domingo, 15 de junio de 2014

DEL DIA DEL PADRE DE JULIÁN



Julián vivía en “Colinas de Bello Monte”… pero no en el bello monte “jai” de Caracas, sino en el Bello Monte de otra parte, que así se llamaba la parte de atrás de donde vivían los malandros de una vaina que llamaban “los sin techo”.

Aunque a cada rato se leía en los diarios (los pocos que quedaban porque ya no había papel y las noticias eran más por chisme del vecino que por labores periodísticas) que habían matado a un gentío el fin de semana en cuanto templete y rumba de arroceros había en el cerro, Julián decía que eso era mentira, porque el había estado en un templete de esos bebiendo anís con unos panas y la gente de “La Banda” no les había ni mirado cuando pasaron disparando al aire a las 2 am celebrando los goles de algún equipo africano que nadie sabía quienes eran… o sea que esas muertes eran “mentira de los medios”. 

Y es que Julián era SUPER OPTIMISTA! Aunque no conseguía café, ni papel, ni medicinas, ni leche, ni aceite, ni desodorante, ni mantequilla, ni harina, ni un montón de cosas, no pelaba oportunidad para decir a quien se quejaba que “eso era culpa de la guerra económica, la CIA y por supuesto, de Obama y Capriles…” de quien mas pues???!. El siempre tendía a ver las cosas "buenas" de la vida y a dejar pasar lo malo.

Julián tenía su puesto de buhonero en la calle Comercio del pueblo, donde montaba desde tempranas horas cada día su show con acento Colombiano (el era venezolano, pero el acento le ayudaba en el misterio… decía él) en el que frente a una mesita improvisada de una tabla vieja sobre 2 cajas de cerveza vacías, interpretaba al personaje que ofrecía una bebida cuya receta había sido oculta por las grandes compañías farmacéuticas del mundo para no caer en la ruina ante las maravillas de sus propiedades. Entre las "propiedades milagrosas" siempre destacaba que curaba las hemorroides, la impotencia, hacía crecer el pelo, curaba las varices, quitaba parásitos, celulitis, fortalecía los músculos, prevenía el cáncer, subía las defensas, alejaba los malos espíritus, destapaba cañerías, activaba los riñones, subía las plaquetas, quitaba la tos y era afrodisíaco... todo eso entre otras virtudes.

Aunque uno no lo crea, y a pesar de que el dichoso menjurje milagroso era en realidad aguardiente común con colorante de torta normal y silvestre, la gente compraba sus botellitas como si fuera la sangre de Cristo. Eso le daba los ingresos suficientes para mantener a su pequeño hijo de 6 años: Maikel Shaquille Pérez López, popularmente conocido como “el negrito”. El negrito era el hijo de Julián y “La Potra”.

La Potra era “un hembrón”. Pelo flechúo de plancha y pintado de amarillo pollito con raíces castaño quemao. Pantalón blanco semi transparente que dejaba ver un hilo dental rojo que por delante decía “Cómeme”. Franelita Top con la cara de Tego Calderón y una frase en morao fosforescente que decía “Póngale sazón y batería al reggaeton”. La franelita dejaba adivinar un busto de proporciones perfectas y la firmeza correcta para ser considerada una “mami”. También lucía orgullosa un vientre planito que desde el ombligo adornado con un piercing de brillante de plástico hacia arriba era atravesado por esa línea abdominal que denota una figura atlética “sabrosa”…

La tarde que Julián vio a la Potra por primera vez comprando chicha junto al tarantín suyo, fue como una cuña de perfumes. Todo se puso en cámara lenta. Todo se puso de colores pasteles, y mientras el cabello de la Potra se movía por la brisa del escape de un autobús que pasaba cerca, Julián, boquiabierto le admiraba erotizado por aquellos labios carnosos que chupaban fuerte el pitillo del vaso de chicha… ahí fue. Ella tenía que ser suya.

Contra todo pronóstico, Julián, retaco y gordito sin mucho sabor para resaltar, se enfrentó al monstruo que representaba aquella “Potra” a la que todo el mundo le tenía el ojo puesto, y aunque todas las quinielas apostaban en contra de Julián, para sorpresa de todos, en una guerra de minitecas que hicieron en el barrio, entre la balacera que se prendió cuando 3 bandas de la zona se rascaron, la Potra y Julián se besaron por vez primera… y a ella le encantó tanto, que en unos pocos meses firmaron el acuerdo de concubinato.

La casita de Julián no era gran cosa, pero tenía todas las comodidades para vivir con su Shakira de Barrio. Cuarto con baño, ducha Corona, una cocinita a gas, una salita con el “equipo e sonido” y 2 colchonetas pa que se quedaran los panas cuando visitaban. Julián y su Potra vivían mas felices arropándose en abrazos cada noche que lo que jamás habrían podido imaginar los más ricos del pueblo.

Al año de vivir juntos, y como suele pasar en el amor, la Potra le mostró el examen de embarazo a Julián. “POSITIVO”. Y un mar de besos y abrazos de felicidad cerraron aquella noche de alegría. Julián pensó en hacer un cuartito nuevo al lado del suyo para que el o la hija que vinieran viviera cómodamente. 7 meses después nacía Maikel Shaquille Pérez López, el negrito que era orgullo de su papá.

Todos decían que era “Igualito a él”, aunque en verdad los recién nacidos no se parecen a nadie. Pero cuando Julián tomó entre sus brazos a aquel pequeñito de 3,2 kg y 54 cm de largo otra vez el mundo se paralizó. Todo se puso en cámara lenta… los colores se volvieron más vivos, no pasteles como cuando vio a la Potra por vez primera… esto era diferente… y aunque el negrito casi no abría los ojos, cuando lo hizo, lo primero que vio fue los ojos de un padre amoroso y orgulloso de aquel logro que sostenía en sus manos… aquello era su mas grande logro en la vida… las manos le temblaban y casi no podía hablar… detrás de él, decenas de voces se alzaban entre otras para pedir permiso para conocer de vista a aquel nuevo habitante del planeta azul. Otros le halaban de la camisa para verle de frente… pero “Papá” no respondía. Todo se había desaparecido para él en ese instante, ,y la existencia en si no era otra que su “negrito” y él.

Julián comprendió en ese instante, que el amor más grande no era conocido hasta que se sostiene a un "negrito"… y comprendió también que no hay reacción esperable cuando el médico se le acercó y con las manos aún ensangrentadas le dio el pésame por su Potra…

Una enfermera tomó al negrito y lo llevó a la incubadora para dejarlo en observación por una noche. Nadie dijo nada. Todo quedó en silencio de pronto. Y Julián, atónito no sabía a donde mirar ni que decir. Se llevaban a su negrito por un lado, y al girar la cabeza hacia el pasillo pudo ver la camilla que llevaba el cuerpo inerte de su Potra hacia la morgue…


Hacía 6 años de aquella feliz y horrible tarde de junio… hoy se cumplían 6 años que Julián celebraba su “Día del Padre” junto a su negrito. Este día compraban flores. Unas rosas blancas bellísimas como las que adoraba mamá y que ponían en un florero en medio de la sala en su honor… también, contra todo pronostico de quiniela, no era un día triste, porque para Julián el regalo más grande de la vida le había llegado ese día también… Ahí estaba su negrito, para recordarle que la vida es una carrera que vale la pena correr, y que cada día se levantaba a hacer su papel de Colombiano por su negrito y la memoria de su Potra que lo había convertido en “Papá”, y de la que aunque nunca pudo despedirse, sabía que le esperaba allá... más allá de las nubes que se veían tras el cerro a veces...

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