Tomás Serrano
La historia nos muestra que muchos acontecimientos del pasado fueron errores fatales para la civilización y que no deberían cometerse de nuevo. Eso nos muestra la historia. Que volvamos a tropezar con los mismos errores una y otra vez no habla muy bien de nuestras capacidades racionales y evolutivas como especie. En el caso de la política, al parecer, falta mucho por aprender.
Decía Baltasar Gracián, escritor español nacido en 1601, en su libro “El Criticón”, que “más vale ser líder de ignorantes, que de sabios, pues en cada pueblo hay solo un sabio, o quizá dos, mientras que los ignorantes, son el resto”. Al parecer, la ignorancia sigue carcomiendo lo mas profundo de nuestras sociedades, al punto de seguir guiando el ideal de los que quieren ser privilegiados, pero no por esfuerzo o mérito, sino por participación partidista, dentro de la estructura de las naciones. Aprovechadores de situación, en pocas palabras, abanderados de “revoluciones” que terminan siendo cualquier atrocidad, excepto una revolución de provecho.
Suelen este tipo de comportamientos, apoyarse en movimientos mitológicos mesiánicos en los que siempre se alude a un “protagonista superior” de capacidades casi divinas y a los que se atribuyen cualquier cantidad de bondades. Esto se ha repetido a lo largo de la historia de las civilizaciones en demasiadas ocasiones. Sin embargo, y para ir concretando la idea, tal vez uno de los casos más emblemáticos de la puesta en practica de “legados mesiánicos” al calco y copia más descarados quizá sea el del modelo comunista ruso bolchevique que se trata de implementar en Latinoamérica y que erige siempre a personajes como Lenin y Marx como héroes, y a personajes mas actuales a los que se trata de divinizar para hacerles infalibles en la memoria y conciencia del colectivo mas ignorante, como lo es el caso de Hugo Chávez en Venezuela y los hermanos Castro en Cuba, ambos, líderes de la destrucción de pueblos enteros y sumisión en la miseria más grande del continente americano en sus últimos 200 años republicanos.
En esta comparativa, me he topado con algunos comentarios realizados por el escritor Guillermo Cortázar y que fueron publicados en la sección La Tribuna de la pagina ElEspectador.com el 25 de octubre de 2017 y que me han parecido sumamente a tono con lo que he expuesto anteriormente, por lo que traigo a colación parte de esos comentarios y comparo con algunos ejemplos latinoamericanos.
Comencemos, por quien fue Lenin, el abanderado de los izquierdistas:
Entre febrero y octubre de 1917, la ciudad de San Petersburgo se vio sometida a una gran tensión y ansiedad debido a los errores del gobierno provisional liberal-democrático de Aleksander Kérenski y las tácticas golpistas de los bolcheviques. Los bolcheviques eran una facción minoritaria del partido socialdemócrata ruso. Su jefe, Lenin, un revolucionario profesional, no dudaba en mentir, disimular y tergiversar hasta el paroxismo aprovechando los errores y debilidades del gobierno provisional.
El engaño más hábil y duradero de los comunistas (que ha acompañado durante cien años a la mitología de izquierdas) es que la toma del Palacio de Invierno, el 25 de octubre de 1917, sede del gobierno, fue una revolución llevada a cabo por un movimiento popular de obreros y campesinos. Una revolución por la “paz, tierra y pan” frente a un gobierno que pretendía el retorno del zarismo. Notemos en especial el simbolismo y el paralelismo que se trata de hacer entre estos hechos y en el caso del comunismo latinoamericano con casos como el de Chávez en Venezuela, que, en 2002, tras haber sido derrocado, se convirtió en una suerte de mito que aseguraba que el derrocado fue regresado al gobierno gracias al pueblo, haciendo un claro paralelismo a la mitología impuesta el siglo pasado por Lenin. Caso similar el fallido intento de restauración de Manuel Zelaya tras su derrocamiento en Honduras en 2009.) La verdad es que Chavez fue derrocado por MILITARES de su propio gobierno, y devuelto por MILITARES de su propio gobierno. Nada tuvo que ver ningún pueblo.
Por supuesto, después de 1917, la dictadura comunista no suministró ni paz, ni tierra, ni pan, sino todo lo contrario.
Aunque muchos intentan identificar a Lenin y a la “revolución de octubre” con el fin del zarismo, la verdad es que Lenin se enteró por la prensa, en Suiza, de la abdicación del zar y regresó a Rusia para derrocar un gobierno democrático gracias a un acuerdo con el káiser alemán. En pocas palabras, Lenin negoció con extranjeros par que le apoyaran en un derrocamiento del gobierno legítimo de su propio país.
