sábado, 11 de octubre de 2025

El Nobel de la Paz 2025


El 10 de octubre de 2025 amanecimos con una noticia que estremeció de emoción a millones de venezolanos dentro y fuera del país: el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a una mujer venezolana, María Corina Machado.


Es el segundo Premio Nobel que recibe Venezuela en toda su historia. El primero fue concedido en 1980 al científico Baruj Benacerraf, por sus descubrimientos sobre la inmunología y los genes que controlan la respuesta del sistema inmune. Aunque Benacerraf nació en Caracas, desarrolló la mayor parte de su vida profesional en Estados Unidos. Aun así, su logro fue celebrado como un hito para la ciencia y para el gentilicio venezolano.

Hoy, más de cuatro décadas después, otro nombre venezolano se inscribe en la historia, pero en circunstancias muy distintas y profundamente simbólicas. María Corina Machado no recibió su Nobel en una ceremonia solemne ni entre aplausos internacionales, como suelen recibir este tipo de premios otros ganadores, sino desde la clandestinidad, escondida, por la persecución de un régimen que convirtió al país en el sueño cumplido de Pablo Escobar: un cartel de narcotráfico con rango presidencial.


Es la primera vez en la historia del Premio Nobel de la Paz que una persona lo recibe mientras se encuentra oculta por la amenaza de ser encarcelada o asesinada por un gobierno (o por un Cartel de drogas, como en este caso).

A diferencia de muchos líderes que, frente al peligro, optaron por el exilio, María Corina Machado ha decidido permanecer en su país. Pudo escapar. Pudo hacerlo muchas veces. Pero eligió seguir luchando desde Venezuela, caminando sobre la delgada línea entre la vida y la muerte, para mantener viva la llama de la libertad. Su decisión no solo es un acto de coraje personal, sino también una lección moral para toda una generación que ha visto cómo los verdaderos cobardes se parapetan detrás de “anillos de seguridad” y ejércitos de mercenarios que les “protegen” de posibles atentados de civiles desarmados que gritan a todo pulmón: “LIBERTAD!”.

Este premio, más allá del prestigio que otorga o del orgullo nacional que despierta, es un reconocimiento al valor de una mujer que ha dicho la verdad sin titubear durante casi tres décadas. Es el eco de aquella frase que resonó como una bofetada en el rostro del poder hace caso 20 años: “Expropiar es robar.” Es un homenaje a la valentía y a las voces que se levantan para defender lo justo, la verdad y denunciar, incluso cuando eso pone en peligro la vida misma. Hay que ser valiente para hacer eso escudándose solo con la palabra y no con armas y amenazas, cono lo hacen los cobardes del narco regimen.

El Nobel de la Paz 2025 honra a la mujer que desafió a una narcodictadura con votos, frente a ejércitos mercenarios; la mujer que organizó una elección ciudadana y presentó —en menos de 24 horas— millones de actas que dejaron en evidencia el fraude más descarado de la historia del continente americano. Y lo hizo mientras era perseguida, acosada y amenazada por un régimen que teme más a la verdad que a las balas. Estamos hablando del mismo régimen que obligó a Edmundo González a irse del país y secuestró a su yerno. El mismo régimen que tiene a sus propios hijos viviendo como príncipes en el exterior mientras en Venezuela hay gente que busca comida en la basura.

La llamada del Comité del Nobel llegó en plena madrugada. A un lado de la línea, la voz del director del comité, conmovido hasta las lágrimas, le anunciaba a María Corina que había sido elegida ganadora del Premio Nobel de la Paz. Al otro lado, la voz perpleja de una María Corina en plena madrugada no dejaba de tartamudear: “no puede ser”. Por primera vez en la historia, el anuncio se hacía a alguien que debía ocultarse para seguir con vida. Por primera vez se otorgó el premio a alguien que puede ser asesinada o torturada por “hablar”.

Fue una llamada breve, pero histórica. Una llamada que, más allá de su simbolismo, reivindica la dignidad de un país que, pese a la oscuridad, sigue creyendo en la luz. 

Ahora, Venezuela no solo es noticia otra vez. No por ser la cuna del Tren de Aragua, legado del régimen, sino por la lucha digna de la democracia y la libertad bajo la figura de una mujer de hierro que por MUCHO supera en valentía a los cobardes de un régimen moribundo al que le faltan las “bolas” que a María Corina le sobran.



miércoles, 24 de septiembre de 2025

-Un Mundo Roto- (o Reflexiones sobre la estupidez)



Suele pasar que pienso demasiado en nuestro mundo. En nuestra humanidad. Y no estoy seguro de que sea un ejercicio sano, para ser honesto, porque muchas veces me sumerge en lugares tristes, grises y desesperanzados.


Alguien podría decir que vivimos en el mejor momento de la historia: tenemos avances tecnológicos sin precedentes, una economía global en su punto más alto, y la ciencia y la medicina nos han regalado más años de vida que nunca antes. No dudo de nada de esto; es verdad. Pero, al mismo tiempo, pareciera que nos volvemos cada vez más estúpidos en muchos aspectos.


Se supone que con el paso del tiempo deberíamos aprender, crecer, volvernos más “modernos”. Pero no es así. Hoy debemos autocensurarnos para hablar de temas que, irónicamente, solo pueden superarse hablándolos. No se puede mencionar el suicidio, el racismo, la corrupción, el machismo… porque apenas se nombran, las publicaciones son censuradas, eliminadas o “desmonetizadas”. Entonces, quienes tienen la posibilidad de multiplicar un mensaje valioso prefieren hablar de “cómo lograr que tu video atraiga en dos segundos” en lugar de enseñar a millones de seguidores a reconocer un gobierno corrupto o a prevenir un suicidio. Eso no vende. Eso no se toca.


