Es en hecho comprobado que tanto en las series más famosas como en las películas, e las comidas o en la tecnología el nombre es lo que define que nos interesemos o no por el artículo como tal. Es de notar por ejemplo que nos interesaría una película con nombre en inglés:
-MARICO! ESTÁN PASANDO “THE BLACKBEANER” EN EL CINE! VAMOS!
-COÑO SI VA!
Es así como comienza la odisea de ver cómo nos escapamos del trabajo, de la universidad o de donde sea para ir al cine, buscamos dinero de donde no hay (ya que la entrada cuesta 20 bsF. Mas las cotufas y el refresco para dos, pues OBVIO que uno nunca va solo al cine, y la cuenta termina en 90 bsF por ver una película) y finalmente llegamos a la famosa película que según un tipo que le dijo a la novia de un pana que conoce a la cuñada del novio de tu mamá dijo que era muy depinga. Pues resulta que cuando llegas a la sala empiezas a ver es a Miguel Angel Landa, Joselo y Mimi Lazo en una vaina que parece un montarral y te preguntas que es lo que pasa y que hacen ese pocotón de carcamales en esa película donde uno espera ver a Angelina Jolie y Nicolas Cage… pues la respuesta es fácil: cuando te fuiste al cine, pensabas que “THE BLACKBEANER” era algo tipo película Expedientes X o Matrix… pues no!, la traducción de “THE BLACKBEANER” en español es “EL CAROTERO” y trata de un tipo gay que vende caraotas al por mayor en el Mercal de Quinta Crespo. Da como medio impotencia cuando te das cuenta de que en eso fue que gastaste 90 bsF.
Este es un ejemplo no muy aislado de lo que pasa cuando uno se pone a creer que un nombre en un idioma que no conocemos se refiere necesariamente a algo “Chevere”.
Esto sucede con la comida muchas veces también. Recuerdo que una vez fui víctima de la ignorancia y de ese “tirao a fino” tan típico de uno el Trujillano… que vaina. Una vez invité a una amiga muy linda (por supuesto con la intención de “levantármela”) al restaurant chino más arrecho de Maracay. Por supuesto era carísimo, pero eso no me paraba, pues de alguna manera yo creía que gastando mucho dinero ella me pararía más, así que dejé de agarrar buseta por 2 meses para ahorrar el dinero del pasaje con el que por fin logré reunir algo para tirármela de rico aquel día. Cuando llegó el menú, yo con cara de conocedor de mundo pedí de la manera más descarada lo más caro y con el nombre más raro. Sobra decir que veía doble del hambre que tenía, aunque logré disimular muy bien este detalle.
- Por favor, me da un Chown Mei Ton Guan shi wong tong mein.
La miré para ver que expresión tenía la cara de la amiga en cuestión. Yo juraba que la había impresionado con aquello, y en efecto así fue… aunque no para bien como yo pensaba… ella pidió un plato de otra vaina que no supe que era… y cuando el chino se iba a ir, para impresionar más a mi acompañante, le despedí con la frase: ai mein chong tong. El chino se me quedó mirando con los ojos como medio cerrados (más de lo que normalmente los tenía) y con una amable sonrisa se fue. Lógicamente mi amiga me preguntó qué era lo que le había dicho, a lo cual yo le respondí: le dije “gracias por atendernos”. Aquello era una vulgar mentira, pues yo no hablo mandarín (idioma de China, no “chino” como todo el mundo cree) y aquello lo había inventado en el momento, lo cual explicaba la cara del chino cuando me oyó decir aquella verga tan loca. Supongo que el chino se fue pensando que yo era un huele pega y me dejó quieto pasando pena.
La cosa es que cuando llegaron los platos, a mi amiga le trajeron unas costillas de cerdo en salsa de almendras acompañada de una ensalada al estilo Chop Suey con camarones y salsa de ostras frescas. Se me hizo agua la boca con aquel plato pero me hice el guili mientras llegaba el mío. Sorpresa! Cuando me trajeron mi plato, resulta que “Chown Mei Ton Guan shi wong tong mein” era “Consomé de fideos de arroz”. Y el acompañante de mi plato eran unas 3 tortillitas de maíz chinas que nadie me saca de la cabeza que eran lo que conocemos como “Doritos”. Eso me pasa por andar creyendo que las vainas en otro idioma son lo mejor.
Y es que nosotros los venezolanos tenemos la manía de pensar que lo importado es siempre mejor que lo criollo. Nunca falta alguien que pide un plato de “Grainès du Follieart at daumond” en un restaurant francés y termina pagando 70 bdF por un plato de vulgar mondongo porque resulta que aquella “Grainès du Follieart at daumond” es la traducción de “Panza de vaca sancochada con arroz”.