La revolución de febrero de 1917 había sido el resultado del descontento de la población de las ciudades, con una línea de mando del ejército quebrada, que se negó a reprimir las manifestaciones populares por el desabastecimiento de San Petersburgo. Como siempre, las “revoluciones” basan su ideario en la máscara de la defensa popular y los derechos “del pueblo”, ofreciendo un futuro mas esperanzador que nunca llega. El libreto siempre es el mismo. Hitler repetiría ese libreto y ese discurso varias décadas después en Alemania.
En febrero, no había un plan preconcebido, un liderazgo ni organización que hubiera preparado la caída del Zar. En este sentido la revolución rusa de febrero de 1917 se pareció a la revolución francesa de 1789, desorganizada y espontánea y en una dirección liberal. Ambas revoluciones derivaron hacia el terror, ejercido desde el poder, con ríos de sangre; la francesa en 1793-1794; la rusa, a partir de octubre de 1917.
El gobierno provisional ruso en febrero llenó un vacío de poder y estaba legitimado por un parlamento democrático, la Duma. Los huelguistas se organizaron en consejos de soldados, obreros y campesinos (soviets) y constituyeron un poder paralelo que se propuso apoyar el nuevo orden revolucionario anti-zarista (se entendía por tal, el nuevo régimen democrático, que en el caso del comunismo latinoamericano es llamado “Anti-imperialista”, pero que a efectos prácticos no es mas que la copia al calco del fracasado comunismo ruso) y vigilar que las reformas políticas no fueran traicionadas. El gobierno provisional convocó elecciones para una asamblea constituyente el 12 de noviembre de 1917, con el fin de redactar una nueva constitución, decidir la forma de estado y nombrar un nuevo gobierno plenamente legitimado y democrático. El paralelismo con la Alemania Nazi y la Venezuela de hoy no deja de ser impresionante.
Ante esa amenaza democrática, Lenin, convencido de que no iba a ganar las elecciones, decidió dar el golpe de Estado definitivo antes de los comicios de noviembre.
Entre el 3 y el 5 de julio, los bolcheviques dieron un primer golpe de Estado que fracasó. El gobierno encarceló a dieciocho dirigentes bolcheviques (entre ellos, a Trotski) pero Lenin logró huir a Finlandia. Antes del golpe se había ocultado por el temor a ser detenido. El gobierno provisional tenía pruebas y testimonios de la financiación de Alemania a los bolcheviques y más directamente a Lenin, a través de su agente en Estocolmo, Ganetski. Desde entonces y hasta la víspera del golpe del 25 de octubre, Lenin vivió en Finlandia o en la clandestinidad. Notese de nuevo el paralelismo entre los intentos fracasados de golpes de estado realizados por Hitler en Alemania, y Chavez en Venezuela.
Kérenski, líder del gobierno ruso, creía que Kornilov, el militar de mayor prestigio en el imperio, estaba llamado a desplazarle del poder. Esta idea en la cabeza del gobierno, sirvió a Lenin y a los bocheviques para reforzarse y acusar a Kérenski de connivencia con los zaristas y dirigir en adelante, por medio de Trostki, el Comité de Defensa Militar del Soviet. Siempre se habla en este tipo de modelos de “traiciones y componendas”.
Kérenski apresó a Kornilov, y en un acto paradójico y suicida, entregó cuarenta mil fusiles al soviet de San Petersburgo, en un deseo de congraciarse con la izquierda revolucionaria. Se liberaron decenas de bolcheviques golpistas como acto de buena fe, entre ellos, a Troski, golpista que lideraría a los bolcheviques junto a Lenin, escondido en Finlandia huyendo de la cárcel. En Venezuela el gobierno a apresado a cientos de militares bajo sospecha de conspiración al tiempo que ha armado grupos paramilitares llamados colectivos, seguramente con la idea de crear una suerte de ejercito mercenario paralelo que se enfrente al ejercito regular en caso de un levantamiento institucional, como intentó en su momento Kérenski.