Y no solo no se habla: hasta nombrarlo está prohibido. Ahora hay que escribir $ui/!d!0 o A$3$!n0 para que el famoso “algoritmo” no borre el contenido. ¿En qué momento llegamos a aceptar que toda la humanidad dependa de lo que un algoritmo nos permite decir o callar? ¿Cómo es posible que algo tan abstracto —y controlado por unos pocos— tenga el poder de destruir a cualquiera con un simple hashtag?


¿Cuándo dejamos de lado lo que pensamos de verdad para someternos a lo que “acepta” un algoritmo o a lo que repiten ejércitos de bots? ¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo? ¿Qué futuro espera a nuestros hijos?


Vivimos en un mundo donde quienes dicen lo que piensan son “cancelados”, mientras la estupidez y la ignorancia son premiadas con millones de vistas y “likes”. Antes se decía que la ignorancia existía por falta de información; hoy sabemos que no es así. La información está ahí, al alcance de todos. Pero parece que la mayoría elige la estupidez, porque resulta más cómoda, más entretenida, más viral.


El mundo está roto. Hoy jugamos a lo “políticamente correcto” sin detenernos siquiera a preguntar: ¿qué significa “correcto”?. Un pequeño grupo de celebridades, que aparentemente representan al mundo entero, marca la pauta de lo que se debe aceptar, creer, callar o decir. El número de likes decide quién gana.


Mientras tanto, los miles de millones de personas que habitamos el planeta seguimos las instrucciones de ese grupito y de un ejército de bots algorítmicos que viven en una red donde la verdad simplemente no existe. Y así, terminamos con gobernantes que deciden el destino de millones decretando lo que es o no correcto en un simple “post”.


Ya no se trata de pensar y analizar por nosotros mismos, sino de esperar a que “el líder” nos diga qué creer y qué hacer en el mensaje que publique en ese momento.


¿A alguien mas le parece absurdo esto? Despues de millones de personas que en siglos pasados murieron defendiendo nuestra libertad y nuestro derecho a pensar libremente, así estamos… esperando a que el “líder” diga que vamos a pensar o no.

viernes, 19 de septiembre de 2025

De la Libertad



Hablemos de libertad.


Pareciera que el concepto de “libertad” es entendido claramente por todos. Lo asumimos como algo moderno, tácito. Vivimos en un “país libre”, donde podemos hacer lo que queramos, decir lo que queramos, ir a donde queramos. Pero en realidad, esa “libertad” muchas veces es solo una ilusión.


La verdadera libertad es mucho más que un concepto: es un conjunto de derechos conquistados, literalmente, a sangre y fuego por nuestros antepasados en luchas que hoy difícilmente estaríamos dispuestos a dar. Hubo personas que murieron exigiendo y defendiendo los derechos que nosotros disfrutamos hoy desde la comodidad de un sofá. 


En Latinoamérica, la independencia de los pueblos se logró tras ríos de sangre derramados en batallas contra ejércitos realistas. Así se rompió el yugo de los imperios europeos. Pero “independencia” no significa libertad.


La libertad es el respeto a los derechos de todos. Son derechos universales, derechos humanos. De allí la existencia de sistemas judiciales. Pero respetar derechos no siempre garantiza justicia, y en esa zona gris —entre libertad, legalidad e independencia— es donde los poderosos juegan sus cartas para coartar la libertad de las mayorías, porque mientras las mayorías dependan de los poderosos, estos seguirán siéndolo. La pobreza, en ese sentido, no es un accidente: es un producto cuidadosamente elaborado.


Esto no es un eslogan ni un pensamiento de etiqueta política. No corresponde a una ideología liberal, conservadora o socialista. Es un hecho verificable.


Veamos un ejemplo: tras la abolición de la esclavitud en Estados Unidos, en teoría millones de personas fueron “libres”. En la práctica, los afroamericanos no podían conseguir trabajo porque eran negros. Se les prohibía el acceso a escuelas, hospitales, tiendas, e incluso podían ser linchados sin mayores consecuencias. ¿Podemos hablar entonces de libertad y justicia tras la abolición de la esclavitud?.


Este ejemplo incomoda a muchos. Hay quienes pretenden borrar la historia y reemplazarla con relatos edulcorados, como si se tratara de cuentos de hadas. Pero estos horrores no sucedieron hace siglos: ocurrieron hace apenas unas décadas. Borrarlos de la memoria no va a ser un trabajo fácil. 


No fue sino hasta 1965 cuando se garantizó plenamente el derecho al voto de las personas afroamericanas. Aunque la 15.ª Enmienda (1870) prohibía negar el voto por “raza, color o condición previa de servidumbre”, se idearon mecanismos para excluirlos: impuestos electorales, pruebas de alfabetización, “cláusulas de abuelo” e intimidación. Y el sufragio femenino no llegó sino hasta 1920, medio siglo después del voto masculino.


Tampoco fue sino hasta 1954 cuando la Corte Suprema de EE. UU. declaró ilegal la segregación racial en las escuelas. Eso significa que millones de personas que hoy siguen vivas sufrieron discriminación abierta, se les negó educación y se les trató como ciudadanos de segunda por su color de piel. Rosa Parks, ícono del movimiento por los derechos civiles, murió hace apenas unos años. Todo esto ocurrió hace muy poco tiempo. No es motivo de orgullo, pero sí de memoria: borrar esa historia es negacionismo, y ninguna sociedad en la historia ha prosperado jamás sobre el negacionismo.


Lo que quiero dejar claro es que la libertad no es algo que simplemente existe. Siempre ha requerido luchas, y esas luchas han sido protagonizadas por minorías oprimidas enfrentadas a clases poderosas. Sin excepción. No es cuestión de ideología, es cuestión de hechos. Y, paradójicamente, esas “minorías” casi siempre son en realidad las grandes mayorías: trabajadores, campesinos, mujeres, pueblos enteros. Hoy, al menos 46% de la población de EEUU necesita trabajar más de 60 horas semanales para cubrir sus gastos básicos mensuales. Del 54% restante, 34% asegura tener dos trabajos para poder llegar a fin de mes. Mientras tanto, un muy pequeño grupo acumula fortunas imposibles de gastar en mil vidas. Este fenómeno se repite en casi todos los países, aunque en algunos es mas marcado que en otros.


