Aquel día, como a las 3 de la tarde, y como de costumbre en aquel país, se fue la luz. Cuando Raquelita, la secretaria de la oficina de Recursos Humanos de la alcaldía de Guarastrapo parte alta del Municipio Iribagarren del estado Guaicamacoa de una parte fronteriza conocida como “La tierra de nadie” y que una vez por fin fue vista por el mundo gracias a que Zelaya pasó por ahí y que para entrar a Honduras y nunca entró, pues Raquelita no se despidió de nadie ni nada, sino que agarró sus corotos y su bolso misterioso que pesaba más de 20 kilos de nadie sabe qué, y se largó... El hecho es que en aquella pequeña población, que no es que “no era de nadie”, sino que la familia más pudiente del pueblo lo había comprado hacía mucho ya y casualmente se apellidaban “Nadie”, he ahí la verdad del dicho “Tierra de Nadie”… si hubiesen sido Fernández, entonces sería “La tierra de Fernández”…
Bueno, retomando la idea… “se fue la luz”. Como allá siempre se iba la luz, era costumbre que la gente se fuera para su casa antes de cumplir lo que supuestamente era un horario establecido como “Horario Laboral” y que cínicamente se exponía en la entrada de todos las oficinas gubernamentales en plena entrada pegada con cinta transparente y subrayado con resaltador de múltiples colores como si aquello fuera una ley… y de hecho si lo era, pero nadie le paraba…
Ese mismo día, a Don Rafael Manisguerogote, pues ese era su apellido, le había llegado la carta de despido tras 37 años de trabajo. Como era de esperarse, Don Rafael, indignado ante aquella terrible situación optó por ir a la oficina de recursos humanos a ver qué era lo que estaba pasando, pero cuando llegó, y aunque el horario resplandecía en la puerta de la oficina y aun faltaban 2 y media horas para que cerraran, sorpresivamente (aunque ni tanto!) pues no había nadie. Era viernes por la tarde, y con la carta de despido no venía su paga de la semana, así que desesperado Don Rafael fue a su casa y buscó un rifle de cacería hecho por el mismo en sus años mozos y se dirigió a la casa de su jefe.
El Doctor Hercules Urreisterontista, de origen Húngaro Colombiano, se había adueñado y llevado a la empresa familiar a lo más alto del éxito en el campo mercantil. De lo que primero fue una triste fabrica casera de condones hechos con restos de bombas de agua tiradas en carnavales, había llevado aquello a convertirse en el más grande emporio mercantil de Guarastrapo parte alta, y ahora, la empresa que heredó de su padre el día que por accidente se envenenó con cuatro disparos en el pecho que accidentalmente salieron de su arma cuando trataba de sacarle un paño de cocina de la garganta a su mamá y que se había tragado sin querer pensando que era una torta (según el único testigo presente, que casualmente murió de un infarto complicado con medio kilo arsénico que se comió sin querer después de declarar), había crecido hasta convertirse en lo que hoy se conoce como DUREXX… (Con 2 X porque realmente es la copia barata de los DUREX de verdad… pero igualito ganan muy bien!). Sin embargo, en aquel pequeño país no existían las leyes… o si existían pero nadie las cumplía, y al parecer el gobierno era el primero en desacatarlas, por lo que el Doctor, quien realmente era casi analfabeta, pero se hacía llamar así para sentirse superior a los demás, había logrado explotar a cientos de empleados sin importar sus beneficios ni nada por el estilo gracias a los poderosos políticos que le apoyaban por unos cuantos mandragañogales, que así se llama la moneda oficial de allá de Guarastrapo parte alta, para financiar sus campañas políticas.
A las 7 de la noche, el Doctor planeaba, como siempre, montarle los cuernitos a su señora esposa, una mujer un poco corpulenta y bastante dominante que pensaba que por gritar en lugar de hablar la gente la respetaba más. Como cada noche, se dedicaba a hablar con sus amigas de miles de proyectos multimillonarios que realmente nunca llegaban a nada mientras el Doctor se iba a “trabajar en algunas cosas que aun no había terminado y que eran urgentes”.