Si es que hasta en español a veces uno cae en este problema. A quien no le ha pasado que le ofrecen un coctel de nombre llamativo tipo “colado de frutas exóticas del trópico medio con esencias finas del norte” y termina pagando 40 mil bolos por un vaso de jugo de patilla con anís. Eso le pasa a uno por no querer preguntar “qué coño es esa vaina” porque piensa que todo el mundo alrededor está pendiente de lo que uno hace y que si pregunta queda como un ignorante.
Una vez pasé pena por balurdo cuando fui a casa de un amigo que acaba de llegar de viaje. Me dijo que había estado en “Johannesburgo”, y como yo quería dármelas de conocedor y habían muchas muchachas bonitas alrededor, aunque no sabía donde era esa ciudad pregunté con cara de sobrado y una sonrisa de pajúo que yo creía que era la cara que usaban los millonarios que han viajado mucho y después se reúnen a hablar de viajes: ¿Y como está Alemania en estos días?. Mi amigo me miró como sin saber si le estaba mamando gallo o era en serio. La muchacha más bonita de la reunión, a la que por supuesto no conocía pero que con aquél comentario me había neutralizado a mi mismo, me dijo:
- ¿Perdón?, Johannesburgo está en Sudáfrica chamín. Ubícate!
Por que es que cuando se es como yo, que nunca he pasado del Prado para abajo, es difícil aparentar lo que no se es. Roxana cuando éramos novios me invitó a su casa para que hiciéramos una “Fondué de Queso suizo”. Yo, para tirármela de fino le dije que yo colaboraba con algo. Cuando fui al supermercado, y como no sabía qué coño era una “Fondué” pero si sabía que era el queso suizo, hice mis compras respectivas. Qué cara me pusieron cuando llegué al apartamento con 3 kilos de yuca y un pote grande de Chesse Whiz. Como ahí decía que el Chesse Whiz estaba hecho con queso Cheddar y Suizo yo pensé que me la estaba comiendo!...
La cuestión es que uno no debe creer siempre que las cosas con nombres raros o extranjeros son buenas. Hay que preguntar primero!!! No vaya a ser que les pase como a mí que un primo de un pana que era italiano siempre me decía “Piccolo Finochio” y yo me reía y lo saludaba con mucho cariño pensando que aquello era algo así como “el del pico muy fino” seguramente refiriéndose a mi gran capacidad de oratoria. Resulta que “Piccolo Finochio” era algo así como “mariquito”. Cuídense de los idiomas extranjeros!!! Y no vayan al cine sin saber qué película es la que van a ver con seguridad porque en mi caso estoy ladillado de gastar un bojote de real pa´ver a Carlos Mata y a Pepeto en películas como “The Earthers” que en español no es más que “Los Tierrúos”!!! BASTA YAAAAA!!!
-MARICO! ESTÁN PASANDO “THE BLACKBEANER” EN EL CINE! VAMOS!
-COÑO SI VA!
Es así como comienza la odisea de ver cómo nos escapamos del trabajo, de la universidad o de donde sea para ir al cine, buscamos dinero de donde no hay (ya que la entrada cuesta 20 bsF. Mas las cotufas y el refresco para dos, pues OBVIO que uno nunca va solo al cine, y la cuenta termina en 90 bsF por ver una película) y finalmente llegamos a la famosa película que según un tipo que le dijo a la novia de un pana que conoce a la cuñada del novio de tu mamá dijo que era muy depinga. Pues resulta que cuando llegas a la sala empiezas a ver es a Miguel Angel Landa, Joselo y Mimi Lazo en una vaina que parece un montarral y te preguntas que es lo que pasa y que hacen ese pocotón de carcamales en esa película donde uno espera ver a Angelina Jolie y Nicolas Cage… pues la respuesta es fácil: cuando te fuiste al cine, pensabas que “THE BLACKBEANER” era algo tipo película Expedientes X o Matrix… pues no!, la traducción de “THE BLACKBEANER” en español es “EL CAROTERO” y trata de un tipo gay que vende caraotas al por mayor en el Mercal de Quinta Crespo. Da como medio impotencia cuando te das cuenta de que en eso fue que gastaste 90 bsF.
Este es un ejemplo no muy aislado de lo que pasa cuando uno se pone a creer que un nombre en un idioma que no conocemos se refiere necesariamente a algo “Chevere”.
Esto sucede con la comida muchas veces también. Recuerdo que una vez fui víctima de la ignorancia y de ese “tirao a fino” tan típico de uno el Trujillano… que vaina. Una vez invité a una amiga muy linda (por supuesto con la intención de “levantármela”) al restaurant chino más arrecho de Maracay. Por supuesto era carísimo, pero eso no me paraba, pues de alguna manera yo creía que gastando mucho dinero ella me pararía más, así que dejé de agarrar buseta por 2 meses para ahorrar el dinero del pasaje con el que por fin logré reunir algo para tirármela de rico aquel día. Cuando llegó el menú, yo con cara de conocedor de mundo pedí de la manera más descarada lo más caro y con el nombre más raro. Sobra decir que veía doble del hambre que tenía, aunque logré disimular muy bien este detalle.