El secreto está en la cultura. Un pueblo culto es un pueblo consciente y difícil de manipular. Por eso, desde siempre, a los poderosos les ha convenido mantener a los pueblos en la ignorancia: borrar la historia, premiar la mediocridad, sembrar división y resentimiento, etiquetar a los disidentes como enemigos. Esas son sus armas. Mientras tanto, ellos hacen lo opuesto: van a las mejores universidades, acceden a la mejor educación, viajan por el mundo, se enriquecen del conocimiento y lo utilizan para perpetuar su poder. El círculo vicioso se repite.


Hoy deberíamos preocuparnos profundamente por el retroceso de las libertades en el mundo. Existen países donde opinar puede costar la vida, el trabajo o la deportación. Donde un periodista puede ser despedido por “incomodar al poder”. Donde lo que es legal o justo lo decide el “líder”… pero cuando la libertad depende del ánimo de un líder, entonces ya no existe libertad.


Si la libertad de prensa, de opinión, de voto o de protesta depende de la voluntad del poderoso y no del respeto a la ley, a la justicia y a la imparcialidad, lo que tenemos no es libertad: es una simulación de libertad, y en esa simulación solo se es “libre” si se aplaude y glorifica al líder, como ocurre en Corea del Norte, Nicaragua, Rusia o Cuba… Lo digo con conocimiento de causa: soy un periodista venezolano perseguido por mis opiniones… hay países en los que hoy se ha retrocedido 100 años en materia de libertad ante el aplauso de sus propios habitantes… 


Jose Calabres

miércoles, 27 de agosto de 2025

Esta pasando?



En días recientes, el gobierno de Estados Unidos ha desplegado, en una acción sin precedentes, una fuerza militar sobre las costas cercanas a Venezuela que, sin duda alguna, ha hecho temblar a la dictadura de Caracas.

No faltan analistas en medios de todo tipo, así como “influencers” en redes sociales, aludiendo a una inminente acción militar para sacar a Maduro en cuestión de horas. Sin embargo, esa esperada acción no termina de llegar, a pesar de las esperanzas de todos los venezolanos de que finalmente ocurra. ¿Qué está pasando? ¿Por qué la demora? Aquí mi humilde opinión.

Aclaro nuevamente: no soy analista internacional ni especialista en política. Soy, simplemente, un ciudadano más, igual que usted, que intenta usar un poco de sentido común para dar forma a las noticias a las que tengo acceso; que no son otras que las mismas que ustedes leen.

Al observar el panorama general y analizar declaraciones de distintos sectores, creo que la situación apunta a lo siguiente: habrá un golpe de Estado en Venezuela. Ciertamente. Pero no propiciado por Estados Unidos, sino por venezolanos. ¿Quiénes pueden dar este golpe? Solo un sector: las Fuerzas Armadas, porque son las que tienen las armas y la fuerza. ¿Cómo llego a esta conclusión? Porque el llamado de Maduro a la defensa de su dictadura ha estado dirigido a milicias y cuerpos civiles, nunca al ejército como tal. No confía en ellos. Sus segundos, como Cabello, amenazan con espionaje y represión porque temen conspiraciones internas. Y es lógico: las hay.

Ahora bien, ¿qué pasará cuando caigan Maduro y los suyos? ¿Qué sucederá al día siguiente? Supongamos que entonces Edmundo González y María Corina Machado asuman el poder como corresponde. ¡Un gran triunfo de la democracia! Pero el mal de la dictadura no se reduce a Maduro y su círculo cercano. Habrá miles, sino millones, de chavistas leales que buscarán sabotear al nuevo gobierno. Entre ellos, colectivos, paramilitares, el ELN, las FARC, Hezbollah, cubanos infiltrados, sandinistas, la oposición “alacrán” y toda la fauna que conocemos bajo la sombrilla de la dictadura. Ellos seguirán ahí, quizá en la clandestinidad, pero igual de peligrosos. Ni hablar de sectores de la FAN leales al chavismo. ¿Cómo confiarían MCM y Edmundo en unas Fuerzas Armadas aún manchadas por el régimen? ¿Cómo garantizar que no habrá intentos desestabilizadores apenas horas después de la salida del Cartel de los Soles? Se necesitará una fuerza armada y de seguridad “confiable”. ¿Quién puede proveerla? Tal vez una flota estadounidense, a tiro de piedra, lista para entrar y sofocar cualquier intento de golpe.

Y aquí es donde todo cobra sentido. Entrar militarmente a Venezuela para sacar al narcorégimen implicaría uso de la fuerza, pero luego habría que mantener una ocupación. De no hacerlo, la transición sería un caos. ¿Cuánto cuesta mantener una ocupación extranjera? No solo a Estados Unidos, sino a los propios venezolanos, que quedaríamos endeudados y a merced de un país ocupante, como ocurrió en Afganistán o Irak, donde la presencia se extendió por décadas. Y no se me malinterprete: no estoy en contra de una ocupación si ese fuera el precio de la libertad, pero siendo sensatos, no es muy inteligente cambiar una dictadura por una ocupación. Prefiero que el país recupere su libertad con apoyo externo, sí, pero como fuerza de contención, no de ocupación.

Si esta lectura es correcta, el proceso de derrocamiento final ya ha comenzado y es inminente en poco tiempo. No necesariamente en horas, pero sí en semanas.