Puestas así las cosas, con un gobierno muy debilitado y liberados todos los dirigentes bolcheviques, Lenin fijó la noche del 24 de octubre para ocupar los lugares estratégicos de la ciudad (estaciones, correos, telégrafo, central telefónica, imprentas) y salvo una pequeña resistencia en el Palacio de Invierno, vencida en pocas horas, el poder pasó al partido bolchevique sin que la ciudad percibiera una gran conmoción. Kérenski apeló a los regimientos de la guarnición fuera de la ciudad, pero estos, seguidores de Kornilov, injustamente apresado y humillado, no atendieron su orden de movilización: fin de Kérenski. Fin de la libertad en Rusia.
Dos días después de tomar el poder, Lenin decretó el cierre de todos los periódicos salvo la prensa del partido bolchevique y del soviet, Pravda e Istzvestia. Venezuela ha suprimido gran cantidad de medios de comunicación, mientras que chantajea a otros, negándoles el papel o los insumos para imprimir, otorgamiento de concesiones, e incluso multando medios por conceptos legales difusos. Caso similar se trató de implementar en Ecuador bajo el gobierno de Rafael Correa, y por supuesto, en Cuba, donde solo existen periódicos y medios de apoyo al régimen.
Mientras en las calles había una apariencia de continuidad y normalidad, el poder comunista montó rápidamente una nueva policía política, la “Checa”, con poderes extraordinarios. En Venezuela, esta lo que llaman el SEBIN (Servicio Bolivariano de Inteligencia) o el G2 en Cuba, las SS de la Alemania Nazi o la Seguridad Nacional de Pérez Jiménez en Venezuela.
La temible Ojrama (policía política del zar) pasó a ser casi el recuerdo de una institución benéfica comparada con la Checa. La Ojrama era la policía política más numerosa de toda Europa con 15.000 miembros en 1917; la Checa, en apenas tres años, llegó a 250.000 miembros.
La “revolución” de Lenin y los comunistas, nació bajo la premisa de “liberar al pueblo” de la opresión. Lo mismo abanderaba Hitler. Curiosamente, mientras que en la Rusia zarista se ejecutaban un promedio de diecisiete personas al año por toda clase de delitos y a ese tipo de prácticas se oponía en teoría el comunismo bolchevique, luego de instaurado el gobierno de Lenin, entre 1918 y 1919, los “revolucionarios liberadores” ejecutaron un promedio de mil personas AL MES, sólo por delitos políticos.
En tanto la Checa hacía su trabajo, Lenin se dedicaba fervientemente a liquidar cualquier atisbo democrático de la República. El 12 de noviembre de 1917 se celebraron elecciones constituyentes convocadas previamente por la Duma (Asamblea nacional Constituyente en el caso de Venezuela). Sin embargo los bolcheviques (Lenin) perdieron las elecciones frente a los socialistas revolucionarios, el partido de Kérenski, el líder derrocado por Lenin.
El 5 de enero de 1918, la nueva Duma, reunida en sesión inaugural, hizo una primera votación en la que los bolcheviques perdieron por 138 votos contra 237. Era más de lo que Lenin podía soportar. Inmediatamente Lenin dio orden de disolución del Parlamento que no volvió a reunirse. En Venezuela, el parlamento fue desconocido por el gobierno y prácticamente anulado en funciones y declarado en “desacato”, figura legal que NO EXISTE en ningún reglamento o ley de la república. Lo mismo hizo Hitler en su momento, y lo mismo hizo recientemente el dictador Ortega en Nicaragua, e intentó hacer en Bolivia Evo Morales, infructuosamente.
La llamada Revolución de Octubre fue en realidad un golpe de Estado organizado y ordenado por Lenin, tal y como lo definió Curzio Malaparte en 1948. Cien años después es muy improbable el retorno del totalitarismo en su forma clasica. En el siglo XXI asistimos a otras tácticas golpistas neototalitarias, separatistas y populistas en países latinoamericanos esencialmente. Sin embargo, el calado del comunismo fracasado ha sido aún repelido en la mayoría de las naciones donde aún, y por suerte, el imperio de la ley sigue manteniendo cierto atisbo de peso, a excepción de Venezuela, donde la copia al calco del proyecto absolutista de Lenin ha sido implementado de manera idéntica en maneras y proceder paso a paso desde hace dos décadas. La pregunta valida es entonces: Si el comunismo de Lenin termino cayendo por su propio peso, ¿sobrevivirá el comunismo de Chávez y Maduro en Venezuela, o le espera el mismo destino?
