viernes, 26 de diciembre de 2025

PETROLEO ROBADO A LOS VENEZOLANOS Y CONTRABANDEADO POR EL EL CARTEL

 


El Cartel de los Soles nunca había quedado tan expuesto, tan desnudo, tan miserablemente visible como ahora. Diciembre de 2025 no es un mes de resistencia para esa estructura criminal disfrazada de Estado: es el inicio de su implosión. No hay recomposición posible cuando lo que se cae no es un gobierno, sino una red mafiosa que creyó que la impunidad era vitalicia. 

Los apoyos internacionales empiezan a retirarse, no con discursos heroicos, sino con movimientos fríos y calculados. Los mismos que ayer brindaban con los capos y celebraban negocios turbios, hoy miran hacia otro lado buscando desvincularse de los que ahora están por caer, y los que están cayendo, buscan rutas de escape. 

La reciente oferta del dictador bielorruso Alexander Lukashenko al afirmar que “las puertas de Bielorrusia están abiertas para Nicolás Maduro” no es un gesto humanitario ni un acto de lealtad ideológica, sino una señal de evacuación. Lukashenko no le habla a Maduro; le habla a Washington, y lo hace con la sutileza de quien sabe que el expediente ya está sobre la mesa. El supuesto “asilo” no es refugio sino moneda de negociación, y conviene recordarlo: Lukashenko no mueve una ficha sin la venia de Putin. Esto no es camaradería revolucionaria; es cálculo geopolítico con olor a derrota. Putin trata de poner a salvo algunos intereses sin comprometerse directamente.

Estos movimientos silenciosos, casi clandestinos, son el lenguaje clásico de los regímenes que saben que se les acabó el tiempo. No es casual que viejos aliados del chavismo empiecen a lanzar salvavidas, no para salvar a Maduro, sino para salvarse ellos mismos. Es la confesión tácita de que el dictador ya no es un activo, sino un pasivo tóxico. Se trata de reducir daños, preservar privilegios y lavarse las manos antes del colapso.

Y mientras afuera se prepara la retirada, adentro el edificio se resquebraja. El Partido Comunista de Venezuela, socio histórico del chavismo desde los albores del proyecto-cártel, acusa hoy a Maduro de optar por una “salida autoritaria”, es decir, violenta si hace falta. Traducido: Maduro no piensa irse, piensa atrincherarse. Pero lo verdaderamente revelador no es la denuncia, sino el subtexto: incluso los aliados ideológicos ya hablan de la inminente “renuncia” que ocurrirá mas pronto que tarde.

Ese quiebre no es anecdótico, sino estructural y viene directamente de quienes ayudaron a construir el relato y que incluso se sostuvieron incluso sobre el mismo. Ver como esos que aprovecharon la plataforma cuando pensaron que era fuerte e indestructible, son los mismos que hacen astillas del árbol caído hoy solo muestra lo corroído de la base del cártel que empieza a perder empuje. 

La batalla decisiva en este punto ya no se libra en comunicados diplomáticos ni en mesas de diálogo de utilería. Se define ahora en alta mar, en agencias de inteligencia y en cortes internacionales, porque derribar al régimen no basta: Hay que desmantelar la maquinaria entera.

Que nadie se confunda con los gestos recientes de aliados de la dictadura: lo que muestran no es solidaridad, es pragmatismo puro. Rusia y China, socios estratégicos del chavismo durante años, no han ofrecido refugio a la cúpula. No lo han hecho incluso cuando sus intereses en la región y la deuda del cártel con ellos es inmensa. No lo han hecho incluso cuando las riquezas que aprovechan de Venezuela son inmensas. El silencio es ensordecedor. No están dispuestos a pagar el precio de proteger a un cadáver político frente a Washington y arriesgarse a un deterioro de relaciones con EEUU apoyando a un enemigo abiertamente en la mira. Esa omisión dice más que cualquier declaración de supuesto apoyo.

Aquel discurso que aseguraba que navíos de cien naciones abarrotarían los mares de Venezuela para protegerla mientras los cielos se llenarían de aviones y bombarderos quedo en el pasado lejano. En la practica, nadie se acerca, y en cambio, se alejan rápidamente sabiendo que ya Maduro y su comitiva dejaron de ser útiles y pasaron en cambio a convertirse en elementos radioactivos. Hoy ni Cuba se pronuncia mucho respecto al cártel.

El clima internacional, ya por convicción, ya por conveniencia, ha empezado a cerrar la puerta a la impunidad que el Cártel pensó que sería eterna. La presión ya no apunta a un “gobierno autoritario”, sino a una organización criminal transnacional que saqueó un país entero y se manifiesta  en la forma de sanciones, procesos judiciales, investigaciones y exposición mediática que avanzan como piezas coordinadas de un mismo engranaje. Mientras tanto, el narco cártel hace llamado a la ONU para pedir ayuda. La misma ONU que han llamado inútil y de la que se han burlado hasta el cansancio ante las solicitudes de revision de acuerdos sobre derechos humanos. La misma ONU a la que le prohibieron la entrada para ser veedores de las elecciones. La misma ONU en la que Maduro tiene abiertas varias investigaciones por crimenes de lesa humanidad. El chiste se cuenta solo. 

El cerco no busca espectáculos militares. Las sanciones recientes, el control de rutas ilegales, los bloqueos selectivos a buques sancionados no apuntan a puertos ni a civiles: apuntan al dinero. A cortar el flujo ilícito que alimentó durante años al Cartel de los Soles, sin desembarcos, sin épica, sin ruido. Parar el contrabando ilegal de petroleo robado a los venezolanos y vendido clandestinamente por flotas de buques fantasmas y detener los envios de droga, definitivamente le corta fondos al cártel ladron de Maduro. Ese petroleo, nunca ha llegado a los venezolanos, sino a manos de la red criminal mas grande del mundo que comanda el chavismo y que finacia su red criminal con riquezas de un país que usan como fondos propios mientra el país muere de mengua… son un cáncer terminal para Venezuela.

Y aunque algunos alimentan el miedo a una salida armada, ese no es el objetivo central. El verdadero propósito es mucho más profundo y devastador para el régimen: arrancarlo desde la raíz. Para eso, hay que cortar sus tentáculos financieros, aislarlos de sus protectores políticos, exponer su red internacional y devolverle a Venezuela lo que le robaron con mentiras, petróleo contrabandeado y sangre.

No estamos ante una transición democrática convencional. Al contrario, estamos ante el desarme de una mafia en la que no habrá milagros ni salvadores externos. Venezuela va a renacer pronto, y será porque hay quienes decidieron no olvidar, porque exigimos justicia, y porque entendimos que sin rendición de cuentas no hay futuro.

No se trata de cambiar nombres ni de maquillar el poder. Se trata de arrancar de raíz treinta años de robo, muerte, engaño y narcotráfico enquistado en un Estado. Durante casi 3 decadas, el cartel ha traficado los recursos del Estado venezolano con flotas fantasmas de barcos y aviones que venden petroleo, oro y mucho más, saqueando riquezas que no aparecen en ningún libro contable mas que en las cuentas secretas de los capos. Eso, se está acabando, y poco a poco, el cerco se esta reduciendo. El final del cártel criminal más grande del mundo esta cerca y es inevitable.

Jose Calabres

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