¿Cómo será el final? Nadie lo sabe. Poniéndome en los zapatos del régimen, supongo que negocian miles de salidas para huir del país ilesos, porque ninguno está dispuesto a pagar cárcel. Sin embargo, todo indica que las negociaciones se agotaron. Basta con ver a Maduro, con lágrimas en los ojos, declarando que “no podría conocer a Dan Maduro” en Países Bajos porque lo están cazando. Al parecer, ya no hay diálogo que lo salve. Si él no se salva, difícilmente se salvarán sus subalternos. ¿Qué les queda entonces? Resistir lo más posible. Pero esto ya es casi imposible: no tienen apoyo del ejército, que cada vez más busca cómo salvarse participando en la caída de la dictadura. Las conspiraciones y amenazas crecen cada día. Es solo cuestión de tiempo.

El hecho de que Estados Unidos refuerce constantemente su flota cerca de Venezuela apunta a que la caída es inminente. La pelota está en la cancha de los venezolanos. No esperemos una invasión. No va a ocurrir. Pero el apoyo para la transición ya está ahí.


JOSE CALABRES

martes, 4 de marzo de 2025

La canción de Maia




La Canción de Maia


En un rincón escondido del mundo, donde el viento susurra secretos entre los árboles y el río canta historias antiguas, vivieron por muchos soles una pequeña familia de soñadores, rodeados de arcilla, colores e historias... 


Desde el día en que Maia nació el mundo se llenó de música, y la primera vez que abrió los ojos, no fue el silencio lo que la recibió, sino una melodía. Era suave como el viento en las hojas y cálida como el sol al amanecer. Aquella pequeña princesa fue arrullada por cientos de melodías que fueron susurradas suavemente a su atento oído. El padre de aquella pequeña criatura descubrió que abrazarla mientras le cantaba una canción la calmaba y la ayudaba a dormir… y así, cada noche, por muchísimas noches, le cantó una canción, que aunque no era de su autoría, se hizo con el tiempo la canción de su princesa… 


No era cualquier canción, sino una que hablaba del alma, de la luz y del camino que estaba destinada a recorrer… era una canción que hablaba de como llenaba de amor el alma de quienes la rodeaban y de la fuerza que le daba a sus orgullosos padres para seguir siempre adelante incluso en momentos donde la fuerza parecía desaparecer… Su canción no solo era un regalo, sino también un mapa invisible, una brújula que la guiaría a lo largo de su vida. Todos la sabían: su madre, su padre, sus abuelos, incluso los pájaros parecían conocerla. 


Maia creció con esa melodía en su corazón. A veces la tarareaba sin darse cuenta mientras dibujaba figuras en la arena, otras veces la recordaba en voz baja cuando la tristeza la visitaba. 


Pero un día, Maia dejó de oírla. Se fueron lejos de sus montañas, de sus caminos de tierra y sus arboles llenos de pajaros. Llegaron a tierras nuevas, donde la gente hablaba otra lengua y sus voces eran distintas… Fue cuando aquel nuevo mundo le empezó a hablar más fuerte que su propia voz. Las voces ruidosas dijeron que tenía que ser de cierta manera, que debía encajar, que su luz debía atenuarse para no brillar demasiado… Y poco a poco, sin darse cuenta, su canción se apagó… 


Se sintió triste por un tiempo. Caminó sin rumbo, buscándose en los espejos y en las palabras de otros, sin encontrar respuesta… es duro caminar sin saber el rumbo y sin camino…


Pero Maia nunca estuvo sola. Siempre tuvo a unos guerreros invencibles a su lado, protegiéndola… cuidando su canción…


Y llegó así una noche, en la que Maia, sentada a la orilla del río, escuchó algo… un sonido muy suave… se acercaba… y a medida que prestaba mas atención, el sonido se hacía más fuerte…


Al principio, Maia no reconoció la melodía. Pero poco a poco, como un fuego que se aviva con el viento, su canción volvió a ella. Recordó quién era: una niña llena de sueños, con un espíritu que brillaba como el sol en la mañana. Su canción le recordó quien era y de donde venía… y así, de pronto, recordó que su fuerza venía de la tierra, de los arboles, del viento, del sol, y de todos aquellos regalos que había recibido de las montañas entre las que había nacido…


Desde ese día, Maia prometió no volver a olvidar su canción. Sabía que siempre que la necesitara, allí estaría, esperando en el rincón más cálido de su corazón, porque su canción era su esencia. Y mientras la recordara, siempre encontraría el camino de vuelta a sí misma… el camino de vuelta a casa… 


Para Maia.

Tu papá.

sábado, 1 de marzo de 2025

El comediante que llegó a la presidencia

 

El día de ayer, el mundo entero presenció, a través de las pantallas de televisión, uno de los sketches de humor más baratos y terribles de la historia. Pero analicemos por un momento cómo llegamos a este lamentable episodio.

Tras la disolución de la Unión Soviética en 1991, Ucrania se declaró un Estado independiente. Sin embargo, al haber sido parte de la URSS, poseía un arsenal nuclear. En 1994, Ucrania renunció a sus armas nucleares al firmar el Memorándum de Budapest, un acuerdo suscrito también por Bielorrusia y Kazajistán.

Desde ese momento, Ucrania se comprometió a ratificar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y a entregar a Rusia alrededor de 3,000 ojivas nucleares heredadas de la Unión Soviética. A cambio, los gobiernos de Rusia, Estados Unidos y Reino Unido prometieron "respetar la independencia, la soberanía y las fronteras existentes de Ucrania" y "abstenerse de la amenaza o el uso de la fuerza" contra el país. Para 1996, Kiev había entregado todas las armas soviéticas en su territorio.

Aquí es donde la situación comienza a torcerse. Rusia violó por primera vez el acuerdo en 2014, cuando invadió y anexó Crimea, la región oriental de Ucrania donde se encuentra la base naval rusa de Sebastopol y la Flota del Mar Negro. Ni Reino Unido ni Estados Unidos hicieron nada para impedir esta violación del Memorándum de Budapest, y Rusia simplemente anexó la península por la fuerza.