Lo cotidiano está lleno de historias que muchas veces no vemos, pero que están allí para recordarnos que existimos y somos... aquí hay algunas de esas historias. Escribo sobre lo que pocos se atreven, solo que lo hago gratis... Twitter: @josecalabres
lunes, 23 de abril de 2018
viernes, 6 de abril de 2018
LOS LIMPIA POCETAS DE MIAMI
Hace unos días,
se hizo viral el video de Nicolás Maduro refiriéndose a los emigrantes
venezolanos que se encuentran en otros países “lavando pocetas”. ¿Lo dijo de
manera despectiva? ¿Quizá a manera de chiste? Supongo que alguien como él, con
su corta visión no pudo encontrar otro tipo de comentario para expresar la
preocupación que tiene.
Me he
cohibido desde hace días de hacer cualquier nota al respecto a la espera de que
se me enfriara un poco el corazón. No se debe hablar con el corazón ardiendo.
Es mejor esperar para pensar con cordura. Muchas veces decimos cosas que no son
si nos dejamos llevar por las pasiones.
A riesgo
de parecer a los ojos de muchos un apoyo al dictador, debo decir que en el
fondo (muy en el fondo… casi en el centro de la tierra), Maduro, dentro de su
infinita ignorancia, hizo ese desafortunado comentario con buena intención:
tratar de evitar que se sigan yendo los jóvenes.
Pero algo
mas preocupante es, sin embargo, el trasfondo detrás de esa frase. “LIMPIAR
POCETAS”. Esa frase resume, en dos palabras, la idiosincrasia, la historia y el
accionar social de toda nuestra trayectoria republicana y pre republicana como
venezolanos.
No nos
hagamos los santos. Fuimos MILLONES los que siempre dijimos mientras estábamos en
Venezuela “prefiero pasar hambre que ir a limpiar baños afuera”. Esa fue
nuestra visión siempre. Y está bien. Esa expresión que hoy nos suena tan
horrible, resumía un sentimiento de resiliencia. En el fondo pensábamos que si trabajábamos
más, que si protestábamos más, que si votábamos más, podríamos sacar adelante a
nuestras familias. No sé si pensábamos en sacar adelante AL PAÍS. No sé. Pero
ciertamente queríamos salir adelante al menos nosotros.
En un país
donde comer pan se convirtió en un lujo, tener papel de baño es un privilegio, y
tener un vehículo propio y andando es casi milagroso, tener un negocio propio o
un cargo medianamente bien pagado es cosa de cuento de hadas. El instinto de
supervivencia nos convirtió en animales básicos.
Tuvimos
que llegar al punto de ver como nuestros vecinos comen restos de comida de la
basura. Tuvimos que llegar al punto de no poder salir a la calle después de las
6 de la tarde para entender que con la libertad no se juega. Tuvimos que
despedirnos de nuestras familias para salir a otro país a “limpiar pocetas” y
enfrentarnos al peor de todos nuestros miedos, que no fue nunca otro más que “perder
el orgullo” de que nos reconocieran como “algo importante”, para entender,
tiempo después, que nuestro país está como está por culpa de nuestra ceguera.
“Estudia
para que no seas un barrendero” fue una frase con la que todos crecimos. Como
si el señor barrendero fuese un ser despreciable y digno de asco. No
comprendimos nunca que gracias a él nuestras calles estaban limpias y que su
trabajo, como cualquiera, no solo es necesario, sino digno y respetable como cualquier
otro. Solo tener que hacer este último comentario ya denota lo obtusos que
somos.
Hoy, ya no
hay barrenderos. Nuestras calles son depósitos de basura que refleja años de desidia.
Pero no desidia de autoridades, sino de desidia nuestra ante nuestro propio
futuro, porque esos que hoy mandan, los pusimos nosotros. Y si han hecho lo que
han hecho, es porque de una u otra manera, NOSOTROS los dejamos hacer. No vale
decir “YO NO VOTÉ POR ESOS!”, porque nuestra desidia fue la que permitió en primer
lugar que gente incapaz hubiese tenido la posibilidad de postularse a una
elección. Si hubiésemos sido más consientes, NUNCA se hubiese permitido que esa
gente que hoy gobierna hubiese llegado siquiera a postular sus nombres por
falta de credenciales. No podemos entonces culpar a quienes votaron por ellos.
No se les dio opciones.
Pero eso,
solo se entiende cuando sales del circulo podrido de miseria en el que estamos
hundidos como país. Mientras estamos hundidos en la desgracia, la desgracia y
la miseria se nos hacen comunes e invisibles. Cotidianas. Y no las vemos. No
hay con que comparar. No extrañaremos ni desearemos lo que no conocemos.
