gobierno era uno de los pueblos más "felices" de américa
latina?... como explicarle al perrero, que con ingresos petroleros de 107 $ por
barril (250% más caro que en 1996) y una producción de 70% más que en ese año, la
búsqueda de la mayor suma de felicidad para el pueblo llevaría el mismo paquete
de salchichas que él compraba en 200 bolívares a un costo de 100.000???... como explicarle al perrero que
en aras de la soberanía ya nunca más podría comprar cemento en una ferretería?,
o cabillas? o que el carrito que tenía el perrero, un chevette 84 que le había
costado millón y medio de bolívares en el 96 costaría en el 2013 CASI SESENTA
VECES MÁS (65 MM)??... se le podía hacer entender al perrero que la felicidad
estaba en llevar a un puñado de militares al poder para que nos vistieran de un
color y nos hicieran pasar por listas de Tascón, por colas para un pollo, y
pagar tres y cuatro MILLONES de bolívares en un simple mercado con comida "de
la que hay" y no "de la que quieres"?...
Cuando Nicolás trató de explicarle al perrero todo esto el
perrero se rió. Había llegado la madrugada y ya estaba recogiendo sus cosas. -
Nicolás, estás loco hermano! eso nunca va
a pasar!!! estamos en Venezuela viejito! esto no es Cuba, ni África!!!"...
y con estas palabras Nicolás de nuevo se desmayó.
Al despertar estaba de nuevo ahí, en el hueco de la calle en
el que había caído al patear el poste de luz. Mojado y con un perolero en una
bolsa plástica de mercado. Volvió a mirar la calle. Allí estaba todo: los
huecos, el mural del Comandante dentro de un corazón haciendo de fondo a unos
malandros que fumaban crack mientras cargaban sus pistolas ahí en plena calle
para salir drogados a atracar gente en los buses, los buhoneros que no dejaban
ya acera libre, la gente caminando asustada sosteniendo con fuerza sus bolsos,
los carteles en cartulina fluorescente ofreciendo alquiler de celulares, los
policías matraqueando a los que veían con cara de venaos, los PNB vendiendole
balas y armas a los malandros... ahí estaba todo lo que Nicolás amaba... agradeció
a Dios que lo hubiese sacado de aquella terrible cuarta que todo el mundo había
olvidado... estaba en casa de nuevo... que maravilla!
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