Este capitulo, fue aparentemente obviado por JD Vance durante la reunión con Zelensky (en la que por cierto no debía ni hablar Vance) al tratar de brillar como lame botas al asegurar que la reunión era una muestra de la gran acción diplomática de Trump. Sigamos.

En 2022, Rusia invadió Ucrania nuevamente. Esta vez, el dictador ruso, Vladimir Putin, con más de 25 años en el poder a través de elecciones fraudulentas y el envenenamiento de opositores, justificó su "operación especial" alegando que Ucrania estaba abandonando el pacto con la intención de desarrollar un arsenal nuclear con la ayuda de Estados Unidos. Según él, el país planeaba acciones agresivas que representaban un riesgo para la población rusa. Estas alegaciones fueron completamente falsas, como el mundo entero sabe hoy.

"Ucrania recibió garantías de seguridad después de abandonar el tercer arsenal nuclear más grande del mundo. Ya no tenemos estas armas, pero tampoco tenemos seguridad", dijo Zelensky en un discurso el pasado 19 de febrero. "Desde 2014, Ucrania ha intentado tres veces convocar consultas con los Estados firmantes del Memorándum de Budapest, pero sin éxito. Hoy, Ucrania lo hará por cuarta vez. Por última vez." Preocupante declaración, pues habla del desentendimiento del mundo respecto a las agresiones de países poderosos y de como estos pueden prácticamente hacer cualquier cosa por encima de la ley.

Putin, por su parte, ha dejado claro en sus discursos que responderá con agresividad si alguno de los miembros de la OTAN (alianza militar encabezada por Estados Unidos y las principales potencias europeas) decide intervenir. Además, puso a las fuerzas de disuasión de Rusia en "alerta especial". En una conversación con funcionarios militares, el presidente ruso declaró que las potencias mundiales habían realizado "acciones hostiles" contra Rusia e impuesto "sanciones ilegítimas", ignorando convenientemente que fue Rusia quien violó los acuerdos de Budapest.

Hasta ahora, la guerra en Ucrania ha dejado cerca de 600,000 muertos y ha desplazado a unos 480,000 ucranianos. Este dato es importante, puesto que pone en entredicho nuevamente otra mentira de Trump, que aseguraba incluso con Zelensky en frente que habían MILLONES de muertos ucranianos por la guerra.

Rusia sin embargo no solo ha enviado soldados, sino también mercenarios pagados de otras nacionalidades como Bielorrusos e incluso tropas norcoreanas para reforzar sus ataques. Hasta este punto, los aliados de Rusia incluyen a China, Corea del Norte, Bielorrusia, Cuba, Nicaragua y Venezuela, países señalados desde hace décadas como dictaduras comunistas y violadores de derechos humanos. Sorprendentemente, a este grupo ahora se ha sumado el mismo Estados Unidos, que, junto a China y Corea del Norte, bloqueó en la ONU una declaración condenatoria a Rusia por el tercer aniversario de la invasión.

El “Maestro de los negocios”, como le gusta autodenominarse al presidente Trump (y como lo llama su séquito de aduladores), afirmó en campaña que podría terminar la guerra en su primer día de gobierno. Han pasado casi dos meses desde su regreso al poder y no solo no ha puesto fin al conflicto, sino que lo ha agravado.

Trump, en su acostumbrado tono soberbio y falaz, sostiene que la guerra nunca habría comenzado si él hubiese estado en el poder. Esta afirmación es tan absurda como decir que la guerra nunca hubiese comenzado si YO hubiese sido presidente. Yo puedo afirmar que si YO fuese el presidente, ya tendríamos colonias en Marte. No las tenemos porque no soy el presidente! No se puede debatir con base en falacias (o en estupidez, donde hay muchísimos con años de experiencia). Repetir esta declaración como un mantra es un mal chiste, pues hablamos de una guerra real, en la que un país está siendo destruido y cientos de miles de personas han sido masacradas.

Trump también asegura que Estados Unidos ha proporcionado más de 300,000 millones de dólares a Ucrania, lo cual, como casi todo lo que dice, es falso.

Desde el inicio de la guerra, bajo la administración Biden, Estados Unidos ha proporcionado más de 44,000 millones de dólares en asistencia militar a Ucrania. Casi el 40% de la ayuda ha sido para fines no militares, incluyendo asistencia humanitaria, alojamiento para refugiados y apoyo económico directo al gobierno ucraniano. En total, la ayuda estadounidense, incluyendo la militar, asciende a menos de 100,000 millones de dólares, menos de un tercio de lo que Trump afirma.

Para verificar los datos:

https://www.nytimes.com/es/2023/12/14/espanol/ucrania-rusia-estados-unidos-ayuda.html


https://www.bbc.com/mundo/articles/c0de93n04wpo

Ahora, Trump busca sacar provecho de la vulnerabilidad de Ucrania. A pesar del compromiso estadounidense en el acuerdo de Budapest, intenta obligar a Zelensky a entregar el 50% de la producción mineral ucraniana a Estados Unidos como "compensación" por la ayuda prestada durante la guerra, PERO sin garantizar absolutamente nada después de esa firma.

Lo más llamativo es que Trump nunca se ha referido a Putin como el dictador que es, ni menciona que violó el acuerdo de Budapest, pero sí insiste en llamar a Zelensky "dictador" y "corrupto". Incluso ha pedido su dimision.

En este contexto, Zelensky asistió a la Casa Blanca el 28 de febrero de 2025 para firmar el acuerdo más infame de la historia moderna, en el que aceptaba entregar la mitad de los minerales de Ucrania a Estados Unidos a cambio de garantías de que Rusia no tomaría más acciones agresivas. Zelensky a asegurado estar dispuesto a renunciar si eso garantiza la entrada de Ucrania a al OTAN.