Después, un día salimos y vemos que afuera NADA es como nos lo han contado.
Solo
afuera nos damos cuenta de que el mundo siempre siguió girando y avanzando. En
unos sitios más rápido que en otros, pero siempre avanzando. Nosotros en
cambio, nos empeñamos en retroceder. Mientras en otros países se promovían
avances hacia el desarrollo de tecnologías, nosotros nos quejábamos de la falta
de agua, pero nos hicimos miles de chistes cuando el presidente nos mandó a “bañar
con totuma”. Y entre chiste y chiste, nos terminamos bañando con tobos. Y se
hizo tan normal que ya eso es lo “cotidiano”. Si hoy apareciera leche y huevos
a precios bajos y llenaran los anaqueles de harina PAN, la mitad de los problemas
del país se olvidarían. Así de básicos somos.
Mientras
el mundo avanzó y desarrolló la medicina, a nosotros nos metieron 5.000 casitas
de 40 metros cuadrados con cubanos que recetaban Paracetamol para todo, y que
hicimos?... chistes… Hoy, no tenemos salud, ni hospitales… no quedó ni
Paracetamol… nos acostumbramos a que no haya medicinas ni médicos.
Mientras
el mundo desarrolló métodos de producción y desarrollo de alimentos, nosotros
dejamos que se expropiaran millones de fincas, que se robaran los cultivos, que
nos metieran chinos, cubanos e iraníes en todo y que acabaran con la producción
para vendernos la suya. ¿Qué hicimos? Hicimos chistes. Para eso somos muy
buenos. Para jugar. Seguimos en las playas, en las parrillas de fin de semana y
en las bebederas con los amigos para montar las fotos en Instagram. No nos
importó. Éramos “los dueños de las reservas de petróleo más grandes del mundo”.
“Si suben los precios pues yo tengo que subir mis productos”, y así pensamos
que nada importaba porque estábamos bien.
Ahora
estamos despidiéndonos de todos, porque las reservas de petróleo mas grandes
del mundo no ponen comida en la mesa, ni le salvan la vida al familiar que está
enfermo. Y aunque muchos siguen de “rumba” en la playa o en las parrilladas de
fin de semana, ya se comienzan a dar cuenta que lo que hace unos años era
normal en Venezuela, y sigue siendo normal en cualquier parte, como comprar un
carro o una casa, o hacer mercado, en Venezuela son cosas imposibles. Hemos
cambiado la normalidad por interminables colas para ver “que llegó”.
La verdad
es, que aún en la situación en la que está Venezuela hoy, seguimos pensando en
lo mismo: RESOLVER PARA MI. “Si consigo comida o medicinas estoy bien”. No
pensamos en que hay que resolver para todos. No nos damos cuenta que si el
vecino hace algo mal nos afecta a todos en la comunidad. Que si el vecino es
malandro, hay que denunciarlo, apresarlo, o se convertirá en el azote de barrio
que después nos pondrá en toque de queda a TODOS. Que si el vecino es un
corrupto, debe ir preso, porque es el que se convertirá en el enchufado al que
habrá que pagarle para que nos permita tener acceso a medicamentos cuando
estemos enfermos. Que si nosotros no hacemos bien nuestro trabajo, el que sea,
también somos parte del problema y que cuando usted lanza basura por la
ventana, su carro queda limpio, pero le dañó la playa a MILES que ahora van a ir
a playas sucias. Esas son las playas sucias de las que USTED también se queja,
la que hace que usted culpa a la alcaldía y señale al gobierno de inepto, pero es USTED el que sigue botando basura por
la ventana.
Nuestro
miedo siempre fue “no ser el barrendero”, o “el limpia pocetas” de otro. Maduro
sabe que un país sin fuerza laboral no puede salir adelante. Pensar que al
gobierno le conviene que se vaya la gente es ser ciego. Al gobierno le conviene
gente que trabaje, que haga, que construya. Y así, cuando las cosas funcionen,
puede atribuir lo bueno a su propia gestión. Así es la política. A sabiendas de
que la gente está dejando el país, Maduro no ha hecho mas que referencia a algo
que está instalado en la mente de todos: “Si te vas, allá vas a limpiar pocetas,
pero aquí eres respetado, eres el doctor, o el licenciado, o el señor… ¿vas a
perder eso para ser cachifa?”.
