En días recientes, el gobierno de Estados Unidos ha desplegado, en una acción sin precedentes, una fuerza militar sobre las costas cercanas a Venezuela que, sin duda alguna, ha hecho temblar a la dictadura de Caracas.
No faltan analistas en medios de todo tipo, así como “influencers” en redes sociales, aludiendo a una inminente acción militar para sacar a Maduro en cuestión de horas. Sin embargo, esa esperada acción no termina de llegar, a pesar de las esperanzas de todos los venezolanos de que finalmente ocurra. ¿Qué está pasando? ¿Por qué la demora? Aquí mi humilde opinión.
Aclaro nuevamente: no soy analista internacional ni especialista en política. Soy, simplemente, un ciudadano más, igual que usted, que intenta usar un poco de sentido común para dar forma a las noticias a las que tengo acceso; que no son otras que las mismas que ustedes leen.
Al observar el panorama general y analizar declaraciones de distintos sectores, creo que la situación apunta a lo siguiente: habrá un golpe de Estado en Venezuela. Ciertamente. Pero no propiciado por Estados Unidos, sino por venezolanos. ¿Quiénes pueden dar este golpe? Solo un sector: las Fuerzas Armadas, porque son las que tienen las armas y la fuerza. ¿Cómo llego a esta conclusión? Porque el llamado de Maduro a la defensa de su dictadura ha estado dirigido a milicias y cuerpos civiles, nunca al ejército como tal. No confía en ellos. Sus segundos, como Cabello, amenazan con espionaje y represión porque temen conspiraciones internas. Y es lógico: las hay.
Ahora bien, ¿qué pasará cuando caigan Maduro y los suyos? ¿Qué sucederá al día siguiente? Supongamos que entonces Edmundo González y María Corina Machado asuman el poder como corresponde. ¡Un gran triunfo de la democracia! Pero el mal de la dictadura no se reduce a Maduro y su círculo cercano. Habrá miles, sino millones, de chavistas leales que buscarán sabotear al nuevo gobierno. Entre ellos, colectivos, paramilitares, el ELN, las FARC, Hezbollah, cubanos infiltrados, sandinistas, la oposición “alacrán” y toda la fauna que conocemos bajo la sombrilla de la dictadura. Ellos seguirán ahí, quizá en la clandestinidad, pero igual de peligrosos. Ni hablar de sectores de la FAN leales al chavismo. ¿Cómo confiarían MCM y Edmundo en unas Fuerzas Armadas aún manchadas por el régimen? ¿Cómo garantizar que no habrá intentos desestabilizadores apenas horas después de la salida del Cartel de los Soles? Se necesitará una fuerza armada y de seguridad “confiable”. ¿Quién puede proveerla? Tal vez una flota estadounidense, a tiro de piedra, lista para entrar y sofocar cualquier intento de golpe.
Y aquí es donde todo cobra sentido. Entrar militarmente a Venezuela para sacar al narcorégimen implicaría uso de la fuerza, pero luego habría que mantener una ocupación. De no hacerlo, la transición sería un caos. ¿Cuánto cuesta mantener una ocupación extranjera? No solo a Estados Unidos, sino a los propios venezolanos, que quedaríamos endeudados y a merced de un país ocupante, como ocurrió en Afganistán o Irak, donde la presencia se extendió por décadas. Y no se me malinterprete: no estoy en contra de una ocupación si ese fuera el precio de la libertad, pero siendo sensatos, no es muy inteligente cambiar una dictadura por una ocupación. Prefiero que el país recupere su libertad con apoyo externo, sí, pero como fuerza de contención, no de ocupación.
Si esta lectura es correcta, el proceso de derrocamiento final ya ha comenzado y es inminente en poco tiempo. No necesariamente en horas, pero sí en semanas.
¿Cómo será el final? Nadie lo sabe. Poniéndome en los zapatos del régimen, supongo que negocian miles de salidas para huir del país ilesos, porque ninguno está dispuesto a pagar cárcel. Sin embargo, todo indica que las negociaciones se agotaron. Basta con ver a Maduro, con lágrimas en los ojos, declarando que “no podría conocer a Dan Maduro” en Países Bajos porque lo están cazando. Al parecer, ya no hay diálogo que lo salve. Si él no se salva, difícilmente se salvarán sus subalternos. ¿Qué les queda entonces? Resistir lo más posible. Pero esto ya es casi imposible: no tienen apoyo del ejército, que cada vez más busca cómo salvarse participando en la caída de la dictadura. Las conspiraciones y amenazas crecen cada día. Es solo cuestión de tiempo.
El hecho de que Estados Unidos refuerce constantemente su flota cerca de Venezuela apunta a que la caída es inminente. La pelota está en la cancha de los venezolanos. No esperemos una invasión. No va a ocurrir. Pero el apoyo para la transición ya está ahí.
JOSE CALABRES
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