A las 7 y media, ya el único Motel de Guarastrapo parte alta, recibía al señor de lentes oscuros que venía siempre con la misma flaquita que se tapaba la cara para que no la reconocieran. Los recepcionistas siempre miraban al piso mientras le entregaban la llave, pero no por respeto o miedo, sino para contener la risa de aquellos 2 que todo el mundo sabía quiénes eran y creían que nadie los descubría. Tras entrar en con un torbellino de besos en la habitación de siempre hicieron el amor como si se acabara el mundo ese día, mientras que los comensales de la pequeña cachapera de enfrente gritaban “DALEEEEEE MÁAAAASSSSS!!!” cuando escuchaban los gritos “RAQUELIIIIITAAAAAAAAAAAAAA!!!!” y “HAYYYYYY DOCTOOOORRRRRRRRR!!!!!!”.
Una camioneta con más oxido que motor se detuvo frente a la casa del doctor, y cuando la señora gorda salió a ver quién era se encontró con Don Rafael y su escopeta. Entró en pánico y pidió a gritos que no la matara, a lo que Don Rafael, indiferente le miró a los ojos y le preguntó por el “Doctorcito”. Ahí fue cuando todo el mundo se dio cuenta que algo raro pasaba ahí. Un fuego de ira invadió el cuerpo de Ruperta Antonia (que así se llamaba la gorda esposa del Doctor) y de un manotazo como de gacela le arrancó de las manos a Don Rafael la escopeta al tiempo que gritaba “debe estar en la oficina!!! Pero por si acaso, vamos a pasar por La Zarandonga!!!!” (Que así se llamaba el Motel).
Ni una palabra salió de la boca de Don Rafael cuando aquella mujer (y sus 4 amigas gigantes también) le quitaron su camioneta y lo tiraron a el en la batea para ir hasta el Motel.
Cuando el Doctor escuchó desde lejos un ruido como de pedazos de carrocería cayéndose en plena marcha salió a la ventana a ver qué sucedía y se dio cuenta que aquella era la camioneta del viejito aquel que trabajaba en la empresa echándole vaselina a las bolsitas en las que empacaban los condones DUREXX, y se extrañó al ver que muchas mujeres gritaban su nombre y cargaban lo que le pareció que eran bates de beisbol. Al mirar de nuevo a Raquelita en la cama comprendió todo en un segundo: Raquelita era una espía imperialista que trataba de sabotearle la empresa!... Pero después de eso pensó de nuevo… ahí si fue: la esposa se había enterado de todo.
Se escucharon gritos, golpes a las paredes, vidrios rotos y gente llorando en aquella habitación, pero nadie se metió. Horas después llegaron los únicos 3 policías que tenía aquel pueblo. Uno se quedó en la patrulla por que el despecho moral y físico que le habían dejado las 3 botellas de ron de la noche anterior no lo dejaban vivir. Así que cuando los otros dos agentes salieron con el doctor en una bolsa negra el pobre policía aun ebrio vomitó todo el tablero del carro patrulla. La esposa del Doctor, esperaba tranquilamente y como ausente en la escalera de entrada del Motel. Sus 4 amigas chachareaban toda clase de cosas al tiempo que le picaban el ojo a los policías. Don Rafael por fin habló: “Y nadie me va a pagar la escopeta que traje para venderles y comprar mis pastillas para el reumatismo???”, a lo que la esposa del doctor dijo: “cual escopeta? Esta?” y saco el arma de debajo del amplio vestido que tenía, lo que causó pánico entre todos los presentes que llorando y clamando por su vida se tiraron de cara al suelo mientras el mismo Doctor se levantaba de la bolsa negra, que a todas estas no era de cadáveres sino una bolsa de basura amarrada para suavizar los palos que usaron para hacer la camilla que llevaba al Doctor al hospital a que lo enyesaran por la tremenda coñiza que su mujer le había metido al encontrarlo en la cama con Raquelita, quien resultó ser en verdad el esposo transexual de Fátima del Valle, una de las amigas de la gorda, que a su vez era la de Don Rafael, quien ahora es el dueño de la empresa gracias a un acuerdo legal que hacía que el Doctor perdiera toda propiedad si era descubierto montándole los cuernos a su mujer con un transexual. Ese acuerdo había salvado a la Gorda de aquella vida de infelicidad junto a aquel Doctor que no era doctor nada… y así vivieron todos felices por siempre… y más Raquelita, de quien se dice que se mudó a Venezuela y tras algunos arreglos de maquillaje y un cambio de nombre llegó a convertirse en Ministro… o algo así… no me crean mucho…
(Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia)
Bueno, retomando la idea… “se fue la luz”. Como allá siempre se iba la luz, era costumbre que la gente se fuera para su casa antes de cumplir lo que supuestamente era un horario establecido como “Horario Laboral” y que cínicamente se exponía en la entrada de todos las oficinas gubernamentales en plena entrada pegada con cinta transparente y subrayado con resaltador de múltiples colores como si aquello fuera una ley… y de hecho si lo era, pero nadie le paraba…
Ese mismo día, a Don Rafael Manisguerogote, pues ese era su apellido, le había llegado la carta de despido tras 37 años de trabajo. Como era de esperarse, Don Rafael, indignado ante aquella terrible situación optó por ir a la oficina de recursos humanos a ver qué era lo que estaba pasando, pero cuando llegó, y aunque el horario resplandecía en la puerta de la oficina y aun faltaban 2 y media horas para que cerraran, sorpresivamente (aunque ni tanto!) pues no había nadie. Era viernes por la tarde, y con la carta de despido no venía su paga de la semana, así que desesperado Don Rafael fue a su casa y buscó un rifle de cacería hecho por el mismo en sus años mozos y se dirigió a la casa de su jefe.
El Doctor Hercules Urreisterontista, de origen Húngaro Colombiano, se había adueñado y llevado a la empresa familiar a lo más alto del éxito en el campo mercantil. De lo que primero fue una triste fabrica casera de condones hechos con restos de bombas de agua tiradas en carnavales, había llevado aquello a convertirse en el más grande emporio mercantil de Guarastrapo parte alta, y ahora, la empresa que heredó de su padre el día que por accidente se envenenó con cuatro disparos en el pecho que accidentalmente salieron de su arma cuando trataba de sacarle un paño de cocina de la garganta a su mamá y que se había tragado sin querer pensando que era una torta (según el único testigo presente, que casualmente murió de un infarto complicado con medio kilo arsénico que se comió sin querer después de declarar), había crecido hasta convertirse en lo que hoy se conoce como DUREXX… (Con 2 X porque realmente es la copia barata de los DUREX de verdad… pero igualito ganan muy bien!). Sin embargo, en aquel pequeño país no existían las leyes… o si existían pero nadie las cumplía, y al parecer el gobierno era el primero en desacatarlas, por lo que el Doctor, quien realmente era casi analfabeta, pero se hacía llamar así para sentirse superior a los demás, había logrado explotar a cientos de empleados sin importar sus beneficios ni nada por el estilo gracias a los poderosos políticos que le apoyaban por unos cuantos mandragañogales, que así se llama la moneda oficial de allá de Guarastrapo parte alta, para financiar sus campañas políticas.
A las 7 de la noche, el Doctor planeaba, como siempre, montarle los cuernitos a su señora esposa, una mujer un poco corpulenta y bastante dominante que pensaba que por gritar en lugar de hablar la gente la respetaba más. Como cada noche, se dedicaba a hablar con sus amigas de miles de proyectos multimillonarios que realmente nunca llegaban a nada mientras el Doctor se iba a “trabajar en algunas cosas que aun no había terminado y que eran urgentes”.
A las 7 y media, ya el único Motel de Guarastrapo parte alta, recibía al señor de lentes oscuros que venía siempre con la misma flaquita que se tapaba la cara para que no la reconocieran. Los recepcionistas siempre miraban al piso mientras le entregaban la llave, pero no por respeto o miedo, sino para contener la risa de aquellos 2 que todo el mundo sabía quiénes eran y creían que nadie los descubría. Tras entrar en con un torbellino de besos en la habitación de siempre hicieron el amor como si se acabara el mundo ese día, mientras que los comensales de la pequeña cachapera de enfrente gritaban “DALEEEEEE MÁAAAASSSSS!!!” cuando escuchaban los gritos “RAQUELIIIIITAAAAAAAAAAAAAA!!!!” y “HAYYYYYY DOCTOOOORRRRRRRRR!!!!!!”.