Hay
quienes prefieren seguir siendo “el señor o la señora” que limpiar pocetas. Se
sienten superiores al limpia pocetas porque consideran que aquel está humillado,
sin darse cuenta que el que limpia pocetas escoge que comer, no le agacha la
cara a un soldado ni mendiga un pollo, y puede salir con sus hijos a jugar en
un parque sin que los maten. Pero tampoco es culpa de muchos ser así de ciegos.
Es una cuestión “histórica”.
Sucede que
los venezolanos somos en buena parte gente muy preparada, aunque con una
autoestima destruida y un ego a años luz de la tierra. Paradójicos. Esquizofrénicos
si se quiere.
Venezuela
vivió durante siglos como un país sumamente rico. Fuimos hasta hace poco,
conocidos como la Venezuela Saudita, haciendo referencia a nuestra riqueza
económica bestial. Tan bestial, que Chávez pudo prácticamente vivir hasta su muerte
de esa riqueza, comprando países enteros como si fuesen fichas de monopolio.
Nuestra
casi infinita riqueza hizo que nuestras universidades fuesen gratuitas, y que
sus profesores fuesen becados y preparados en las mejores universidades del
mundo. Muchos grandes maestros en muchos campos fueron traídos al país para
construirlo. Así, en nuestro país, cualquiera es bachiller, o técnico superior
en algo, o licenciado en algo. Eso, en otros países no es tan común, ni tan
barato. Nuestra educación fue por décadas, gratuita y una de las mejores del
MUNDO. Como dato curioso, Guzmán Blanco en 1870 fue quien decretó la educación
pública y gratuita, no Chávez (para los que piensan que el comandante eterno
fue quien creo la vida y el universo).
En lo
social, estábamos acostumbrados a tener una señora de servicio en la casa a
diario. Varios carros en el estacionamiento. A hacer mercados de dos y tres
carritos llenos. A tomar güisqui 18 años. A hacer fiestas pomposas de 15 años,
o matrimonios en los clubes mas exclusivos. A las fastuosas cenas navideñas. A las
vacaciones en la playa a todo dar. Pero siempre nos pareció que “lo de allá
afuera es mas arrecho” y que “el gringo (que podría ser de cualquier
nacionalidad e igual le decimos gringo) es mejor y sabe mas”. Nos la damos de “gran
cosa”, pero agachamos la cabeza cuando viene alguien con acento extranjero. Siempre
preferimos el “Levis original” al pantalón hecho en Venezuela. Esto debe ser
resultado de nuestra autoestima destruida desde que los españoles golpeaban a
nuestras indígenas por mirarlos directamente a los ojos. Eso nunca se superó
supongo. Pero no podemos ir a ninguna parte sin esgrimir que “tenemos el mejor
país del mundo y nada es mas arrecho que Cayo Sombrero”. Supongo también que es
una manera psicológica de arraigarnos a algo que nos pertenece y nos recuerda
lo bonito cuando estamos limpiando la poceta de alguien más.
Es el
arraigo melancólico cuando enfrentamos el miedo al fracaso. Porque limpiar
pocetas al parecer, es símbolo de fracaso para muchos.
Cuando
salimos del país, no de vacaciones, sino a vivir, que es muy diferente,
comenzamos a comprender. Nos damos cuenta de que hay que ganarse la vida, y que
no importa si en Venezuela eras el ingeniero, en otro país eres “un extranjero
más”, y que aunque seas Einstein, si una empresa necesita un ingeniero,
contrata a uno de los MILLONES que se gradúan es las universidades de ese país
cada año. No te van a buscar A TI. Pero tienes cuentas que pagar. ¿Qué vas a
hacer?
Nos damos
cuenta cuando salimos, que los que se quedaron están MUCHO peor que nosotros,
porque tu hermano, el arquitecto, por mucho que trabaje y por muy buen cargo
que tenga, no pasará de ganar en un mes lo que tu ganas en un día, y a veces,
en una hora.
Nos damos
cuenta que afuera, en los países donde aunque también hay problemas, las cosas
funcionan, la gente respeta los semáforos. Que las tiendas tienen productos
afuera y no se los roban. Nos damos cuenta que podemos ir a un parque sin que
nos atraquen y en donde los juegos funcionan y no son maquinas de muerte para
niños. Que podemos montarnos en el Metro sin que te aplasten y te roben.