Sin embargo, Trump abrió la reunión criticando la vestimenta de Zelensky, asegurando que “no era apropiada para la oficina de más alto nivel del país”. Un comentario absurdo, considerando la gravedad de la situación. Más aún cuando días antes, Elon Musk había asistido a la misma oficina en camiseta, gorra y con su hijo en hombros sin recibir ni una sola crítica por parte de Trump, de Vance o de nadie.

En plena reunión, el vicepresidente JD Vance interrumpió para atacar verbalmente a Zelensky, lo que derivó en un enfrentamiento en el que Trump, Vance y Marco Rubio mostraron su peor cara, acosando al presidente ucraniano. Trump incluso llegó a amenazarlo, gritándole que "estaba jugando con la posibilidad de iniciar la Tercera Guerra Mundial", argumentando que esto ocurriría si Ucrania no entregaba el 50% de sus minerales a EE.UU. y el 20% de su territorio a Rusia. Curiosa manera de entender la paz. No dejaban Trump y Vance de solicitar a Zelensky que este "diera las gracias a Trump". Pareciera que esperaban que Zelensky pidiera clemencia de rodillas, al mejor estilo de los emperadores romanos en el Coliseo.

La reunión terminó de forma vergonzosa, con la expulsión de la delegación ucraniana de la Casa Blanca. ¿El motivo? Según Rubio: “hicieron molestar al señor Trump”. Inédito en la historia de la democracia moderna. Una verdadera verguenza. Nunca se imaginaría uno una escena de este tipo en un gobierno serio, como el de Canadá, Francia, Inglaterra, Alemania, Japon, o cualquier otro país medianamente decente.

Hay quienes justifican que el actuar de Trump es simplemente diferente “porque Trump no es un político, sino un negociador”. Tal aseveración es, en primer lugar, estúpida. Y lo es por varias razones:

Primero, Trump está en un segundo mandato. Ya debería saber ser político. Si no lo sabe, es un incapaz.

Segundo, alguien que ha declarado bancarrota seis veces es un muy, muy mal negociador. Haría usted negocios con alguien que ha ido a bancarrota 6 veces? Le confiaría sus ahorros? Le dejaría manejar su negocio?. Si su respuesta es si, a usted le faltó acido fólico cuando lo gestaban.

Tercero, si no sabe de política, ¿por qué se postuló a un puesto político? No queremos a un chofer de autobús en la presidencia, ¿verdad? Ya sabemos lo que pasa cuando se hace eso.

Zelensky, sin embargo, llegó a la presidencia también sin tener ninguna experiencia como político. De hecho, Zelensky era comediante en televisión (el otro también era una suerte de comediante... malo, pero comediante al fin). Él mismo se sorprendió cuando ganó las elecciones en Ucrania. Viene de ser un hombre trabajador y humilde. Supongo que, por eso, Putin decidió invadir Ucrania, pensando erróneamente que un comediante no sería rival para el gran dictador comunista que es él.

“En tres días esta guerra habrá terminado”, aseguraba Putin hace tres años, y ahí está Zelensky y su pueblo, aún de pie.

Miles de ucranianos de todas partes del mundo regresaron a Ucrania para luchar junto a los suyos y defender su patria. Zelensky ha estado en el campo de batalla en innumerables ocasiones, algo que está muy lejos de hacer el cobarde de Putin, siempre protegido por cientos de guardaespaldas en locaciones seguras y lujosas. Ni hablemos de Trump, que ni el servicio militar hizo!

Lo visto ayer en la Casa Blanca no solo deja un mal sabor de boca en la gente decente, sino que enciende, al menos para mí, muchas alarmas. Trump no vaciló en defender a Putin de manera muy explícita mientras llamaba a Zelensky débil. Ha pedido incluso la renuncia de Zelensky y la convocatoria a nuevas elecciones en medio de la invasión, en total alineación con los deseos de Putin. Algo hace ruido cuando vemos a alguien poniendose del lado de los malos...

Asimismo, Trump ha asegurado que EE.UU. usará su poder de veto para impedir que Ucrania entre a la OTAN, tal como lo ha exigido Putin, y así evitar que Ucrania cuente con la protección del organismo, abriendo entonces la posibilidad de que Rusia cuando le plazca, vuelva a invadir. No sabemos si EE.UU. seguirá apoyando a Ucrania en la guerra contra Rusia. Es posible que no lo haga, pues Trump ha insinuado esa idea y amenaza desde hace tiempo, lo cual solo beneficia los intereses del Kremlin.

La verdad, tantos intereses de la dictadura de Putin apoyados por Trump (no EE.UU., sino Trump personalmente) no dejan de llamar la atención. No olvidemos que ya en el primer mandato hubo denuncias sobre una posible colusión Rusa para favorecer la elección de Trump. Aunque Trump y Putin lo negaron, el tipo de relación que han mantenido ambos mandatarios sigue generando inquietudes.

Hoy, pareciera que la invasión a Ucrania no es solo una violación de los Acuerdos de Budapest, sino que, sorpresivamente para todos, está siendo facilitada por los mismos firmantes que prometieron defender su soberanía. Ucrania está invadida por Putin y por Trump ante la mirada impávida del Reino Unido.

Ojalá Europa pueda contrarrestar esta injusticia, porque después de Ucrania, la inédita camaradería de Putin con Trump podría convertirse en la alianza más inesperada del mundo contra todos.

Ayer, en la Casa Blanca, hubo una reunión en la que vimos a un comediante convertido en una gran figura de dignidad y respeto, valientemente enfrentando a un grupo de tristes payasos con ansias de ser algo.

Quizá los seguidores de Trump tienen algo de razón: para ser un buen presidente no hace falta ser político. Pero hay algo que sí es indispensable: ser digno. Y ayer, Zelensky les dio una clase magistral de dignidad.


