La interpretación que hace Donald Trump y su administración sobre la nacionalización de la industria petrolera venezolana es conceptualmente errada. Venezuela nunca le robó el petróleo a Estados Unidos. Nunca expropió “propiedad” estadounidense en el sentido en que Trump intenta instalar la narrativa. Los recursos del subsuelo venezolano han sido, son y seguirán siendo de Venezuela. Eso no es ideología: es derecho, historia y soberanía. Pero los datos pueden confundir si no se manejan bien.
La nacionalización del petróleo ocurrió el 1 de enero de 1976, bajo el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, tras la aprobación de la Ley Orgánica que Reservó al Estado la Industria y el Comercio de los Hidrocarburos. No fue un acto improvisado, sino el resultado de décadas de debate político, técnico y jurídico.
Las concesiones otorgadas a empresas extranjeras vencían progresivamente, y el Estado decidió asumir el control directo de un recurso estratégico. Las empresas no eran dueñas del petróleo. Nunca lo fueron. Solo tenían permisos temporales de explotación. Ahí empieza la confusión hoy. Confundir concesión con propiedad es una manipulación burda y una ignorancia peligrosa.
Decir esto, sin embargo, no equivale a absolver al chavismo de sus crímenes económicos. Hugo Chávez y Nicolás Maduro sí incurrieron en ilegalidades gravescuando expropiaron activos y modificaron unilateralmente contratos sin honrar, o dilatando deliberadamente los procesos de indemnización dictados por cortes a favor de las empresas afectadas tras la expropiación de sus equipos y maquinarias en los 2000. Eso sí viola el derecho internacional, destruye la seguridad jurídica y espanta la inversión. Pero una cosa es incumplir compensaciones y otra muy distinta es “robarle el petróleo a Estados Unidos”. Son planos distintos que Trump mezcla deliberadamente y que Maduro por su parte usa como discurso nacionalista de defensa de su propio régimen corrupto.
Aunque se equivoque en el concepto, Trump no está del todo equivocado en el trasfondo, porque si algo ha sido el narco régimen venezolano en las últimas dos décadas es ladrón y corrupto. No ladrón de Estados Unidos, sino ladrón de los venezolanos.
Un buen ejemplo de cómo se distorsiona la historia es el uso político de la Faja Petrolífera del Orinoco. Durante décadas no se le llamó “petrolífera”, sino Faja Bituminosa, porque el crudo allí contenido es extrapesado, con una densidad y viscosidad que lo hacían técnica y económicamente inviable de explotar masivamente durante buena parte del siglo XX. No era que Venezuela no quisiera explotarla: no podía hacerlo de forma rentable con la tecnología disponible y los precios internacionales de la época (1930-1980 mas o menos).
Fue a partir de los años noventa durante la llamada Apertura Petrolera cuando comenzaron los grandes proyectos de desarrollo de la Faja, gracias a avances tecnológicos como la “orimulsión”, asociaciones estratégicas con empresas internacionales y precios del crudo que hacían viable su explotación cuando Venezuela pudo exportar este crudo de manera rentable. Pero JAMÁS hubo un robo de crudo por parte de nadie como lo plantea viciosamente el cártel o como muchos en su ignorancia repiten. Nunca hubo una PDVSA de gente estúpida que no sabía el valor del petroleo hasta que llego el doble fallido golpista que pretenden hacer lucir como un iluminado hoy los narco capos.
Paradójicamente, fue esa apertura en los 90 la que permitió certificar a Venezuela como el país con las mayores reservas probadas del mundo. Más tarde, Chávez capitalizó políticamente ese logro al asumir el poder en el momento justo cuando esas certificaciones llegaron y los precios del crudo aumentaron considerablemente. Pero no aumentaron por él, sino porque así se comportó el mercado internacional. Chávez no tuvo NADA que ver en eso, pero aprovechó el momento para bañarse en gloria con su discurso manipulador. La realidad en cambio fue que Chávez desmontó el modelo técnico y financiero que hizo posible que Venezuela fuera una potencia petrolera.
El verdadero saqueo no ocurrió en 1976. Ocurrió en el chavismo cuando los recursos estratégicos del país fueron hipotecados a China y a otros acreedores. Durante años, Venezuela comprometió petróleo futuro como forma de pago de préstamos opacos, sumiendo al país en una deuda inmensa mal negociada y casi en su totalidad, robada. Crudo pagado por adelantado, acuerdos sin transparencia y dependencia financiera absoluta terminaron asfixiando la liquidez del país y vaciando a PDVSA de capacidad operativa real.
Las cifras hablan solas. Venezuela produjo más de 3,5 millones de barriles diarios a finales de los años noventa. Tras el paro petrolero de 2002–2003, la purga masiva de talento técnico, la politización de PDVSA y la corrupción sistemática, la producción inició un declive sostenido. Con Chávez cayó lentamente; con Maduro se desplomó. En menos de dos décadas, el país pasó de ser un proveedor energético confiable en el mundo a apenas producir una fracción de lo que alguna vez produjo, dependiente por completo de Chevron, con refinerías paralizadas, pozos abandonados y una industria tan técnicamente devastada que somos hoy el país con las mayores reservas petroleras del mundo que debe IMPORTAR GASOLINA.
Ese es el verdadero despojo y no el imaginario que denuncia el gobierno de EEUU. El saqueo y robo que no se ve en discursos altisonantes, sino en infraestructura destruida, talento expulsado y millones de venezolanos obligados a emigrar.
Conviene también decirlo con claridad: no existe ningún plan de Estados Unidos para tomar por la fuerza la industria petrolera venezolana. Eso no es más que propaganda del narco cártel para lavarse la cara detrás de un discurso falso, como siempre. Tampoco hay planes de un eventual nuevo gobierno venezolano para entregar los recursos del país a EE.UU. o a cualquier otra nación cono si lo hace el cártel hoy y lo ha venido haciendo por décadas.
Venezuela no necesita discursos seudo nacionalistas acerca de guerras o dignidades que en la práctica no existen.Necesita instituciones, reglas claras, respeto a la ley y una administración que entienda que soberanía no es usar el petróleo para ganar favores de aliados geopolíticos ni usarlo como caja chica del poder. Eso es lo que el chavismo narco ha hecho hasta hoy y lo que ha sumido al país en este absurdo.
El petróleo venezolano es un recurso nacional que debe servir al desarrollo del país, no a la perpetuación de mafias ni a narrativas que reducen una tragedia compleja a un slogan electoral.
Trump simplifica, exagera y distorsiona, es verdad. Una cosa no anula la otra. Pero es verdad también que el chavismo roba, mata y usurpa el poder. Es en ese cruce de mentiras y medias verdades que Venezuela sigue siendo el único perjudicado: un país inmensamente rico en recursos, saqueado por quienes supuestamente iban a defenderlos.
Jose Calabres
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