Comprendemos que dar el paso a alguien en la calle colabora a que todo esté
bien. Nos damos cuenta sorprendidos que aunque la gasolina es mas cara, las calles
son perfectas y que todo funciona como se supone debe funcionar. Y eso nos
gusta y nos sorprende. Y es lo primero que contamos cuando llamamos por
teléfono al que se quedó: “Acá te quedas loco de como las cosas funcionan! Nada
de eso del policía matraquero!”. Y así, nos volvemos, muchos, ciudadanos
modelos del país que nos acoge. Respetamos TODO lo que NUNCA respetamos en
nuestro país.
Sigue
habiendo algunos que en lugar de colaborar con las sociedades que los acogen, abonan
malas conductas y vicios de Venezuela, pero esos son una minoría. Esos son los
que se emborrachan cada fin de semana con un equipo de sonido a todo volumen hasta
las 5 am sin respetar al vecino que descansa. Son los “vivos” que terminan
siempre presos, y dejando malparados a los MILLONES que no somos como ellos. Pero
es que lo malo suena mas que lo bueno, lamentablemente, y un mal ejemplo se
hace mas viral que 20 buenos.
Al poco
tiempo de llegar, nos damos cuenta que eso de que somos “los bellos” del
continente es mentira, y que aquel titulo universitario lo puedes dejar bien
guardadito en tu casa, porque de nada te va a servir al menos por unos años. Y
así, llegamos a ese momento en el que alguien te dice: “Fulano esta buscando un
mesero o alguien que limpie”… y llegamos entonces a vernos con el cepillo y la
poceta en frente para poder pagar la renta y comer.
Hay
quienes se deprimen. Muchos. Otros lo asumen como trabajo y ya. Pero
indistintamente TODOS comprenden de pronto que la vida se gana es con trabajo.
De todo
hay. Hay quienes lo asumen dignamente. Hay quienes se esconden y limpian baños
pero cuando hablan con los amigos o familia en Venezuela, cuentan que les va
muy bien “trabajando en Google”. Pobrecitos. Debe ser terrible vivir con
verguenza de ser quien eres y de lo que haces.
Otros,
como yo, le pedimos a Dios que esa poceta este sucia siempre para que sigan pagándote
por limpiarla, porque esa poceta sucia es la bendición que paga tu casa, tu
carro, tu seguro, el colegio de tus hijos, tu comida, y en Venezuela paga las
medicinas de tu mamá, ayuda a tu tía, le arregla la casa a tu papá, le pagó la
operación al sobrino, le mandó un celular a tu hermano, le hizo la navidad a
todos, le pagó el pasaje al primo que también se va y no tenía como, ayudó al
pana que aunque trabaja como loco se desespera porque no le alcanza para nada, etc.
Y ahí, te das cuenta de que aquel “orgullo venezolano” no era más que una
ilusión absurda.
No todas
las historias son de limpiar casas y pocetas. Hay historias de otros que han
llegado a trabajar en grandes empresas también, o han montado su negocio y han
crecido. Pero cuando hablamos de “personas exitosas”, parece que seguimos
hablando de esos que trabajan en Apple o en Hollywood. Tal vez el que ha
logrado darle un poco de bienestar a su familia y ha crecido como ciudadano limpiando
pocetas ha logrado ser más exitoso que el de Apple, porque al final, ¿qué es
ser exitoso?.
Hay
historias de los que llegamos a limpiar pocetas y ahora estamos en otra cosa y
limpiamos 5 pocetas. Hay historias del que siguió limpiando pocetas tras 20
años en el país, el que hizo una empresa de limpiar pocetas y ahora tiene a 200
empleados, el que conoció al amor de su vida limpiando la poceta de una
oficina. El que de limpiar pocetas se convirtió en manager de la tienda, y
ahora es el jefe. El que limpia pocetas como tigre de noche y es gerente en
otro sitio de día. El que desarrolló una vaina especial para limpiar pocetas y
ahora tiene la patente y es millonario… hay historias de TODO, y cada una de
ellas tiene mas dignidad y moral que la del incapaz que hizo millones robando,
lavando, traficando o jalando bolas.
Pero es
que en Venezuela crecimos con doble moral. Crecimos pensando que ser pobre es
ser fracasado y ser rico es ser exitoso. Nos hacíamos los admirados cuando una
mujer que limpiaba casas “graduaba a sus hijos en la universidad” y lo comentábamos
en las reuniones de amigos para tomar vino y comer salchichón. En el fondo, no admirábamos
nada. Era mas algo como “mira que inteligentes los monitos!”.