Jose Calabres

lunes, 24 de febrero de 2025

LA QUINTA COLUMNA EN EEUU

 



Hace muchos años escuché por primera vez el término “Quinta Columna”. En un país hundido en una narcodictadura disfrazada de neocomunismo como Venezuela, los términos ideológicos y las frases confusas agregadas a cualquier conversacion es el pan de cada día.


Recuerdo que eso de “los quinta columna” se refería a personas que, de alguna manera, formaban parte del gobierno, pero que en realidad jugaban para el enemigo. Eran infiltrados. Según los voceros del régimen, estos eran peligrosos enemigos que había que destruir.


Los regímenes totalitarios, en su mayoría, suelen operar con el mismo modus operandi: crean frases de moda, señalan enemigos temporales, popularizan eslóganes que todos repiten, y así construyen su discurso. Lo que hoy está de moda durará un tiempo, hasta que lo sustituyan por otra cosa. 


En Venezuela, al principio se hablaba de los “oligarcas” como el gran enemigo. Una suerte de sociedad de gente rica y poderosa que se alimentaba de los pobres y los hacía cada vez más pobres. Una suerte de vampiros a los que el heroico gobierno libertario iba a eliminar. Sin embargo, después de 26 años, los únicos oligarcas que conocemos son los narcotraficantes del régimen y sus familias, por lo que han debido inventar nuevos enemigos. Así nacieron términos como “escuálidos” para referirse ahora no a un grupito de ricos, sino a los millones de ciudadanos clase media opositores. Luego salieron los “majunches”, que eran los dirigentes de oposición. Los mismos creativos de las iguanas que atacaban el sistema electrico nacional crearon nuevas excusas como la guerra económica, el bloqueo económico, los bachaqueros, las sanciones, y ultimamente la guerra tecnológica. Siempre hay algo nuevo.


En el caso de Venezuela, ya no sorprende la cantidad de excusas que el narcorégimen utiliza. Sabemos que siempre encontrarán un nuevo eslogan para justificar su ineptitud y desfalco. En este sistema no hay sorpresas. Pero, ¿cuánto tiempo debía pasar para que muchos se dieran cuenta de que este tipo de mentiras y manipulaciones no ocurren solo en Venezuela?


Hoy, para muchos es una sorpresa (para otros, como yo, no) descubrir que la nueva administración de EE.UU. opera con la misma lógica de los regímenes totalitarios de siempre. Pero es una sorpresa solo porque quienes "admiran" al señor anaranjado  han elegido no ver la realidad y han preferido mantenerse ciegos. Eso de admirar a la gente porque tiene dinero nunca ha sido buen indicativo de nada.


El enviado de Trump a Venezuela para negociar con Maduro, Richard Grenell, afirmó recientemente que Trump no tiene interés en cambios de regímenes en el mundo. A primera vista, parece una declaración sensata. Sin embargo, es curioso que Grenell diga esto cuando ha sido negociador de Trump únicamente frente a Maduro y que, apenas horas después de su visita a Caracas, Trump renovara las licencias petroleras de Chevron, oxigenando así a la dictadura.


Es necesario hacer memoria: Trump no está en la presidencia desde enero, sino que ya tuvo un período de cuatro años en el que no hizo absolutamente nada para presionar a la dictadura venezolana. Sus declaraciones sobre que “todas las opciones estaban sobre la mesa” nunca se tradujeron en acciones concretas. La pregunta es: si no hizo nada en sus pasados cuatro años de mandato, ¿por qué haría algo ahora? ¿Qué cambió?


La respuesta parece clara, aunque incómoda para muchos: Trump necesita el petróleo venezolano para mantener su imagen y mantener los precios de la gasolina en EE.UU. sin que esto le afecte la imagen. No está dispuesto a sacrificar un suministro barato por el bienestar de los ciudadanos de un país al que claramente considera inferior. Al mismo tiempo, tampoco duda en apoyar a Rusia para mantener un equilibrio energético que no afecte su imagen frente a una inminente inflación en el sector energético de EEUU después de declarar una guerra arancelaria contra todos los aliados democráticos. Y fíjense bien en ese detalle: guerra contra los aliados "democráticos". No ha sido su guerra arancelaria o de ataque contra países como Rusia, Corea del Norte, Nicaragua, Venezuela, Cuba... contra estos, de hecho, el tono es mucho más suave.


Es comprensible que sectores venezolanos se sientan traicionados. Esperaban que Trump fuera el líder que enviaría tropas o un comando especial a capturar a Maduro y entregar el país a un “nuevo gobierno democrático”. Pero la verdad es que esa idea nunca pasó por su mente. No lo hizo durante su administración y ahora lo ha dicho explícitamente: no lo hará. Pero no nos pongamos intransigentes. La verdad es que esa tampoco es su obligación ni su responsabilidad. Pensar que iba a hacer algo así fue solo atribuciones que gente ingenua le puso encima.


El desencanto de algunos venezolanos es entendible, pero también es un reflejo de una ceguera voluntaria. Trump nunca mostró interés en otra cosa que no fueran sus propios negocios. Su campaña siempre se basó en deportaciones masivas, en culpar a los latinos de los problemas del país, en exaltar la misoginia y en idolatrar a los millonarios como dioses. Quienes no vieron esto simplemente decidieron no verlo. No debería sorprendernos su afinidad con dictaduras. ¿Acaso nadie recuerda sus elogios a Putin? ¿Su admiración por Kim Jong-un? ¿Sus referencias a Maduro como un “hombre fuerte”?. Las señales siempre estuvieron ahí a la vista. La verdad es que Trump nunca se esforzó en siquiera ocultarlas.


¿Por qué nos sorprende que EE.UU. apoye dictaduras, traicione a sus aliados y genere caos mundial? La respuesta es desalentadora y fría: la imagen de EE.UU. como país ejemplar es poco más que una ficción.