- Por favor, me da un Chown Mei Ton Guan shi wong tong mein.
La miré para ver que expresión tenía la cara de la amiga en cuestión. Yo juraba que la había impresionado con aquello, y en efecto así fue… aunque no para bien como yo pensaba… ella pidió un plato de otra vaina que no supe que era… y cuando el chino se iba a ir, para impresionar más a mi acompañante, le despedí con la frase: ai mein chong tong. El chino se me quedó mirando con los ojos como medio cerrados (más de lo que normalmente los tenía) y con una amable sonrisa se fue. Lógicamente mi amiga me preguntó qué era lo que le había dicho, a lo cual yo le respondí: le dije “gracias por atendernos”. Aquello era una vulgar mentira, pues yo no hablo mandarín (idioma de China, no “chino” como todo el mundo cree) y aquello lo había inventado en el momento, lo cual explicaba la cara del chino cuando me oyó decir aquella verga tan loca. Supongo que el chino se fue pensando que yo era un huele pega y me dejó quieto pasando pena.
La cosa es que cuando llegaron los platos, a mi amiga le trajeron unas costillas de cerdo en salsa de almendras acompañada de una ensalada al estilo Chop Suey con camarones y salsa de ostras frescas. Se me hizo agua la boca con aquel plato pero me hice el guili mientras llegaba el mío. Sorpresa! Cuando me trajeron mi plato, resulta que “Chown Mei Ton Guan shi wong tong mein” era “Consomé de fideos de arroz”. Y el acompañante de mi plato eran unas 3 tortillitas de maíz chinas que nadie me saca de la cabeza que eran lo que conocemos como “Doritos”. Eso me pasa por andar creyendo que las vainas en otro idioma son lo mejor.
Y es que nosotros los venezolanos tenemos la manía de pensar que lo importado es siempre mejor que lo criollo. Nunca falta alguien que pide un plato de “Grainès du Follieart at daumond” en un restaurant francés y termina pagando 70 bdF por un plato de vulgar mondongo porque resulta que aquella “Grainès du Follieart at daumond” es la traducción de “Panza de vaca sancochada con arroz”.
Si es que hasta en español a veces uno cae en este problema. A quien no le ha pasado que le ofrecen un coctel de nombre llamativo tipo “colado de frutas exóticas del trópico medio con esencias finas del norte” y termina pagando 40 mil bolos por un vaso de jugo de patilla con anís. Eso le pasa a uno por no querer preguntar “qué coño es esa vaina” porque piensa que todo el mundo alrededor está pendiente de lo que uno hace y que si pregunta queda como un ignorante.
Una vez pasé pena por balurdo cuando fui a casa de un amigo que acaba de llegar de viaje. Me dijo que había estado en “Johannesburgo”, y como yo quería dármelas de conocedor y habían muchas muchachas bonitas alrededor, aunque no sabía donde era esa ciudad pregunté con cara de sobrado y una sonrisa de pajúo que yo creía que era la cara que usaban los millonarios que han viajado mucho y después se reúnen a hablar de viajes: ¿Y como está Alemania en estos días?. Mi amigo me miró como sin saber si le estaba mamando gallo o era en serio. La muchacha más bonita de la reunión, a la que por supuesto no conocía pero que con aquél comentario me había neutralizado a mi mismo, me dijo:
- ¿Perdón?, Johannesburgo está en Sudáfrica chamín. Ubícate!
Por que es que cuando se es como yo, que nunca he pasado del Prado para abajo, es difícil aparentar lo que no se es. Roxana cuando éramos novios me invitó a su casa para que hiciéramos una “Fondué de Queso suizo”. Yo, para tirármela de fino le dije que yo colaboraba con algo. Cuando fui al supermercado, y como no sabía qué coño era una “Fondué” pero si sabía que era el queso suizo, hice mis compras respectivas. Qué cara me pusieron cuando llegué al apartamento con 3 kilos de yuca y un pote grande de Chesse Whiz. Como ahí decía que el Chesse Whiz estaba hecho con queso Cheddar y Suizo yo pensé que me la estaba comiendo!...
La cuestión es que uno no debe creer siempre que las cosas con nombres raros o extranjeros son buenas. Hay que preguntar primero!!! No vaya a ser que les pase como a mí que un primo de un pana que era italiano siempre me decía “Piccolo Finochio” y yo me reía y lo saludaba con mucho cariño pensando que aquello era algo así como “el del pico muy fino” seguramente refiriéndose a mi gran capacidad de oratoria. Resulta que “Piccolo Finochio” era algo así como “mariquito”. Cuídense de los idiomas extranjeros!!! Y no vayan al cine sin saber qué película es la que van a ver con seguridad porque en mi caso estoy ladillado de gastar un bojote de real pa´ver a Carlos Mata y a Pepeto en películas como “The Earthers” que en español no es más que “Los Tierrúos”!!! BASTA YAAAAA!!!
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