Crecimos
con esas ínfulas de superioridad. Y esa actitud fue justamente la que hizo que
cuando un militar venía en una camioneta del año a marcarnos con marcador un
número en el brazo para vendernos un pollo, nos quedáramos admirados.
Calladitos. Justamente por esa actitud fue que un asesino golpista vestido con
traje camuflado nos metió el comunismo y todos nos quedamos callados porque “el
tipo era reluciente” en sus helicópteros, o en sus excéntricas apariciones con
camionetotas. Venezuela fue la tierra del “eso tienes, eso vales”.
Así como ese ladrón calló la boca de cientos
de naciones con dinero, nos tapó la boca a nosotros también, con dinero de
misiones, con becas, con subsidios, con CLAP, con Mercal, con Chery, con
Canaimitas y Tabletas, con gasolina subsidiada, con PDVAL, con cupos de
dólares, con cooperativas, con créditos, con planes que nunca funcionaron… nos
calló la boca, y nos reímos de ver a un presidente ridiculizando los protocolos
de estado para ponerse a bailar salsa, o a cantar, o a insultar a otros
representantes de estado. Aceptamos que nuestros gobernantes insultasen a la
gente por televisión, que vejaran a nuestros ciudadanos. Nos dio risa cuando el
otro tipo dijo que “habló con un pajarito” en vez de indignarnos ante tamaña
ridiculización de nuestro país y exigir respeto por el gentilicio… hoy estamos
recogiendo los frutos de ese silencio y de nuestra indiferencia traducida
siempre “en chistes”. Porque somos el país mas feliz del mundo y si algo
tenemos los venezolanos es la alegría y que a todo le sacamos un chiste. Que
cómicos somos verdad?. Estamos recogiendo eso hoy.
YO NO VOTÉ
POR ESOS NUNCA! Gritan muchos. Esos, que hoy se jactan de ser “preparados, mas
cultos, más conocedores” y que se sienten altitonantes desde sus relucientes críticas
y análisis desde pedestales morales de infinita superioridad, separados por un
rio de casi divinidad que los pone en zócalos del conocimiento, son justamente
mas culpables que los ignorantes que creyeron el cuento de los hoy tiranos. Y
son MAS CULPABLES porque justamente, si eran los cultos, debieron ser los que
establecieran los mecanismos para que NUNCA un incapaz pudiese tener siquiera
la posibilidad de postularse a un cargo para el que no estaba preparado. ¿Quién
sino los cultos podrían hacer algo así?. Al final, sus pedestales de
indiferencia fueron los que justamente dejaron que la chusma y la ignorancia se
montaran en el poder y se hiciesen con el garrote que hoy golpea a todos sin
distinción. Y si algo tiene la chusma, es sentido de igualdad: no importa si
eres pobre o rico, preparado o no, todos irán para peor siempre.
Lo que nos
esta matando no son ni los limpia pocetas, ni la oposición, ni los chavistas.
Nos sigue matando LA INDIFERENCIA. Ese monstruo que recita a diario frases como:
“Que resuelva otro. Eso no es mi peo. Quien los manda a votar por ese. Mientras
yo este bien. Que se jodan!. Yo tengo un pana que nos resuelve eso. Pero ofrécele
una vainita ahí pa´ que te agilice eso!. Yo boté esa lata por la ventana para
darle trabajo a los lateros. Yo nunca he comprado en Mercal. Haré lo que sea,
pero ese CLAP de mierda no”, etc.
Que no nos
indigne entonces limpiar pocetas. Pero que tampoco se convierta en bandera de
orgullo, porque en primer lugar, si estamos limpiando pocetas es porque
perdimos un país. Y los que no están limpiando pocetas afuera, sino que están
aún atrapados en Venezuela, que entiendan que aunque mañana pongan un nuevo
gobierno perfecto, las cosas no van a cambiar si no se cambia el chip de la
ciudadanía, y si ese chip sigue ahí, los Maduros seguirán gobernando uno tras
otro, siempre.
Algunos de
los que hemos salido y siempre entendimos que las sociedades se deben a sus
ciudadanos y NO a sus gobernantes, vemos el mundo de esa manera. Algunos que
también han salido y han abierto los ojos a la realidad del mundo, se dan
cuenta que hoy ser barrendero no es indigno, y descubren que ahora nos mira,
desde la memoria, sonriendo, y con gesto de satisfacción al saber que al fin
comprendimos de que se trata la vida.
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LA MANADA MANIPULADA
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