Muchos siguen viendo a EE.UU. como el país de la justicia, la igualdad y el bienestar, donde los policías son como Horatio en CSI, resolviendo crímenes con una fibra de nylon y un Mustang GT. Un país donde los jueces son incorruptibles y los abogados son genios de la ley como en Boston Public. Donde los soldados son héroes como G.I. Joe o Rambo. Piensan muchos que los malandros de EEUU son como los de Rapidos y Furiosos y que cuando salen de las pandillas se convierten en agentes como Vin Diesel en XXX... pero la realidad es muy diferente.


La realidad es que EE.UU. es el país con más tiroteos escolares en el mundo. Se estima que anualmente, al menos 4,000 niños y adolescentes mueren por incidentes relacionados con armas de fuego en Estados Unidos, y otros 15,000 resultan heridos, sin embargo el gobierno se niega a tomar acciones sobre el control de armas porque la industria armamentista financia lobbies políticos con cifras astronómicas que nadie está dispuesto a arriesgar. De ese lobby dependen fortunas de muchos senadores y congresistas. 


La realidad es que no existe NI UNA SOLA PERSONA EN EL MUNDO tratando de venir a EEUU por "su sistema de salud envidiable", o por su "gran calidad a nivel educativo".


La realidad es que según datos de la ONU, solo en 2021 más de 80.000 personas murieron en EE.UU. por sobredosis de opioides, de las cuales 70.000 fueron causadas por fentanilo y otros opioides farmacéuticos recetados por medicos. 


La verdad es que aproximadamente 37.3 millones de estadounidenses de 12 años en adelante consumieron drogas ilegales en el último mes, y que de los 296 millones de personas que consumen algún tipo de drogaa nivel  mundial EEUU representa el 13.5%, ganandose un sólido primer lugar en consumo a nivel planetario.


Pero a pesar de ser el mayor consumidor de anfetaminas del mundo, no existe NI UNA SOLA campaña antidrogas efectiva dentro del país, ni programas serios para desmantelar las redes de distribución de las mismas. Se culpa sin empacho alguno a otros países de este flagelo mientras se normaliza el uso de drogas en películas y series de TV que asocian eso, el crimen y la misoginia con el éxito. Basta ver el éxito de series como NARCOS, Los Soprano, Breaking Bad o Euphoria para ver lo hipócrita del doble discurso "antidrogas" que hoy abandera el presidente Trump y su gabinete, sobre todo porque ya este es un segundo mandato, y durante el primero, no hubo ninguna acción para mejorar esta situación.


No hay una sola guerra en la historia en la que haya intervenido EE.UU y salido victorioso. Ni una. Y, sin embargo, la narrativa de que es “el gran vencedor de mil batallas” sigue viva gracias a Hollywood. No hay ahorros a la hora de pintar la historia de EE.UU como el "vencedor de la Segunda Guerra Mundial". Basta con investigar muy básicamente como fue el desarrollo y finalización de la misma para darse cuenta que EE.UU llegó a la guerra cuando los aliados ya estaban recogiendo las sillas de esa fiesta.


Hoy, vemos a Trump, un hombre declarado culpable por más de 34 crímenes fiscales y sexuales, que se ha declarado en bancarrota seis veces, jugar al emperador mientras millones lo aclaman como un “gran hombre de negocios”. Pero, ¿qué negocios exitosos ha tenido Trump si se ha declarado en bancarrota seis veces?. La verdad es que Trump ha logrado mantener una fortuna tras esas bancarrotas porque estafó a cientos de empresas a las que hizo quebrar por su impago. No es de extrañar entonces que, siendo un pésimo empresario, se sienta fascinado por Elon Musk y siga al pie de la letra cualquier cosa que este le ordene. después de todo, Elon parece saber más de negocios que Trump. 


Trump ha inflado el valor de sus propiedades para obtener préstamos bancarios y ha evadido impuestos. Aun así, se estima que su fortuna real está entre 2.000 y 5.000 millones de dólares (en inversiones mayormente). Nada despreciable, aunque una suma insignificante comparada con la de Musk, valorada en al menos 440.000 millones.


Cabe preguntarse: ¿Podría Trump estar buscando aumentar su fortuna otorgando contratos y negocios a las empresas de Musk a cambio de favores financieros? Porque, siendo sinceros, Musk no necesita un cargo en el gobierno para vivir. Entonces, ¿qué lo motiva? ¿Patriotismo? No lo creo. Ni siquiera es estadounidense de nacimiento. ¿Negocios? suena mucho más creíble. ¿Y qué podría ganar Trump de esta relación?, si me lo preguntan, ninguno oculta sus intenciones: DINERO. Hoy, Trump parece ser un "quinta columna" para su propio país.


Si aún crees que en EE.UU. esas cosas no pasan, es momento de que revises la historia con más atención.


No debería entonces extrañar a nadie que esta nueva administración halla pactado con Maduro y con Rusia lo que sea que fuera necesario con tal de mantener su frágil estabilidad política. Tendrá esto un precio? Si, y muy alto, tanto para EEUU como para Venezuela y el resto del mundo, pero de eso hablaré luego. A corto plazo, lo que va a suceder es que NADIE en el mundo, puede ver a EEUU como un aliado. A Venezuela, lamentablemente y como he venido diciendo desde hace un rato, solo le queda entender que la única manera de obtener la libertad es tomando el camino que han tenido que tomar otras naciones bajo dictadura: salir a la calle y ganarla a como de lugar. No hay otra opción, porque la libertad no nos la va dar nadie mas que nosotros mismos. No es culpa de Capriles, ni de Edmundo, ni de Maria Corina. La libertad está en manos de los MILLONES de venezolanos que están en Venezuela. Mientras esos millones se dejen pisar por unas docenas, no hay nada que hacer para liberarlos.

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