Una camioneta con más oxido que motor se detuvo frente a la casa del doctor, y cuando la señora gorda salió a ver quién era se encontró con Don Rafael y su escopeta. Entró en pánico y pidió a gritos que no la matara, a lo que Don Rafael, indiferente le miró a los ojos y le preguntó por el “Doctorcito”. Ahí fue cuando todo el mundo se dio cuenta que algo raro pasaba ahí. Un fuego de ira invadió el cuerpo de Ruperta Antonia (que así se llamaba la gorda esposa del Doctor) y de un manotazo como de gacela le arrancó de las manos a Don Rafael la escopeta al tiempo que gritaba “debe estar en la oficina!!! Pero por si acaso, vamos a pasar por La Zarandonga!!!!” (Que así se llamaba el Motel).
Ni una palabra salió de la boca de Don Rafael cuando aquella mujer (y sus 4 amigas gigantes también) le quitaron su camioneta y lo tiraron a el en la batea para ir hasta el Motel.
Cuando el Doctor escuchó desde lejos un ruido como de pedazos de carrocería cayéndose en plena marcha salió a la ventana a ver qué sucedía y se dio cuenta que aquella era la camioneta del viejito aquel que trabajaba en la empresa echándole vaselina a las bolsitas en las que empacaban los condones DUREXX, y se extrañó al ver que muchas mujeres gritaban su nombre y cargaban lo que le pareció que eran bates de beisbol. Al mirar de nuevo a Raquelita en la cama comprendió todo en un segundo: Raquelita era una espía imperialista que trataba de sabotearle la empresa!... Pero después de eso pensó de nuevo… ahí si fue: la esposa se había enterado de todo.
Se escucharon gritos, golpes a las paredes, vidrios rotos y gente llorando en aquella habitación, pero nadie se metió. Horas después llegaron los únicos 3 policías que tenía aquel pueblo. Uno se quedó en la patrulla por que el despecho moral y físico que le habían dejado las 3 botellas de ron de la noche anterior no lo dejaban vivir. Así que cuando los otros dos agentes salieron con el doctor en una bolsa negra el pobre policía aun ebrio vomitó todo el tablero del carro patrulla. La esposa del Doctor, esperaba tranquilamente y como ausente en la escalera de entrada del Motel. Sus 4 amigas chachareaban toda clase de cosas al tiempo que le picaban el ojo a los policías. Don Rafael por fin habló: “Y nadie me va a pagar la escopeta que traje para venderles y comprar mis pastillas para el reumatismo???”, a lo que la esposa del doctor dijo: “cual escopeta? Esta?” y saco el arma de debajo del amplio vestido que tenía, lo que causó pánico entre todos los presentes que llorando y clamando por su vida se tiraron de cara al suelo mientras el mismo Doctor se levantaba de la bolsa negra, que a todas estas no era de cadáveres sino una bolsa de basura amarrada para suavizar los palos que usaron para hacer la camilla que llevaba al Doctor al hospital a que lo enyesaran por la tremenda coñiza que su mujer le había metido al encontrarlo en la cama con Raquelita, quien resultó ser en verdad el esposo transexual de Fátima del Valle, una de las amigas de la gorda, que a su vez era la de Don Rafael, quien ahora es el dueño de la empresa gracias a un acuerdo legal que hacía que el Doctor perdiera toda propiedad si era descubierto montándole los cuernos a su mujer con un transexual. Ese acuerdo había salvado a la Gorda de aquella vida de infelicidad junto a aquel Doctor que no era doctor nada… y así vivieron todos felices por siempre… y más Raquelita, de quien se dice que se mudó a Venezuela y tras algunos arreglos de maquillaje y un cambio de nombre llegó a convertirse en Ministro… o algo así… no me crean mucho…
(Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia)
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